jueves, 12 de diciembre de 2019

Greta Thunberg

Hoy salimos momentáneamente de la vorágine periodística motivada por el cambio de gobierno en el país, para adentrarnos en la insólita repercusión que se le ha dado a la activista sueca de 16 años, Greta Thunberg, por su participación en la defensa del medio ambiente.
Respeto todas las opiniones que la apoyan y la elogian, aunque las considero un tanto extravagantes, pero la mía propia es diferente a todas ellas pues nada contra la fuerte corriente fanática de ambientalismo, multiculturalismo, igualitarismo y goblalismo instalada en todos los estamentos de la sociedad, públicos y privados que reciben la financiación de instituciones guiadas por intereses espurios, tales como las del multimillonario Soros, conocido defensor del aborto libre y del cambio quirúrgico de sexo, que favorece a sus numerosos centros de salud y sanatorios esparcidos en la mayoría de los países del universo.
El mundo populista le ha abierto las puertas de par en par a esta niña, al punto que recibió una insólita invitación para exponer ante la ONU.
Representantes y mandatarios del mundo entero se vieron sorprendidos por una dramática catarata de críticas ofensivas, pronunciadas con resentimiento ante sus caras por una niña de 16 años que se siente redentora del universo.
Hace más de veinte años estamos sufriendo en nuestra América la dictadura bolivariana de un progresismo que impone un pensamiento hegemónico y que en nuestro país llegó hasta la estupidez de designar a un funcionario del gobierno bajo el título de Secretario de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional, con la misión de diseñar, coordinar e instrumentar una usina de pensamiento nacional. En pocas palabras, el que piensa distinto es un enemigo y debe ser combatido.
Indudablemente, esta ideología populista incide negativamente en la conciencia de las personas que instintivamente se unen con pasión para apoyar y glorificar al nuevo ícono surgido de la lucha contra el orden constituído.
Hoy nos enteramos que la famosa revista Time designa a la activista sueca Greta Thunberg como la persona del año 2019, convirtiéndola en la más joven de la historia en recibir esta distinción.
"Ella se convirtió en la voz más grande sobre el problema más grande que enfrenta el planeta este año, viniendo de la nada para liderar un movimiento mundial", y es el ícono de un cambio generacional dijo al anunciar su nombramiento el editor
El título de la portada diseñada por Time fue “El poder de la juventud”, con la inserción de una foto imagen de la joven en la costa de Lisboa, mirando al horizonte.
Estoy en desacuerdo con este almibarado nombramiento que viene a llenar las páginas tristes de una obsecuencia sin causa, pues hay muchas personas en el mundo merecedoras de esta distinción, pero que no califican como material populista redituable.
Eventualmente, hoy llega a nuestro conocimiento la noticia sobre la reacción del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump que tilda de "ridícula"la elección de la joven activista sueca por el medio ambiente, Greta Thunberg, con la recomendación de que la nominada "se relaje" y atienda "su problema con el manejo de la ira"
Somos muchos los que participamos en esta lucha en defensa de la tierra para evitar su contaminación, producto de la indiferencia y del mal uso de la energía y del material contaminante y deshechos, arrojados a los ríos y mares del continente por industrias manejadas sin escrúpulos.
De modo que no se interprete mal esta crítica, que no va al fondo de este grave problema, sino a la forma de enfrentarlo que, en el caso que nos ocupa, supone una manifiesta representación teatral de los actos destinados al logro de la figuración personal, en el ámbito de un universo pendiente de íconos y héroes internacionales.
La ostentación de un afán desmedido de éxito, sea por dinero, figuración u otros motivos, siempre es condenable y nunca debe ser ensalzada. A eso me remito.