En mayo de
2011, el auto proclamado filósofo kirchnerista José Pablo Feinmann se dispuso
pasar los límites de la obsecuencia y la sumisión obscena al proponer en forma
denigrante el cambio de la Bandera argentina celeste y blanca por el pañuelo
blanco de las Madres de Plaza de Mayo. El escrito que presentara para
justificar dicha propuesta es un conjunto de agravios a la patria y sus instituciones razón por la
cual no lo transcribo por respeto a la historia de nuestro querido país, pero
el último párrafo de su deleznable propuesta merece su reproducción para que se
tenga una idea de la falta de dignidad del autor, pretendido filósofo.
“Estamos en
busca de los símbolos nacionales que signifiquen algo para nosotros. Porque hoy
hay que librar la ardua lucha (hegemónicamente cultural) de la identidad de
este territorio que habitamos. Si alguien quiere conservar la azul y blanca y
si – más aún – la quiere conservar con ese sol en el centro, ese sol
enceguecedor que identifica a la bandera como bandera de guerra, que la
conserve. Pero para los actos militares o, a lo sumo, para algunos protocolos
oficiales. Aquí, desde estas líneas, tenemos una propuesta que debería ser casi
inapelable. El único símbolo nacional glorioso, universalmente aceptado,
honrado e incorporado por otros países como símbolo de la más puras de las
luchas, la lucha por los derechos humanos es el pañuelo de las Madres y las
Abuelas de Plaza de Mayo. Para este siglo XXI, para esta lucha de hoy contra la
globalización del Uno Imperial, necesitamos otra bandera. Que sea azul y que
sea blanca, como la anterior. De acuerdo. Pero le sacamos ese sol de la guerra
y ahí, en ese lugar, reemplazándolo ponemos el pañuelo blanco de las Madres y
las Abuelas, el pañuelo de la paz, el de la vida, el de nuestro más genuino,
verdadero orgullo.”
A pesar de la
plena época kirchnerista, esa propuesta no tuvo ninguna acogida oficial o
popular y quedó flotando como una servil adhesión.
Se elevó un
proyecto de la Cámpora recién en 2014 en la cámara de diputados que, aprobado pasó a
senadores donde debe estar durmiendo.
Pasan los
años y la tremenda corrupción que invade al gobierno y a sus adherentes y
militantes, dan como resultado su derrota electoral en la democrática elección
que puso al Pro al frente del gobierno, con la terminante decisión de un “cambio”. Un triunfo del pueblo en las urnas que nos salvó diríamos milagrosamente de seguir
el camino de Venezuela.
Se terminó el relato de la ex presidenta Cristina
Kirchner y salió a relucir la escandalosa corrupción de un gobierno que se apoderó
de los dineros públicos por medio de asociaciones ilícitas que destruyeron la
economía del país. Es el momento en que todavía surgen nuevos y cuantiosos
hallazgos y revelaciones sobre el sistemático plan delictivo que tenía por
cabeza a la expresidente. Entre ellos se comprobó la defraudación al Estado de
las Madres de Plaza de Mayo mediante el manejo de los fondos asignados por el
gobierno para el plan de viviendas Sueños Compartidos, incalificable delito que
está denunciado e investigado judicialmente.
Llegamos trabajosamente a este punto
para destacar la pérdida de blancura de los pañuelos blancos. Estuvimos muy
cerca de adoptar un símbolo nacional desteñido. Muy cerca también del cambio no
sólo de bandera sino del nombre del país: Argenzuela.