martes, 1 de marzo de 2016

EL DISCURSO ESPERADO

Hoy será un día memorable en los fastos de la historia de un país llamado Argentina. Prescindiendo de la política partidaria, de las ideologías y de los diferentes conceptos que rigen la vida de un pueblo, podemos decir que se recuperó la República siniestramente acallada por un populismo que duró quince años.
Presenciamos un acto público democrático signado por la libertad de expresión y la educación ciudadana que significó la apertura de la Asamblea Legislativa por el Presidente de un nuevo Gobierno en un feliz regreso a las buenas costumbres, al sentido común y a la cultura política tanto tiempo ausente.
En dos artículos anteriores decíamos que se especulaba sobre el contenido del discurso del primer mandatario, si informaría al pueblo sobre la tremenda herencia que le dejó su antecesora en todos los órdenes de la Administración Nacional, tanto en la economía como en la infraestructura, en la educación, en la Justicia, en las relaciones exteriores, en las Fuerzas Armadas, en la inflación, en la línea aérea internacional, en los organismos y oficinas públicas, en la seguridad, en la lucha contra el narcotráfico, todo ello infectado con la corrupción generalizada en todo el ámbito gubernamental.
Por otra parte, reconocíamos que sería comprensible y loable que el Presidente se extendiera en los planes futuros a emprender por el nuevo gobierno, a fin de encarar  la recomposición económica, cultural e internacional del país totalmente paralizado por la acción devastadora de su expresidente Cristina Fernández de Kirchner. pero hasta qué punto podía llegar sin el riesgo de provocar el pesimismo de un pueblo castigado por la mentira, la inseguridad, la pobreza, la droga  y el soborno.
¿Existe un catálogo de prioridades a que debe ajustarse un presidente para conformar a toda la sociedad?. No. Entonces, ¿cuál sería el meollo de su primera disertación  ante el Congreso Nacional,  el Poder Judicial, ministros y gobernadores?
Pues bien, tuvimos la respuesta a nuestra inquietudes y nos encontramos con el discurso de un estadista que, en su primera mitad, expuso con crudeza la desastrosa herencia recibida, sin adjetivaciones pero con  especificaciones concretas y contundentes basadas en la realidad.  En la segunda mitad, como habíamos previsto, se explayó sobre las  leyes que enviará al Congreso destinadas a reflotar la economía, con la buena noticia recibida sobre la finalización del default mantenido por quince años, al arribar a un acuerdo con los fondos buitres.
Quedó en deuda con los dos específicos temas señalados en los artículos citados. El primero de ellos sobre los Derechos Humanos y los presos políticos. Sólo hizo una referencia a los primeros al hablar sobre la justicia. Ignoró lamentablemente a los segundos, víctimas de la venganza y que continúan muriendo en cautiverio.
Habló de la necesidad de dar solución a los juicios de los jubilados, aunque no prometió el pago de las sentencias, y de un estudio que parecería se va a realizar con respecto al 82% móvil sin ninguna otra aclaración.
¿Y  ANSES? nos preguntábamos y nos seguimos preguntando, ya que ni siquiera la nombró, aunque dejó la promesa de informar el estado en que se recibió cada uno de los organismos del Estado.  Mantenemos la esperanza de que entre ellos figure ANSES.

Finalmente, consideramos que el discurso del presidente Mauricio Macri  ha representado un feliz regreso a la cultura ciudadana, como decíamos al principio, un saludable renacer de la democracia que apela a la unión de todos los argentinos.