sábado, 9 de mayo de 2015

DESPRECIO A LA ANCIANIDAD

Tras el apoyo masivo que recibió el magistrado Carlos Fayt por el insólito ataque del partido oficialista, es destacable la carta abierta que publicó el subsecretario de Tercera Edad de la ciudad de Buenos Aires, Claudio Romero en su defensa. Sus párrafos salientes son:
"Gracias a las tareas que me tocan desempeñar, puedo ver a diario la enorme lesión que causan prejuicios, siendo la piedra angular del abuso, maltrato y abandono al que se ven sometidos muchos de nuestros mayores. Considerar no apto a una persona por el solo hecho de su edad es tan brutal como cualquiera otro acto discriminatorio.
Esta actitud causa un daño muy importante e irreversible a toda la sociedad. Reforzar aquellos estereotipos negativos desde el gobierno nacional y el cuerpo que representa a los ciudadanos, tiene como consecuencia una reafirmación de actos de abuso y maltrato de los que son víctima los adultos mayores."
Prescindiendo del motivo político que encierra este artero ataque, la defensa ejercida por el señor subsecretario pone la nota en el aspecto discriminatorio del mismo. En efecto, la tercera edad existe y no es descartable. La ingratitud y el desprecio hacia los mayores no pueden tener cabida en una sociedad, cualquiera sea su identidad política o su ideología. La desconsideración y la falta de respeto a la ancianidad son actos inhumanos indignos de una sociedad civilizada.
Esta lamentable situación se advierte en la desafortunada política populista impulsada por el Gobierno, que se refleja en el maltrato a que
son sometidos los jubilados. No son útiles a sus propósitos, no tienen fuerzas, no pueden obviamente hacer huelgas, no tienen recursos para
hacer escuchar sus justos reclamos. La experiencia y la sabiduría ganadas a través de los años, no son aprovechadas  por una generación ambiciosa y corrupta.
Sin embargo, como nos tiene acostumbrados, el Gobierno ha fallado en sus perversos cálculos.        No ha tenido en cuenta la presencia de una fuerza de seis millones de electores que ya está preparada para discernir con tiempo suficiente a quiénes debe votar y a quiénes no debe votar Y esta vez, parece que la clase pasiva puede darle una inesperada sorpresa.