jueves, 12 de enero de 2017

LOS MANTEROS, UN PROBLEMA MAL ENCARADO


Estamos contemplando azorados la saga por TV  de los manteros. Cortes de calles y avenidas por casi tres días, mujeres, la gran mayoría adiposas, acostadas en las calles para impedir el pase de vehículos, barrenderos municipales que se dedican a limpiar la gran cantidad de basura, papeles, envases y otras “menudencias”, tratando de no molestar a los piqueteros que no se cansan de insultar a troche y moche a funcionarios, periodistas y cualquier elemento de conformación humana que pasa al lado de ellos. Siguiendo la moda de la política actual de funcionarios, legisladores y periodistas, me pongo en su línea al aclarar que no tengo intenciones discriminatorias al decir que he visto una buena cantidad de negros senegaleses y ghaneses, además de morochos bolivianos y peruanos que se han reproducido geométricamente en nuestra querida Buenos Aires. Ellos, envalentonados por nuestra debilidad folklórica llevan la voz cantante en lo que los tímidos y humillados funcionarios llaman “negociaciones”, “diálogo” y “tratados”.
La ceguera de nuestra sociedad, sodomizada a lo largo de décadas, no cae en la cuenta de que las autoridades “negocian” con transgresores de las leyes y ordenanzas como la cosa más natural del mundo, muchos de los cuales responden a la mafia que los utiliza para el negociado de la mercadería de contrabando que llena depósitos cercanos por no decir pegados a edificios municipales y comisarías ajenos por completo a las maniobras delictivas que se ejercen con toda tranquilidad frente a sus narices. Pero este proceder hipócrita, populista y proselitista ya constituye el leit motiv de nuestra política, pues se practica en todo el país y en todos los niveles. En el sur los gendarmes no se atreven a proteger la propiedad de los habitantes violada por loa araucanos, para evitar ser tachados, denunciados y procesados como “represores”. En los ríos del litoral no hay fuerza de las autoridades para detener embarcaciones repletas de drogas que navegan “a piacere” para la distribución de la mercadería en puertos declarados zonas liberadas. Pero, si inadvertidamente alguno es detenido con la merca a bordo, de inmediato se llama al diálogo, al arreglo, o a la coima para no inquietar al inocente narco que invoca sus derechos humanos de ejercer un negocio ilícito que le permita alimentar a su indigente familia.
Volviendo al asunto de marras, continuaremos con nuestra exposición de los hechos ya denominados del Once y examinaremos los puntos del acuerdo entre los manteros y el gobierno de CABA, que no son más que las condiciones exigidas por los mismos para levantar los piquetes.
-       -Un curso gratuito de capacitación por 60 días, dictado por profesores del Ministerio de Modernización de la Ciudad de Buenos Aires, relacionados con inserción laboral, técnicas de vente y emprendedurismo
-       -Los censados tendrán que asistir al curso 4 horas por día, 5 días a la semana.
-        -Un incentivo de 11.700 pesos mensuales por dos meses, del que se va a hacer cargo CAME (Cámara Argentina de la Mediana Empresa).
-       - La inscripción en el monotributo social para facturar el monto de las ventas a CAME.
-       - Una caja de ahorro. Quienes no la tuvieran, el Banco Ciudad abrirá gratuitamente una social.
-       - Para mantener los beneficios no podrán incurrir en la venta ilegal por 60 días.
Consideramos que este último punto pone en evidencia la confusión, rayana en la estupidez, de los funcionarios dialoguistas y componedores que fueron parte de este acuerdo. En primer lugar reconocen que están otorgando beneficios a contraventores de la ley, en lugar de multarlos y penarlos. En segundo lugar, la redacción de este párrafo pareciera dar a entender que, pasados los 60 días, podrán volver a la venta ilegal.
La declaración final del funcionario, tras alcanzar el acuerdo, es un disparate marca mayor realmente inconcebible. Manifestó lo siguiente: “Quedó en claro quiénes ejercían esta actividad ilegal por necesidad y quiénes están con la mafia. Con los que tienen otros intereses, no tenemos nada que negociar.”
Ha establecido con llamativa soltura que las actividades ilegales ejercidas por necesidad, no sólo gozan de impunidad, sino que son premiadas. Al decir que no tienen nada que negociar con los que están con la mafia, reconoce que en las sombras de este triste y desafortunado evento existe una mafia. ¿Lo denunciaron a la justicia?
Es tan aberrante la serie de acontecimientos, circunstancias, arreglos, diálogos y concesiones de que somos testigos, que resulta inexplicable pensar que el gobierno de la ciudad no conoce, o lo quiere disimular, lo que el sentido común de los simples ciudadanos testigos ven claramente. Hay mil o dos mil vendedores ambulantes que toman por asalto las veredas de la ciudad y se instalan para la venta de productos varios ¿son artesanos o fabricantes? ¿dónde obtienen la mercadería? ¿quiénes se la suministran, y a su vez, de dónde ellos la obtienen para la venta a precios inferiores a su valor en el mercado? ¿es producto de contrabando como se presume?
Además, el ministro de Ambiente y Espacio Público anticipó que pasado el período de dos meses, el Gobierno pondrá a disposición de los manteros dos galpones en inmediaciones de la Plaza Miserere, de los cuales uno ya está disponible y el otro lo estará en 15 0 20 días. Es decir que podrán seguir compitiendo con los comerciantes, ahora bajo un techo cedido por el gobierno, que ya los habrá instruido sobre los secretos de la venta de productos “libres de impuesto”, según presumimos.
Queda por conocer cuál fue el costo de este “movido” espectáculo de casi cuatro días que, por descontado, estará  cargo de los ciudadanos víctimas de una situación que llegó a límites insospechados.
El punto final de este comentario se refiere a la buena voluntad y a la dedicación puestas de manifiesto por los ejecutivos del gobierno que respondieron pacientemente a las requisitorias del periodismo televisivo, a pesar de las fuertes críticas  a que fueron sometidos. Su actitud contrasta con la de la inmensa mayoría de funcionarios del anterior gobierno que jamás se prestaron a dar explicaciones de sus actos y menos al periodismo, cuando las circunstancias así lo exigían.
Fue un problema mal encarado, pues a nuestro entender la solución consistía en hacer cumplir con la ley, firmemente, evitar el corte de la circulación vehicular y someter a la justicia a los contraventores, a los mafiosos y a los violentos.
Las autoridades deben abstenerse y desprenderse definitivamente del falso concepto con que el relato selló la palabra "represión" y proceder sin temor a la defensa de la ley y el orden y a la protección del ciudadano, atribuciones que les fueron conferidas al momento de su designación.