viernes, 6 de diciembre de 2019

UN SILENCIO CULPABLE


Una noticia que adquiere singular relieve dadas las diversas aristas que tiene para analizar y tener en cuenta.   
El Tribunal Oral Federal de Tucumán (TOF) integrado por los jueces Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Enrique Lilljedhal consideró que no existen pruebas suficientes como para condenar a Milani, por un delito de lesa humanidad, por lo cual fue declarado inocente.
Todos los medios de comunicación consideraron justa la sentencia y resaltaron que no se puede condenar a una persona por un hecho acaecido hace 43 años. 
Que el acusado y juzgado tenía apenas 23 años de edad, siendo a la sazón un tierno oficial con el grado de Subteniente. 
Que las pruebas presentadas, perdían importancia y veracidad dado el tiempo transcurrido.
Nadie reparó que era el primer juicio por delitos de lesa humanidad que fuera publicado, y comentada su sentencia por información periodística, radial y televisiva, cuando existen más de dos mil juicios que permanecen en completo silencio.
Nadie advirtió que los mismos argumentos sobre prescripción, edad y grado militar inferior les caben a los soldados encerrados en mazmorras sujetos a juicios  ilegítimos, con testigos adiestrados, sentencias preparadas en serie, y privación absoluta del derecho de defensa.
Quisiéramos que se nos informe cuántas sentencias y fallos tiene en su haber el TOF de Tucumán. 
A cuántos enjuiciados mantienen en prisión preventiva por más de diez años, sin siquiera haberse iniciado los juicios, es decir sin proceso, pero ya condenados a pena de muerte.
De nada valió que prestigiosos juristas dedicaran estudios y comentarios sobre el sacrilegio cometido por nuestros tribunales y solicitaran una revisión de los juicios de delitos de lesa humanidad lesivamente contrarios al Derecho Penal, a la Constitución Nacional y a los tribunales internacionales.
De nada valió la promesa electoral del presidente saliente Mauricio Macri que abría un deseado camino a la vigencia del Derecho y la Justicia y que no fue cumplida.
De nada valió el recuerdo, tantas veces mencionado en nuestros artículos en este espacio, de la frase del famoso jurista austríaco Hans Kelsen: 
"Cuando los vencedores juzgan a los vencidos amañando y falseando los procedimientos judiciales para que conduzcan a una segura condena, entonces es cuando la justicia se convierte en venganza".
El aludido recuerdo debe leerse a la inversa, pues en los tribunales argentinos los vencidos juzgan a sus vencedores, donde resalta más la incongruencia y se comprende con más claridad  el odio y la venganza que imperan escandalosamente en esta cruel emergencia. 
De nada vale la Ponencia de Monseñor Santiago Olivera, Obispo para las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad Federales de la República Argentina, realizada en Roma ante el Papa el día 29 de octubre de 2019 durante el V Curso Internacional de Formación de Capellanes Militares Católicos, donde en el capítulo Detención y Derechos Humanos dijo:
"No podemos callar lo negativo para la propia persona y para el valor justicia, cuando nos encontramos, en algunos casos, con parcialidades y prejuzgamientos, tanto de parte de los propios órganos judiciales, como de los comunicadores sociales que dan por "juzgadas" las acciones y "juzgados" a sus protagonistas sin que ellos puedan expresarse o defenderse con libertad, afectando claramente el debido proceso. 
En este sentido se evidencia una gran diferencia en los tratos. A los militares se los llama "genocidas" o "represores", mientras que a los terroristas y subversivos "jóvenes idealistas"
Vengo de Diócesis territoriales y aunque sabía de modo más lejano de algunas de estas situaciones y realidades, mi condición de pastor y padre hizo que me acercara más a esta problemática. Así, escuchando y acompañando puedo dar testimonio de las injusticias que se van cometiendo. Hace poco supe decir que, dentro de unos años, muchos deberemos pedir perdón por tanto silencio.
Tristes y dramáticos testimonios. Personas mayores que fueron detenidas durante más de nueve años, en una prolongada "prisión preventiva" sufriendo todo lo que ese estado les ha significado. Fueron y son calificados de "genocidas" , Peor aún, están siendo juzgados con leyes técnicamente retroactivas, alejadas de los principios fundamentales del derecho penal, nacional e internacional.
Dicha "prisión preventiva", así, se transforma en una "cadena perpetua.""
Esta es parte de un documento que ni siquiera el Papa Francisco mencionó, recomendó o aprobó y que nuestra sociedad ignoró porque la publicación y difusión del mismo no pudimos hallarla en ningún medio periodístico.
La muerte gota a gota de nuestros prisioneros políticos es un verdadero suplicio calmo y silencioso que sufren las familias de miles de ellos, a las que no les llega el consuelo cristiano de la iglesia, ni de sus propios camaradas.
Como dijo el Obispo Olivera, dentro de unos años muchos deberemos pedir perdón por tanto silencio.