sábado, 28 de febrero de 2015

El Prócer de Cristina

Me doy el lujo de transcribir la carta del Director del Instituto de la Realidad Nacional de la Universidad Católica de La Plata, Fernando de Estrada una digna autoridad en materia histórica, que fija principios formulados por la Academia Nacional de la Historia y que comparto plenamente.
Al igual que con la destrucción del artístico monumento a Colón, dispuesto por singular capricho de la Presidente, sin consultas a organismos competentes en la materia, impone su voluntad al imprimir un billete de $ 50 nacionales, con una leyenda que exalta como prócer a un gaucho montonero, saqueador y delincuente.
Lo he repetido al cansancio, la Presidente ignora las funciones que corresponden a su elevado cargo y actúa autoritariamente como propietaria del país, disponiendo a su antojo medidas reñidas con los más elementales principios de constitucionalidad, legalidad y el sentido común. Transcribo la carta aludida, con sólidos argumentos:
"Con la emisión del nuevo billete de 50 pesos se ha cometido una doble injusticia histórica. En primer lugar, no se recuerda a Luis Vernet, quien como gobernador y colono pionero de las islas Malvinas estableció en ellas desde 1829 la soberanía efectiva de la Argentina y más tarde puso su talento científico al servicio del progreso nacional, mérito reconocido expresamente por el general Bartolomé Mitre cuando manifestó en las exequias de Vernet: "Murió pobre después de enriquecer a un país".En segundo término, resulta una grave injusticia que se exalte en condición de prócer la figura del llamado "Gaucho" Rivero, precisamente cabecilla de un motín cuyos participantes destruyeron los restos de la obra de Vernet en las islas y asesinaron a los representantes del fundador de la colonia, en cuanto a la continuidad de ésta y de la soberanía argentina en el archipiélago. Cabe recordar que el ataque inglés a las Malvinas comandado por el capitán Onslow en enero de 1833 no pretendió establecer abiertamente el dominio británico, sino solamente expulsar de allí a los argentinos, por lo cual Onslow se retiró sin dejar signos de una nueva dominación, dejando a la insular región sin autoridades civiles ni policiales, e incluso tras sugerir a la peonada de Vernet que se cobraran sus salarios con el saqueo de los ganados y los bienes de la colonia, lo que Antonio Rivero y otros peones llevaron a la práctica en la sangrienta jornada del 23 de agosto de 1833. Los colonos sobrevivientes lograron huir en una embarcación precaria, que fue rescatada por un ballenero, cuyos tripulantes dieron cuenta del hecho a la estación naval británica del Atlántico Sur, la cual se vio constreñida a enmendar los desaguisados de Onslow y procedió a una operación de desembarco que esta vez sí fue acompañada por el acto oficial de usurpación de nuestra soberanía. Después de un intento de fuga -no de resistencia-, Rivero optó por traicionar a la banda y enseguida entregarse como prenda de un trato benevolente. Los ingleses lo remitieron junto con su pandilla a Londres para ser allí juzgados por sus crímenes, pero las autoridades judiciales declararon que esos delitos habían sido cometidos antes de que la soberanía británica se asentara en el territorio que había sido su escenario. Así, por vía pasiva, el "Gaucho" Rivero fue causa de una declaración oficial de los tribunales ingleses en el sentido de que Gran Bretaña carecía de títulos sobre las Malvinas antes de su segunda intrusión de 1833, poderoso argumento a favor de las reivindicaciones argentinas del cual no se ha hecho oportuno uso. Es el único aporte positivo, aunque indirecto, que este sombrío personaje podría acreditar al bien de la patria.
En 1967, con motivo de otro intento de "glorificación" de Rivero cargado de intenciones políticas, la Academia Nacional de la Historia formuló un dictamen cuyos contenidos están sintetizados en las líneas antecedentes y que han sido eruditamente comentados por Ernesto Fitte en Crónicas del Atlántico Sur, Emecé Editores, 1974."
Fernando de Estrada