viernes, 4 de agosto de 2017

LA LESA HUMANIDAD DEL PERIODISTA

Tuvo un gran apoyo de la ciudadanía la marcha del 3 de agosto frente a los tribunales federales para pedir por una justicia independiente, por el respeto a las leyes y a la Constitución Nacional y por el fin de la impunidad
La convocatoria realizada a través de las redes sociales no respondía a ningún partido político y fue notoria la presencia de familias y organizaciones que pedían justicia y transparencia con carteles alusivos, todo ello ordenadamente, sin violencia ni agresiones verbales.
Los medios de la televisión no le dedicaron mucho espacio al acto y los comentaristas se limitaron a informar con medido entusiasmo, aunque adhiriendo a los motivos de la concentración que solicitaba un mejoramiento integral de la justicia.
El reconocido periodista político de TN, Nelson Castro, dedicó solamente 3 minutos de su editorial” al programa “juego limpio” pero que fueron suficientes para demostrar su identificación ideológica, en una breve exposición con apresurados y equivocados conceptos, de los cuales hemos tomado nota.
Dice textualmente que “El acto fue un reclamo profundo y permanente de la democracia de los últimos 34 años, salvo en los casos de los delitos de lesa humanidad, donde la justicia ha actuado con una presteza real, significativa y por lo tanto potente y en los demás casos quedó en deuda”
Critica luego la demora en el juicio del desastre de Río Tercero cometido ¡hace más de 20 años!, pero no cita los cientos de juicios demorados por delitos de lesa humanidad ¡hace más de 40 años!  con prisiones preventivas de más de cuatro años. A su entender, la justicia, en estos casos ha actuado con presteza significativa. Aquí en la aplicación de este adjetivo no se ha equivocado, pues su definición  es “conlleva un significado fácil de entender”. Y efectivamente, la presteza  se entendía fácilmente como una venganza política puesta en acción.
Así como insistió desde un principio en la libertad de Milagro Sala, a la que consideraba como una presa política, dirigiéndose al gobierno en términos imperativos al exigir su inmediata libertad, también guardó silencio ante la insólita presencia en el país de la CIDH que afectó la dignidad y la soberanía del país.
Nelson Castro tuvo la imprudencia de aprovechar una marcha pacífica con fines loables y justos, sin banderas partidarias y sin cortes “piqueteros” de calles y avenidas, para insertar un aviso provocativo emanado de su manifiesta aversión a las fuerzas armadas vencedoras del terrorismo.
Este aviso fue inoportuno y fuera de lugar cuando ante la vista impasiva de gobierno, sociedad e iglesia, continúa la saga mortuoria de ancianos militares hacinados por venganza en forma arbitraria e ilegítima
En el justo reclamo de toda la ciudadanía ante los tribunales federales, en aras del respeto a la ley, a los códigos y a la Constitución Nacional con jueces y fiscales probos e imparciales, está incluído el derecho a exigir la total revisión de la situación ilegal a que han sido sometidos nuestros presos políticos.
Si ésta es la justicia real que vocifera el periodista, tenemos la obligación de enrostrarle su error o su mala fe.