sábado, 29 de noviembre de 2014

El auge del populismo político


En nuestro país el populismo nació tímidamente con Hipólito Yrigoyen y se materializó en las campañas políticas del izquierdismo. Sin embargo, el socialismo no lo exaltó aunque su doctrina era de carácter popular.
Su manifestación explosiva se evidenció en el peronismo, doctrina que aprovechó al máximo la reivindicación de la clase obrera tildando a sus seguidores de "grasitas" y "cabecitas negras", atrayéndolos a las ciudades con abandono del campo y provocando la frase de la oposición "aluvión zoológico."
Posteriormente se produce en latinoamérica el movimiento popular de Hugo Chávez en Venezuela creando la revolución bolivariana que contó con la adhesión de Bolivia, Ecuador y Argentina. Bajo la faz populista este movimiento llega a la degradación del pueblo en beneficio de sus líderes que buscan y logran el poder absoluto y un enriquecimiento desmedido.
El kirchnerismo devenido en cristinismo exacerba el populismo con el tratamiento totalmente parcializado de los derechos humanos y con leyes denominadas "igualitarias" y subsidios que tienen el abierto propósito de conseguir votos.
Si bien las desastrosas consecuencias de esta pérfida y siniestra política son una triste realidad, el poder y la opulencia de sus líderes llevan a la tentación de imitar sus prácticas por parte de ambiciosos dirigentes políticos, que ven en ese campo la posibilidad de acceder a la buena vida que de otra manera no gozarán.
Es así como en enero de este año nace en España el Partido Podemos con una raigambre de izquierda populista, es decir una cultura política autoritaria que interpreta el acto eleccionario como un permiso ilimitado e indefinido para ejercer el poder de manera arbitraria. Los populistas recurren a la demagogia, el despilfarro, el consumismo y el nacionalismo para conquistar las conciencias, engañar y tentar a la población, destruir la economía privada y generar dependencia hacia el gobierno. Su Secretario General, Pablo Iglesias, en sus declaraciones de adhesión a la política bolivariana instaurada por Chavez y su heredero Maduro, afirma que:
“No existe un régimen bolivariano, existe un país donde hay elecciones No existe un régimen bolivariano, existe un país donde hay elecciones democráticas que se llama Venezuela”, y comparó al expresidente venezolano con Bolívar.
Pablo Iglesias fue y es financiado por la dictadura de Nicolás Maduro a través del Centro de Estudios Políticos y Sociales, al cual le fueron girados por lo menos 3,7 millones de euros en diez años. Además, conduce el programa Fort Apache en un canal online del gobierno iraní. También ha asesorado al gobierno de Ecuador. Es decir, nunca tendrá problemas financieros porque siempre encontrará alguna dictadura populista presta a darle una mano. Mientras tanto engaña al pueblo con comunicados que hablan de dignidad y soliviantan a sus seguidores, ya 200.000:
"Hoy la dignidad sale de nuevo a las calles. Tras la movilización histórica del 22 de marzo, la reivindicación de "Pan, trabajo y techo" vuelve a sonar a lo largo y ancho del país. No aceptamos una salida a la crisis que sea a costa de vulnerar nuestros derechos: es la hora de construir un país digno por y para la gente. Desde cada calle y cada plaza soplan vientos de cambio."
No necesitamos señalar que los vientos de cambio llevarán euros a su bolsillo. 
La historia nos demuestra que no hay fronteras para el desarrollo y aplicación de 
políticas demagógicas que combaten el capitalismo, inyectan falsos nacionalismos,
atentan contra la propiedad privada, aniquilan la libertad de prensa, pretenden unificar el pensamiento, destruyen la cultura y finalmente alientan el autoritarismo arbitrario y corrupto. El Estado ordena y manda a su antojo, la ciudadanía obedece dócilmente. La esclavitud en los tiempos modernos en aras del populismo.