Cunde la sorpresa y el desconcierto público. Sin ninguna advertencia y sin hallarse programada, el Presidente de la Nación hizo uso de la Cadena Nacional, para dirigirse al pueblo durante 12 minutos en que no dijo nada nuevo ni importante, que justificara tan grave medida.
Lo inexplicable de este extraño proceder es que
en sus quince meses de gestión es la primera vez que apela a este medio de
poderosa repercusión que ha perturbado a la ciudadanía suscitando muchos
interrogantes.
¿A qué se debe esta imprevista y temeraria acción
del gobierno referida expresamente a la pandemia, pero carente de planes o nuevas
instrucciones?
Aparentemente trató de justificar las inapropiadas
medidas tomadas para combatir la propagación del virus, con una comparación
nada feliz de orden global que careció de veracidad.
Como era de esperar, surgieron diversas interpretaciones
de índole político, relacionadas con el motivo, la oportunidad y la
conveniencia subyacentes en este accionar y con qué propósitos. Continuarán las
polémicas en los medios periodísticos, pero siempre irán a chocar con la ley,
luz roja imparajitable.
El artículo 75 de la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual, establece que el Poder Ejecutivo podrá “en
situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la
integración de la cadena de radiodifusión nacional”