jueves, 31 de agosto de 2017

PERDÍ LA LIBERTAD



Cuando uno lee esta carta publicada el día 30 de agosto de 2017 en el diario La Nación, se pregunta asombrado ¿en qué siglo estamos viviendo? ¡qué mazorcas inmundas existen todavía? ¿estamos en la época de la inquisición? ¿renacieron los juicios populares de la revolución francesa? ¿acaso no gobierna un equipo que supimos votar para no caer en la anarquía que nos llevaba a un destino venezolano, sin remedio?. Entonces, casi si respuestas a estos tétricos dilemas, uno se dedica a releer más pausadamente esas breves líneas que adquieren la dimensión de un gigantesco libro. 
Es la historia de una época de quince años que suponíamos terminada y que advertimos sigue vigente en su aspecto más inhumano, el odio, la discriminación. la venganza, llevados a su más insólito extremismo con desprecio de las leyes y códigos vigentes.  
Analizando esas no más de 400 palabras que nos relatan la crueldad de una era nefasta, no nos es posible concebir la subsistencia de la misma con el conocimiento, el desconocimiento, la ignorancia o la complicidad de la sociedad, de la iglesia, del periodismo y, en último grado, del gobierno actual. 
Se hace evidente que el gobierno no se ha atrevido a enderezar los torcidos derechos humanos que ha heredado, pese a sus promesas en la campaña electoral.
Volviendo a la carta, la primera frase "estoy privado de mi libertad por hechos ocurridos el 10 de julio de 1976", es lacerante y al mismo tiempo inconcebible.
Más adelante, su afirmación "hace más de 41 años, era menor de edad, más chico que mis soldados. Era el más joven y con menor jerarquía de los 25 oficiales de mi regimiento", es una tremenda y conmovedora realidad.
Continuamos con la lectura "Se me hizo saber de varios testimonios en mi contra, aportados inicialmente por un supuesto soldado conscripto". ¡Pruebas testimoniales luego de 40 años!
Sigo:"Desde el 13 de junio de 2017 permanezco detenido en la Unidad Penal 34 de Campo de Mayo, junto a 115 integrantes de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policiales, penitenciarias, civiles y ex funcionarios judiciales ( de los 2288 procesados de los llamados de "lesa humanidad" en todo el país, de los cuales 417 han muerto en cautiverio y sin condena)".
Lo expresado a continuación es significativo: "Ana una empleada que me tomaba declaración, expresó que "en el armado de mi causa" a lo que le pregunté que significaba esa frase en términos jurídicos, lo que no me pudo responder con claridad".
A los que seguimos regularmente el desarrollo de estos procesos, no se nos escapan detalles muy similares, en la gran mayoría de los procesos, que denotan un "armado de los casos" como se le soltó de la lengua a la funcionaria. Es sabido desde hace tiempo que en el fraguado montaje de estos juicios se preparan testigos, preguntas, declaraciones calcadas, que saltan a la vista con solo leer los expedientes.
Finalmente, y como era de esperar, leemos: "A pesar de tener ocho hijos-uno de ellos padece autismo- y ocho nietos, me han negado la excarcelación." 
Es asombrosa la similitud de casos como el presente  que conocemos por información directa de los presos políticos, con los cuales nos comunicamos regularmente, pero nos abstenemos de dar sus nombres para evitar que el empeoramiento de su cautiverio.
Hay algunos sin proceso, otros con procesos que nunca llegan a su fin, pero a los que se le niega por costumbre, excarcelaciones y prisiones domiciliarias. En  Bahía Blanca consta que existen órdenes de camaristas y de jueces para negar estos beneficios legales a todos los "uniformados". En los últimos meses hemos comprobado que se han acrecentado las medidas de prolongar indefinidamente las prisiones preventivas en total infracción a las leyes penales que dan un límite razonable de uno o dos años. Ello sin tener en cuenta las razones alegadas en las apelaciones, ni la edad o enfermedad del solicitante. Conocemos una gran cantidad que lleva hasta cuatro años preso sin proceso, ni condena. 
La carta a la que nos estamos refiriendo será transcripta fielmente para conocimiento de los que no han tenido la oportunidad de leerla en el diario La Nación. 
Pedimos la difusión de la misma en todas las redes sociales, y al diario La Nación nuestra solicitud de que continúe publicando todas las que lleguen a su redacción, como defensa a una justa causa que la sociedad y el gobierno ignoran, lamentablemente.

Privado de libertad -( 30 de agosto de 2017)



Desde el 11 de junio de 2017 estoy privado de mi libertad. Me fue leída una citación del juzgado del juez Rafecas, por hechos ocurridos el 10 de julio de 1976, cuando, como subteniente recién egresado, concurrí con el Regimiento 6 de Mercedes al intento de rescate de un secuestrado. En ese episodio murió uno de los cancerberos (el resto huyó por los fondos de la imprenta y cárcel del pueblo) y hallamos al vicecomodoro Roberto Echegoyen, que llevaba 72 días en poder del ERP, encadenado a un catre. Su cadáver pesaba 40 kilos. El 12 de junio me trasladaron a Comodoro Py. Se me hizo saber de varios testimonios en mi contra, aportados inicialmente por un supuesto soldado conscripto. Desde el 13 de junio de 2017 permanezco detenido en la Unidad Penal 34 de Campo de Mayo, junto a 115 integrantes de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policiales, penitenciarias, civiles y ex funcionarios judiciales (de los 2288 procesados de los llamados de "lesa humanidad" en todo el país, de los cuales 417 han muerto en cautiverio y sin condena). Fui llevado a la sede del juzgado una vez -siempre esposado-, donde Ana, una empleada que me tomaba declaración, expresó que "en el armado de mi causa...", a lo que le pregunté qué significaba esa frase en términos jurídicos, lo que no me pudo responder con claridad.
Cuando se intentó el malogrado rescate, hace más de 41 años, era menor de edad, más chico que mis soldados. Era el más joven y con menos jerarquía de los 25 oficiales de mi regimiento. No participaba en ninguna decisión, diseño de planes o resoluciones militares, políticas o económicas. A pesar de tener ocho hijos -uno de ellos padece autismo- y ocho nietos, me han negado la excarcelación. Desde la baja del Ejército, en 1988, me desempeñé en infinidad de tareas laborales y académicas de importante exposición pública. Toda esa vida fue hecha añicos. ¿Servirá para algo? Mi defensa descubrió que en el listado oficial de ciudadanos que prestaron su servicio militar en el RI6 de Mercedes -listado proporcionado por el propio juzgado- no figura el soldado denunciante. También nos sorprende que una de las personas que testimonian en mi contra afirma "estar orgullosa de haber tenido como prisionero de guerra en su casa al vicecomodoro Echegoyen". ¿Será justicia?
Martín Sánchez Zinny
DNI 12.150.721