lunes, 12 de enero de 2015

La Tercera Pasajera

Acabo de escribir en mi blog un artículo titulado “Dos Mujeres Admirables”. Luego de leer a la escritora política Alesia Miguens en su espacio del Informador Público, me permito sumarla a mi homenaje a las valientes mujeres que están demostrando al mundo su coraje en la defensa de la civilización occidental. Su estudioso y monumental trabajo corre bajo el título “Charlie Hebdo y el Paroxismo Asesino de los Hijos de Satán”.
Extracto sólo algunos párrafos para dar idea al lector de la justificada vehemencia con que encara el trágico suceso terrorista de los fundamentalistas musulmanes, en París. Sus argumentos y definiciones guardan una llamativa similitud con las de sus colegas la francesa Le Pen y la catalana Rahol.
"Más allá de la estupefacción, desolación, furia y consternación que nos provoca y dejando de lado los insultos que hemos recibido los pocos que venimos advirtiendo sobre esto, creo que ha llegado la hora de COMENZAR a HABLAR y sobre todo A PENSAR EN SERIO SOBRE ESTE TEMA.
La vieja y bella Europa debe realizar que está condenada. Sólo el tiempo es la cuestión.
Pero no está condenada porque los islamistas la han condenado, cansándose de advertirlos. Está condenada por su propia voluntad, por su decisión, por insistir en ser “tolerantes, políticamente correctos y très poli” en nombre de la muy conveniente a su conocida cobardía, “diversidad y multiculturalismo”. Por no querer ni “parecer” anti-islamistas, aunque “ser” anti semitas no les molesta.
Después de horrorizarse se apresuran a decir: “No todos los musulmanes son así, no hay que confundir Islam con islamistas, no vamos a caer en la islamofobia”
Lo que no dicen es que los franceses y europeos los mantienen, les dan mezquitas, casas, subsidios, escuelas, alimentos, salud, trabajo, y hasta nacionalidad, a ellos y sus enormes familias, polígamos, tienen varias esposas y cientos de hijos. Y no lo dicen porque, como los argentinos, que también sufrimos el “Síndrome de Estocolmo”, sienten culpa, aceptan, explican y justifican.
Cuando pocos decíamos allá lejos y hace tiempo que el ADN de los K era “VAMOS POR TODO”, los argentinos tampoco nos creían. Siempre me pregunto qué hubiera pasado si ese camarógrafo no hubiera “captado” el momento “justo” en que Nerona lo decía.
El Islam NO es una religión. Es un tratado de guerra. Un proyecto político. Un culto totalitario, adorador de la muerte en todas sus formas, hasta las más cruentas y perversas. Y lo proclaman y lo festejan.
Otro ERROR en el que caen los “buenistas”, es creer que existen dos tipos de musulmanes, dos tipos de Islam, el moderado y el fundamentalista.
"Sin embargo. ese INVENTO de Islam violento y el Islam moderado, NO existe. Existe gente violenta y gente moderada. Pero NO Islam moderado.
El Islam es uno. Allah es uno. La sharia (ley Islámica) es una. El Corán es uno. Y todos los musulmanes están obligados a creer, respetar y aplicar, cada uno de los versículos del Corán.
Ni Allah. Ni el Corán. Ni La sharia. Ni el Islam son democráticos.
Urge que los ciudadanos de Occidente entiendan que los “buenistas” que aceptan, acogen, apoyan, defienden y apañan a musulmanes en nombre del “multiculturalismo y la diversidad” están COLABORANDO con la violación, sodomización y aniquilación de los valores y cultura de nuestra civilización.
Y eso incluye a intelectuales, universitarios, profesores, políticos, periodistas, escritores, filósofos y activistas de izquierda que han adoptado esa posición, argumentando que no es necesario compartir valores comunes.
¿Comprenderá a tiempo Occidente a qué se enfrenta?
Tendremos una nueva Batalla de Lepanto… ¿O caerá Europa como Constantinopla?
¡Lo que es seguro es que frente a una de las dos estamos!"
¿Es necesario destacar el valioso aporte que esta periodista, con mayúscula,
brinda a la defensa de la democracia y la civilización, ahora en grave peligro?
Las tres mujeres fueron vilmente atacadas por sus ideas que fueron expresadas como serias advertencias varios años antes y que los hechos las confirmaron. Una, tildada de "extremista", otra, de "islófoba" y la tercera, de "fundamentalista".
¿Qué podrán decir ahora sus cobardes detractores, cuyos rasgos naturales fueron tan bien detallados por las tres agraviadas? La cobardía, la hipocresía, el "qué dirán", la falsedad, la sumisión. ¿Reanudarán sus fatuos relatos de bonhomía, populismo y multiculturanismo? Es probable.