La Argentina
está viviendo un largo período en donde
la justicia está ausente. Mientras funcionarios corruptos, juzgados por graves
delitos de defraudaciones millonarias al Estado, en sumas de tal magnitud que
casi lo llevaron a la quiebra, gozan de una injusta e insólita libertad que les
permite, no sólo obstruir fácilmente la acción de la justicia, sino hasta
ocupar cargos electivos con pleno ejercicio de sus funciones y realizar abierta
política subversiva, nos encontramos con un panorama totalmente contrario en
los casos de los denominados juicios de lesa humanidad, en que seres humanos
juzgados por tribunales especiales, son mantenidos en prisión preventiva
durante años, que sobrepasan considerablemente los plazos fijados por
ley.
La mayoría sin que se le inicie siquiera un proceso y con el agravante de les es negada la prisión domiciliaria establecida expresamente en el Código Penal para los mayores de 70 años.
La mayoría sin que se le inicie siquiera un proceso y con el agravante de les es negada la prisión domiciliaria establecida expresamente en el Código Penal para los mayores de 70 años.
El nuevo
gobierno surgido de una democrática y limpia elección, tuvo que encarar una difícil
tarea para volver a la restauración total del país, destrozado económicamente,
institucionalmente, moralmente y culturalmente. Se comprende su dedicación primordial
a la economía, la herencia de un país quebrado por la desatinada política
llevada a cabo por sus incapacitados antecesores, cuya única finalidad fue el
robo sistemático de los bienes del Estado bajo la dirección de una asociación
ilícita encabezada por sus primeros mandatarios. Una corrupción jamás vista en
los anales de nuestra historia.
La
importancia otorgada a ese sector, cuya marcha es mucha más lenta de lo
planeado, descuidó fatalmente la política de los derechos humanos, con la que
se había comprometido el Presidente durante la campaña electoral. Ello ha
provocado un sensible deterioro de este fundamental eje en la vida de un
país democrático, cuyas consecuencias se comprueban en los hechos relatados al
principio y que se viera acrecentado por una inexplicable manifestación
pública del gobierno justificando y elogiando la gestión del kirchnerismo,
precisamente en este renglón que fue el leitmotive de su condenable política partidista
que le permitió complacer a un electorado populista para gobernar a voluntad,
apoyado por piqueteros, izquierdistas, marxistas, largamente beneficiados con
generosas subvenciones.
El fallo que
hoy nos brinda el periodismo sobre la revocación domiciliaria de que gozaba
Miguel Etchecolatz es otro paso al prevaricato.Le había sido concedida en
diciembre 2017, por tener 88 años y padecer de varias enfermedades,
hipertensión arterial, trastornos neurológicos, problemas prostáticos. Está en
silla de ruedas. Todo el diagnóstico es de evolución crónica e irreversible. Organismos
de derechos humanos y la fiscal María Angeles Ramos a cargo de la “Unidad de Asistencia
en Causas por Violaciones a los Derechos Humanos durante el Terrorismo de
Estado” objetaron la decisión y apelaron. La Cámara les dio la razón y
revocaron la prisión domiciliaria.
Como dijimos
en varios de nuestros artículos, nuestro país continúa inmerso en una situación
de grave inseguridad jurídica y una notoria politización e ideologización de
los miembros del poder judicial en los procesos a los acusados de combatir el
terrorismo subversivo, donde se violan pilares esenciales de la justicia,
principios de la prescripción, la irretroactividad penal, la inculpación penal
colectiva, los relatos testimoniales y la prisión preventiva abusada para
convertirse en perpetua.
Insistimos
en la afirmación de que la falta de seguridad jurídica es una de las
principales causas del fracaso que se observa en la inversión de firmas y
empresas extranjeras, y el gobierno parece no advertirlo. Este es un factor
negativo de fácil comprensión. El inversor no confía que en un caso de juicio
laboral o de orden inanciero, su empresa sea tratada con imparcialidad y sabe
de la excesiva demora en la sustanciación de las causas.
También entra en duda
con respecto a un fallo favorable que la favorezca y perjudique al Estado, toda
vez que es de público conocimiento la negativa del gobierno al pago de miles de
sentencias firmes a favor de jubilados, que lo ha convertido en deudor moroso. En esa situación,
vence el temor a la inversión y por ende la demora a la espera de una situación política
y jurídica más favorable, o bien la cancela y orienta hacia países más
confiables.
Por primera
vez se ha elegido a nuestro país para presidir el organismo económico internacional
G20 y el Fondo Monetario nos visita en estos días. La visión objetiva de estos
organismos estará puesta no solamente en las leyes laborales, en la influencia
ejercida por los sindicatos, en las leyes previsionales, en el debido respeto a la competencia, en la
inflación y en la situación del mercado, sino también en la comentada seguridad
jurídica y en la voluntad del nuevo gobierno en honrar sus compromisos.