sábado, 16 de abril de 2016

EL ODIO AL RICO


Nos encontramos en Chile con un personaje interesante, un joven investigador llamado Axel Kaiser, cuyo curriculum es el siguiente:
Abogado, Master en Inversiones Comercio y Arbitraje, Master of Arts in American Studies y Doktor der Philosophie, Universidad de Heidelberg. Es columnista del Diario Financiero, de Cb Capitales y publica en prestigiosos think tanks en el extranjero. Ha sido profesor titular de la UDD y de los Andes, contando con dos libros publicados y artículos académicos. Asesor legislativo de un senador de la República y premiado como “jóvenes con éxito” a nivel nacional por el Diario Financiero. Y obtuvo el primer lugar en el concurso de ensayos, Voces de Libertad, 2008.
Para entrar en materia con sus pensamientos políticos y sociológicos comenzaremos con la publicación ce un artículo muy sabroso y polémico acerca de “El odio al rico” que se leyó el 11 de octubre de 2008.

"Salvo en EE.UU. y tal vez Inglaterra, los ricos nunca han gozado de la admiración y aprecio de las mayorías. En parte esto se debe a que el éxito ajeno despierta uno de los sentimientos más torcidos que sea capaz de experimentar el ser humano: la envidia. La envidia es el fundamento último del igualitarismo fáctico, esa preferencia obsesiva por la igualdad material incluso a expensas del bienestar general.
El socialista por ejemplo, de verse obligado a elegir entre una sociedad donde todos tengan mucho en cantidades muy desiguales y una donde todos tengan poco en cantidades muy iguales, tiende a optar por la segunda opción. Y es que el igualitarista fáctico no tolera las ventajas ajenas aun cuando estas conduzcan al beneficio general. Entre una sociedad sin ricos y una sin pobres, prefiere la primera. Para esta visión, solo terminando con las jerarquías y “estructuras de dominación” puede el ser humano ser realmente libre.
La libertad se entiende así a partir de la igualdad material, la que garantiza que nadie pueda abusar de otro. En el pasado, esta visión llevaría al secretario general del Partido Comunista de Chile, Luis Corvalán, a afirmar que “Lenin era el hombre que más ha hecho por las grandes transformaciones que han permitido a la humanidad liberarse de todas las formas de opresión”.
Así, los igualitaristas de entonces, entre los que se encontraban intelectuales como Gabriel García Márquez, Bertold Brecht, Pablo Neruda y Jean Paul Sartre, sostenian que la Unión Soviética de Stalin y Lenin era la tierra más libre del mundo. Neruda incluso escribiría su infame oda a Stalin, alabando la “contribución” del líder genocida a la humanidad. Y no es que Neruda y los demás hayan estado desconectados de la realidad. Lo que ocurre es que la Unión Soviética es el inevitable resultado de la aplicación de una doctrina genuinamente igualitaria. Pues solo mediante un régimen totalitario puede intentar aniquilarse la diversidad de talentos y aptitudes que caracterizan a los seres humanos y que inevitablemente conducen a resultados desiguales. Y también solo eliminando la propiedad privada por la violencia puede intentar ponérsele fin a la supuesta “explotación” de unos sobre otros.
Así, bajo el pretexto de liberar a los hombres, en la práctica los igualitaristas los convierten en verdaderos esclavos. Pues la propiedad no desaparece, lo que cambia es su control, el que pasa de los muchos en el mercado a los pocos en el Estado. Los ricos entonces dejan de ser aquellos que han elegido democráticamente las mayorías con sus decisiones de consumo. Ahora los Fidel Castro, los Stalin y Kim Jung del mundo asumen esa posición.El odio al rico convertido en ideología engendra así paradojalmente una nueva casta de ricos: una que ya no se mantiene en su posición producto de su capacidad para satisfacer necesidades ajenas de manera eficiente y a la cual cualquiera que cumpla esos criterios puede pertenecer, sino una que se consolida inamoviblemente en la minúscula cima gracias a su poder para liquidar a quienes se le oponen." (Este artículo fue publicado originalmente en El Diario Financiero (Chile) el 5 de octubre de 2012.)

Por supuesto que debe haber diversas y diferentes interpretaciones sobre este interesante artículo, pero hay que reconocer el esfuerzo intelectual del autor para hacer valer su opinión en cuanto a la negación de la igualdad moral, social, física y política entre los hombres, que comparto totalmente. Pero hay algo en su razonamiento que me ha hecho ver la analogía entre el odio a los ricos profesado por el comunismo y el populismo del que acabamos de salir. En ambos casos todo es relato, mentira y falasia, pues atacan fanáticamenta a los ricos enquistados, según ellos, en las corporaciones financieras, mediáticas, de mercado, para en realidad apoderarse de esa riqueza y pasarla a manos de sus líderes.
Ese odio de que habla, esa envidia, esa obsesiva insistencia en la renombrada inclusión, a expensas del bienestar general, existe realmente, lo hemos comprobado durante más de diez años y es lo que finalmente provoca la división el encono, la grieta, como solemos calificarla actualmente.