El artículo
más extenso y explicativo que hemos leído con respecto a la necesidad de
acompañar y brindar a los jubilados momentos felices que les permitan ejercer
actividades culturales , de entretenimiento,
de sana comunicación, lo vemos hoy en el prestigioso diario La Nación
con un inexplicable incentivo de promover la degeneración de la clase pasiva,
en los últimos años de su vida.
Surge en
todo su contenido una argumentación airosa, desenfadada y graciosa que pretende
demostrar las bondades de una vida contra la perfecta y maravillosa naturaleza
que Dios nos otorgó.
Aunque se
quiera demostrar lo contrario, resulta evidente que todo conduce de modo meloso a la finalidad de la nueva política marxista de la disolución de la familia que
paulatinamente nos va acercando a la anarquía.
En efecto,
se mencionan maridos esposas, hijos y nietos felices y complacientes con la
anormal vida amorosa de aquéllos que les dieron la vida. Es un disimulado incentivo que va disolviendo
el vínculo familiar.
Empezamos
con la “inclusión”, el “igualitarismo”, la “discriminación”, la “ley de
matrimonio igualitario”, y seguimos con la apología del sexo a contramarcha
denominado gay, lesbiana y transexual, y nos dicen que es un avance
significativo en busca de la famosa inclusión.
No critico,
ni condeno gustos distintos, cada cual es libre de ejercer los actos que más le plazcan en su vida íntima, pero no
apruebo ni comparto la difusión pública de los mismos como una radiante y jubilosa
sinfonía que conduce a la felicidad del ser humano.
Hay un
avance cada vez mas temerario de imponer con orgullo una forma de vida que,
hasta no hace mucho, era considerado vergonzante.
El marxismo
ha tomado nota de la llamada opresión de género en su conocida lucha de clases
y le saca ventaja al convertirse en un paladín de las nuevas ideologías
homosexuales. El objetivo principal se basa en el ataque a la familia, núcleo
que conforma una sociedad ordenada y de principios. Le sigue el ataque a las instituciones con
marchas violentas y orquestadas con la finalidad de provocar el desconcierto y el desgobierno para llegar a
la anarquía.
Esta sucinta
explicación tiene por objeto resaltar que en el caso que nos ocupa, el sexo
tiene una gran importancia como elemento de disociación que
muchos defensores de buena fe del
homosexualismo no han advertido y. por lo tanto, se prestan ingenuamente a
integrar la nueva lucha sexual encarada por el marxismo, arma ideológica de fuerte
penetración.
No puedo
asegurar con propiedad el verdadero motivo que impulsó la publicación del
artículo de marras, sólo esbozo teorías que se vienen analizando en todo el
mundo, dadas sus características sensacionalistas.
Sin embargo,
debo aclarar que mi reacción es debida al efecto negativo y desagradable que me
causó una lectura panegírica del homosexualismo ejemplificada en la intimidad
de nuestros abuelos.
Como decimos
al principio de nuestra nota, rara vez se han visto notas periodísticas relacionadas con la necesidad de cultivar la
asistencia y delicado aprecio a la clase pasiva, tan olvidada por la sociedad últimamente.
Esta última ha rebasado los límites del respeto y del cariño a nuestros mayores
El artículo
del prestigioso matutino es titulado: “Los abuelos gays y lesbianas tienen su
propio centro de jubilados.”
Con los
abuelos, no.