domingo, 11 de enero de 2015

DOS MUJERES ADMIRABLES

El mundo es testigo de momentos difíciles que se viven con temor y con suma intensidad. Un creciente movimiento terrorista amenaza con desvastar a Europa. Comenzó en París, donde tres reaccionarios musulmanes sembraron el terror asesinando a doce inocentes periodistas de un semanario como venganza por las caricatutas en él publicadas.
Antes de este luctuoso suceso habíamos señalado la incipiente decadencia del mundo occidental al ir abandonando la defensa de sus creencias y tradiciones permitiendo el sordo avance de un populismo venal con políticas permisivas que favorecían un orden anárquico y disolvente. El artículo se titulaba “La Enfermedad de Occidente"…”
El auge de las doctrinas antidiscriminatorias; del tratamiento igualitario; de los derechos humanos; provocó en los políticos el temor a ser catalogados como reaccionarios si no adherían públicamente a esos principios. Los movimientos populistas llevaron al límite el aprovechamiento electoral que los beneficiaba para la consecución de sus propósitos y dieron nacimiento a la hipocresía, a la falsedad y a los doble discursos. Nadie se animaba a comprometerse con claras definiciones. Esto quedó demostrado en el caso del acto terrorista en París, según lo resaltáramos en artículos anteriores. A pesar de la pruebas abrumadoras recogidas en el lugar del horrendo episodio, funcionarios y políticos manifestaban ignorar por el momento la autoría del hecho. Primaba la aprensión a ser tachados de xenófobos o discriminadores y eludían las definiciones. En ese momento la política Marine Le Pen afirmó sin temores su correcta opinión sobre la autoría del horrible crimen: “son fundamentalistas islamitas” Y así lo había previsto y prevenido en oportunidades anteriores 
Días después los diarios decían que los atentados de la semana reavivaron un temor latente en Europa: la percepción del islam como una amenaza. Atentos a ese clima político, Le Pen sacudió a la opinión pública al pedir la pena de muerte para los yihadistas que atacaron la revista, en un esfuerzo por crecer en las encuestas. En verdad no pidió la pena de muerte, solicitó un referéndum popular sobe la misma. ¿Quién certifica el motivo aducido?
Luego publica, Los líderes europeos enfrentan ahora una disyuntiva: velar por la seguridad de sus ciudadanos y prevenir nuevos atentados, sin caer en la persecución de la población musulmana. “Marine Le Pen intenta rentabilizar el malestar de la sociedad francesa y transformarlo en réditos políticos, considera que el principal problema de Europa no es la crisis económica, sino la inmigración musulmana”.Dice "persecución de la población musulmana", cuando Le Pen cayó sobre los "fundamentalistas islamistas" que nadie se atrevió a reconocer.
En los dos artículos se la acusa de buscar réditos políticos que, aunque pueda haber algo de cierto, no menciona que fue la única voz valiente que antes y después del trágico suceso, dijo la verdad sin tapujos.
Pasemos ahora a España donde la reconocida política, filóloga y periodista Pilar Raholo enhebra sus opiniones y nos las brinda sobre el hecho que nos acucia. La mujer catalana, al igual que la francesa viene advirtiendo hace tiempo sobre el peligro musulmán, al que se refirió en el año 2011 con la publicación de su libro “La República islámica de España Muy bien enfocados los peligros en ciernes,fue duramente criticado por los políticos y movimientos populares que volvieron a hacer gala de la libre inmigración; de los derechos humanos; de la xenofobia y todo lo que les salió a cuento para tildar de islamófoba a doña Pilar. . Repitiendo la dolorosa cachetada de su colega francesa a los críticos populistas, los hechos le dieron la razón. Sus recientes declaraciones coinciden con las de Marie Destacamos los siguientes párrafos que son verdades apabullantes: "Nos debilitamos nosotros, atrapados entre el dolor, el desconcierto y la falta de criterios para enfrentarnos al reto. Cuanto más crece el totalitarismo islamista en todo el planeta, más decrece la solidez de nuestras democracias y, en consecuencia, el miedo avanza. En este sentido, aquellos buenistas que creen que "si nos portamos bien, no nos matarán" cometerán el mismo error de Chamberlain con Hitler: no hay islas protegidas frente al totalitarismo. 
Y, creado el miedo colectivo, el segundo gran objetivo es la erosión de la democracia, azuzada por la necesidad de aumentar la seguridad. El terrorismo obliga a restringir derechos, las libertades se coartan, los distintos partidos se miran de reojo, los políticos extreman sus discursos y en las orillas ideológicas, los populismos de todo signo hacen su agosto.
No pensemos ni por un solo momento que todo esto no va a pasar. Va a pasar, porque ningún indicador nos lleva al optimismo de creer que venceremos pronto a esta ideología de muerte.
Y, en el entreacto de vencerlos, la cuestión es si sabremos cómo salvar a la democracia" Destaco: "en las orillas ideológicas, los populismos hacen su agosto".
Con total prescindencia de las preferencias políticas e ideológicas que puedan profesar, quise rendir un homenaje a dos mujeres valientes, de distintos países, y probablemente de distinta posición política, que mostraron al mundo lo que significa la expresión de sus opiniones con sinceridad y sin especulaciones, cuando está en juego la defensa de la civilización, la moral, la tradición y la vigencia de la cultura occidental.