viernes, 24 de abril de 2020

NO LO LEA SI NO LE AGRADA EL CONTENIDO

Una escena de una filmación de Erika Lust, considerada una precursora del

Estimada periodista Mariana, la publicación de su audaz artículo referente al calor humano y pornográfico durante el encierro de la cuarentena, obedece al hecho que soy un fuerte defensor de la libertad de prensa, aunque su contenido no sea de mi agrado, y constituye un desafío a la ex diputada Vilma Ripoll que inició una demanda penal al periodista Mario Casalongue porque se sintió asqueada por comentarios que efectuara con motivo de la manifestación del "tetazo" Vea link:
https://silviopedropizarro.blogspot.com/2020/04/la-libertad-de-prensa.html
En Argentina y en el mundo, el aislamiento aumentó los consumos de pornografía. El sitio pornográfico más visitado del mundo liberó su contenido premium y registró un 25% más de visualizaciones hot, sin distinción de sexos. El “parate” también dio espacio a las reflexiones sobre los contenidos sexuales que queremos ver: más mujeres, lesbianas y trans se alejan del XXX tradicional, considerado “porno machista”
Mientras las fronteras del mundo se cerraban y nos confinábamos en nuestras casas para amesetar contagios, el tema Covid-19 dio pie a una “suelta” inédita de contenidos culturales. Libros, obras de teatro, películas, recitales: el único tráfico libre de virus permitido para hacer más llevadero el eterno día de la marmota que vivimos en cuarentena. La pornografía no podía (ni quiso) quedar fuera de esta tendencia de cooperación planetaria… y entonces el consumo de las mujeres se disparó.
“Me estoy masturbando como nunca y a full con porno. Consumo más porque es un momento de conexión con mi cuerpo, con sensaciones, y como vivo sola estoy tranquila en casa. Así como algunos hacen yoga o gimnasia con tutoriales, yo miro porno, me conecto conmigo misma y me desconecto de las preocupaciones laborales”. Sofía es personal de sanidad. El coronavirus la estresa, le da miedo, la preocupa. El porno la lleva lejos del hospital público sin recursos donde cumple sus obligaciones. “Lo tomo como un juego, como un estímulo externo que abre la posibilidad a cosas nuevas que quizás no sabía que me podían calentar”.
“Quedate en casa y ayudá a achatar la curva!”, propuso en Twitter Pornhub, el sitio pornográfico más visitado del globo, para anunciar el acceso gratuito a su contenido premium como gesto sanitario contra el tedio social. Solo 48 horas después la empresa registraba un 24,4% más de visualizaciones hot, sin distinción de sexos. Italia, México y Francia, las zonas con mayor aumento de usuarias femeninas.
“No hablamos de porno soft, light o rosa, como quieren plantearlo sus objetores. Es contenido en el que se ven escenas de sexo explícito y en el que conceptos tan básicos como consentimiento y placer se abrazan", explica Agustina Kupsch.
Otros cuerpos y recorridos para dar placer. Todo eso espera Sabrina, abogada de CABA, cuando busca en la web experiencias que por fin le permitan disfrutar: “El porno tradicional es una forma de erotismo y de sexualidad que siempre me costó, porque siempre me pareció falocéntrico pero también muy fantasioso e idealizado, y yo me daba cuenta de que mi sexualidad no se condecía con lo que veía. Sentía que el porno no estaba pensado para mí. Pero investigando en redes feministas me encontré con una propuesta diferente, y lo que más me atrae es la presencia de cuerpos `no perfectos´, alternativos al gran culo y las grandes tetas. Y por otro lado que este porno no se centra en el pito y en la penetración y ahí termina la historia”.
Lejos de ser un género de poca monta, la triple equis para adultos representa una manifestación cultural de la sexualidad: el reservorio de estereotipos, de deseos, goces y experiencias íntimas que moldean nuestras formas de asumir y practicar la llegada al orgasmo. Las eternas horas de encierro a las que nos somete el coronavirus pueden ser una grandísima oportunidad para dar con lo que nos excita.

Mariana Fernández Camacho