En un artículo titulado "La justicia podrá redimir al país" del 22 de octubre de 2016, nos referimos a la publicación realizada por el fiscal Marcelo Carlos Romero sobre la independencia de los fiscales, una pieza jurídica de donde destacamos la magistral frase donde afirma que la independencia de los fiscales esta en riesgo, cuando "exista un procurador, procuradora, fiscal general o como quiera llamarse al jefe o jefa del Ministerio Público de la República, militante de un partido o espacio político, defensor de un relato o de un proyecto y que anteponga sus convicciones ideológicas por sobre el respeto irrestricto a la Constitución y la ley".
Decíamos también de nuestra admiración por su capacidad de síntesis en temas complejos como los casos expuestos en una carta que tituló "Perseguidos" y otra "Perdón Zaffaroni" en donde rebate la teoría garantista del militante kirchnerista que llegó a ocupar un sillón en la Corte Suprema de Justicia.
En otro de nuestros blogs del 22 de marzo de 2017, "El fiscal que hace honor a sus funciones" destacábamos la denuncia que efectivizó contra Esteche que había amenazado públicamente "Si a un juez se le ocurriera detener a Cristina, podría aparecer muerto". El mismo procedimiento adoptó al efectuar una denuncia penal contra el jefe del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, por los delitos de apología del crimen y de incitación a la violencia.
Por ello señalábamos que si el Poder Judicial diera cabida a magistrados de esta índole moral y jurídica, ajenos a toda política, idóneos en la función de sus cargos, no habría por qué buscar una "reforma" de las instituciones. El solo respeto al imperio de la Constitución y las leyes es la garantía de un confiable Poder Judicial.
http://silviopedropizarro.blogspot.com.ar/2017/03/el-fiscal-que-hace-honor-sus-funciones.html
Hoy ratifico mis términos y me place reproducir el texto completo de la carta abierta que el digno fiscal le dirigiera al doctor Zaffaroni, denunciando las expresiones insólitas que virtiera en una entrevista periodística donde expresara su deseo que el gobierno no finalizara su mandato.Se podrá advertir en ella la sabiduría de su contenido, en una inteligente dosis de fina ironía, que resalta con elegancia el disparate del exabrupto pronunciado por un desubicado miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Carta Abierta
"Sr. Magistrado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la Organización de Estados Americanos, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, le ofrezco humildemente mis disculpas…Quien escribe estas líneas no ostenta doctorados honoris causae, premios internacionales ni reconocimientos masivos de colegas y alumnos de todos los continentes.
Este humilde abogado se formó con aficionados y principiantes (sus acólitos los llamarían dinosaurios) del Derecho Penal, tales como Sebastian Soler, Ricardo Nuñez, Carlos Fontán Balestra, José Peco, Guillermo Ouviña, Carlos Creus, Ricardo Levene, Jorge Frías Caballero, entre otros, quienes no pudieron ver la luz que Ud. encontró en su prolífica carrera, que hoy se corona ocupando un sillón en el máximo Tribunal de Justicia continental.
Debido a mis severas limitaciones intelectuales nunca pude entender sus sabios postulados respecto del delito como “creación política”. Respecto del proceso penal como una “farsa de los poderosos”, quienes le quitaron a los particulares el “conflicto” y la posibilidad de resolverlo entre ellos. Respecto de la cárcel, como una institución que “no sirve para nada”. Respecto de la situación del Estado, quien no está “legitimado” para imponer sanciones. Respecto de la pena como otro “hecho político” para llenar de pobres e indigentes las “agencias” policiales y penitenciarias, para “saciar” las ansiedades de las clases dominantes frente a la “sensación de inseguridad”… Entre otras de sus genialidades.
Pese a mis denonados esfuerzos, no logré conseguir estampitas de Michel Foucault,de Thomas Mathiesen, de Nils Christie, de Louk Hulsman, para decorar mi despacho, mi portafolios, mi agenda y hasta la funda de mi celular… Seguramente, no concurrí a las tiendas adecuadas.
Debo pedirle perdón, porque cometí el pecado mortal de sumar mi voto a dos campañas de impugnación a su candidatura a la CIDH, la primera en la plataforma “change.org” y la segunda en la presentación internacional que realizó el foro “Usina de Justicia” al que pertenezco.
Debo pedirle perdón, porque dije en inmumerables oportunidades que sus teorías son -a mi entender- pseudo doctrinas berretas que han perturbado severamente el juicio crítico de los funcionarios que deben impartir Justicia en nuestro país… Evidentemente, como dicen sus adláteres, no entendí nada!
Debo pedirle perdón, porque sostuve públicamente que muchos de sus maravillosos fallos fueron absurdos. Por ejemplo, en el juicio a un encargado de un edificio que forzó a una niña de 7 años a una “fellatio”, se adujo que la luz apagada era un atenuante. En otro fallo brillante se resolvió que un robo a mano armada perpetrado con un arma blanca no es considerado delito porque “un cuchillo no es un arma”. En otro de sus iluminados fallos se dictaminó que un auto estacionado es una “cosa perdida o abandonada por su dueño” (ya que el propietario no estaba presente) y por ende el delincuente no habría incurrido en robo, sino en “apropiación indebida”. Podrían citarse más, pero será el último fallo referenciado el posterior al allanamiento de un laboratorio de droga donde se requisaron elementos probatorios como balanzas, droga, un molino y los dediles, ocasión en que dictaminó que aquel no debía ser considerado un local de venta de droga puesto que no se encontraba en el lugar comprador alguno…
Perdón!!! Me siento tan avergonzado por no comprender estas genialidades, que me moviliza la idea de recursar una y otra vez Derecho Penal, Parte General; Derecho Penal, Parte Especial y Derecho Procesal Penal, y de comprarme todos sus libros, incluyendo el “Derecho Penal Militar” -si logro hallarlo- para aprender como un genio puede cambiar de opinión y, aún así, mantener sus ideales.
Perdón por atreverme a pensar que manifestar públicamente el deseo que un gobierno constitucional -elegido democráticamente por el Pueblo- se vaya antes de tiempo, constituye una frase golpista e impropia de un magistrado internacional.
Le pido disculpas, oh Maestro! Ojalá mi limitada inteligencia -algún día- pueda comprender su sabiduría y su legado…
Dios quiera que pueda sumarme a la inmensa legión de sus seguidores y adoradores y, finalmente, ver la luz!
Amén!"