Tuvo un gran
apoyo de la ciudadanía la marcha del 3 de agosto frente a los tribunales
federales para pedir por una justicia independiente, por el respeto a las leyes
y a la Constitución Nacional y por el fin de la impunidad
La
convocatoria realizada a través de las redes sociales no respondía a ningún
partido político y fue notoria la presencia de familias y organizaciones que
pedían justicia y transparencia con carteles alusivos, todo ello ordenadamente,
sin violencia ni agresiones verbales.
Los medios
de la televisión no le dedicaron mucho espacio al acto y los comentaristas se
limitaron a informar con medido entusiasmo, aunque adhiriendo a los motivos de
la concentración que solicitaba un mejoramiento integral de la justicia.
El
reconocido periodista político de TN, Nelson Castro, dedicó solamente 3 minutos
de su editorial” al programa “juego limpio” pero que fueron suficientes para
demostrar su identificación ideológica, en una breve exposición con apresurados
y equivocados conceptos, de los cuales hemos tomado nota.
Dice
textualmente que “El acto fue un reclamo profundo y permanente de la democracia
de los últimos 34 años, salvo en los casos de los delitos de lesa humanidad,
donde la justicia ha actuado con una presteza real, significativa y por lo tanto
potente y en los demás casos quedó en deuda”
Critica
luego la demora en el juicio del desastre de Río Tercero cometido ¡hace más de
20 años!, pero no cita los cientos de juicios demorados por delitos de lesa
humanidad ¡hace más de 40 años! con
prisiones preventivas de más de cuatro años. A su entender, la justicia, en
estos casos ha actuado con presteza significativa. Aquí en la aplicación de
este adjetivo no se ha equivocado, pues su definición es “conlleva un significado fácil de entender”.
Y efectivamente, la presteza se entendía
fácilmente como una venganza política puesta en acción.
Así como
insistió desde un principio en la libertad de Milagro Sala, a la que consideraba
como una presa política, dirigiéndose al gobierno en términos imperativos al
exigir su inmediata libertad, también guardó silencio ante la insólita
presencia en el país de la CIDH que afectó la dignidad y la soberanía del país.
Nelson
Castro tuvo la imprudencia de aprovechar una marcha pacífica con fines loables
y justos, sin banderas partidarias y sin cortes “piqueteros” de calles y
avenidas, para insertar un aviso provocativo emanado de su manifiesta aversión
a las fuerzas armadas vencedoras del terrorismo.
Este aviso
fue inoportuno y fuera de lugar cuando ante la vista impasiva de gobierno,
sociedad e iglesia, continúa la saga mortuoria de ancianos militares hacinados
por venganza en forma arbitraria e ilegítima
En el justo
reclamo de toda la ciudadanía ante los tribunales federales, en aras del
respeto a la ley, a los códigos y a la Constitución Nacional con jueces y
fiscales probos e imparciales, está incluído el derecho a exigir la total
revisión de la situación ilegal a que han sido sometidos nuestros presos
políticos.
Si ésta es
la justicia real que vocifera el periodista, tenemos la obligación de
enrostrarle su error o su mala fe.