sábado, 24 de febrero de 2018

LAS LEYES DEL PARLAMENTO


No debemos dejar de tener en cuenta que las leyes pueden no sólo modificar la naturaleza, en su faz biológica, donde cada uno puede elegir su sexo y los matrimonios igualitarios aprueban la unión civil de dos personas del mismo sexo, anómalas situaciones que el cauto y mercenario periodismo se ha cuidado mucho de comentar y opinar libremente, sino que trayendo un caso ya olvidado a la recordación, también las leyes modificaron la aritmética. En efecto, una por lo menos, de las cuatro operaciones que conocimos en el primario escolar, la suma, ya sufrió la dramática y dura experiencia de no tener validez, por disposición legislativa.
Efectivamente señores, traemos a vuestra trajinada memoria, ya de por sí castigada por las importantes noticias recibidas en aluvión por el cholulo periodismo argentino, una de ellas que parece ha pasado desapercibida, no obstante el significado de la monumental estupidez que encierra. El 22 de mayo de 2017 se promulga en la Provincia de Buenos Aires las ley 14.910 que dispone:
“En las publicaciones, ediciones gráficas y/o audiovisuales y en los actos públicos de gobierno, de los tres poderes de la provincia de Buenos Aires, se deberá incorporar el término “dictadura cívico-militar" y el número 30.000 junto a la expresión “desaparecidos”, cada vez que se haga referencia al accionar genocida en nuestro país durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983”.
La propuesta fue impulsada por el senador bonaerense y ex intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, del Frente Para la Victoria. He ahí la modificación legal a la cantidad que, una suma prolija realizada oficialmente, llegara a no más de 7.900. Ahora por mandato legal, son 30.000.
El poder Ejecutivo Nacional no quiso ser menos en esta avanzada tecnológica del parlamento y promulgó la Ley de Reparación Histórica, en donde modifica el índice de ajuste de los haberes jubilatorios con un  porcentaje menor al que regía, reduciendo de esa manera los pagos mensuales de los jubilados. A pesar del esfuerzo de funcionarios y legisladores que con cálculos esotéricos, de un nivel avanzado, querían demostrar que en realidad la modificación de la fórmula daba un resultado favorable, los bolsillos de los interesados muestran lo contrario.
Es lamentable que nuestro Congreso Nacional no emplee una virtud tan extraordinaria, para disponer por ley el régimen de las lluvia sobre el territorio, a fin de evitar las inundaciones y las sequías que parecen cada vez más incontrolables.