viernes, 17 de julio de 2020

LA PENA DE MUERTE EXISTE

Llama la atención que el abogado Guillemo Fanego haya sido acusado por los poderes ejecutivos de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires de ejercer una "defensa técnica" y, en su lugar, ejercer el "negacionismo del terrorismo de Estado" (¿?), en nota firmada por Yanina Michelena, apoderada de la Subsecretaría de DD.HH. de la provincia de Buenos Aires, habiendo el Centro de Estudios de Salta manifestado que: "El verdadero negacionismo es el del Estado argentino que niega la guerra declarada por el terrorismo marxista. En el caso del gobierno actual, dada su naturaleza peronista, el cinismo es doble: puesto que niega su participación terrorista a través de Montoneros y, también, a través de la Triple A. Es evidente que las Secretarías de DD.HH. de la Nación y de la Provincia tienen como función, a través del falso relato y de su accionar judicial, conculcar los derechos humanos de las personas que los designan como responsables de haber ganado la guerra contra la subversión. El ataque a Fanego es un claro ejemplo de negación del derecho de defensa de los perseguidos" (sic).
        En el artículo "Penas de muerte encubiertas", (Ecos de los setenta), por Agustín de Beitia (La Prensa, 25.6.20), el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, asegura que enfrentan juicios que están resueltos por anticipado, y que "afecta también a otros que no son sus fieles, como el caso emblemático del comisario Miguel Etchecolatz, un hombre muy mayor, que está deteriorado en la cárcel, con una enfermedad seria y porque algunos se oponen a que se le conceda la prisión domiciliaria (la Cámara de Casación Penal se la sigue negando) sigue detenido. Esa un caso que clama al cielo" (sic).
          Tampoco se puede ignorar que toda Latinoamérica fue atacada por la Unión Soviética, como patio trasero de Estados Unidos, a través de su peón de bregas, Fidel Castro, y Montoneros, ERP, FAR Y FAP, entre 1969 y 1979, cometieron 21.655 atentados terroristas que dejaron 1.181 víctimas mortales, amén de heridos y mutilados.
        Asimismo, todos los juzgamientos de los miembros de las FF.AA., de Seguridad y Policiales son inconstitucionales, dado que la Convención sobre Imprescriptibilidad de Penas de Delitos de lesa Humanidad fue ratificada por la Argentina en 2003, mediante al ley 25.778, y, por ende, no aplicable a los hechos de la década del '70, en virtud de que el Estatuto de Roma dispone su aplicación a posteriori de su ratificación.
        Recordemos que unos 2.400 militares y policías están sometidos a una inicua persecución judicial, presos en las mazmorras de Marcos Paz, Ezeiza e interior, con hasta 10 años no respetando los términos de prisión preventiva a la espera de ser juzgados, y ancianos mayores de 80 años están muriéndose de inanición y sin atención médica; y los condenados a prisión perpetua mayores de 90 años con enfermedades terminales, también se mueren, negándoles los beneméritos jueces la prisión domiciliaria, quienes carecen de derechos humanos, cuando los mismos jueces conceden ese beneficio a peligrosos delincuentes, asesinos, pervertidos y violadores, al cumplir los 70 años de  edad; como también a funcionarios políticos corruptos (peronistas)...
        Ya murieron en presidio unos 566 presos políticos de la democracia, después de pasar por ese martirio, quienes no cometieron ningún crimen o delito, sino que lucharon por Dios y la Patria, impidiendo que se instalara un régimen comunista, salvando a la Argentina de desaparecer en la noche oscura de los tiempos, y de ser una nueva Cuba, Nicaragua o Venezuela, que gracias a las Fuerzas Armadas..., vivimos en democracia (¡serán reivindicados por la Historia!), teniendo presente que el artículo 18 CN, dice: "Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas"...; lo que es impropio de una nación civilizada y cristiana (¿lo somos?) mantener a ancianos de 80 años en prisión, violando el Decálogo y la Constitución Nacional.
        Recordemos que Bartolomé Mitre dijo;  "Debe haber paz (la tranquilidad en el orden, según San Agustín) en los espíritus y orden en las ideas"; para enterrar el pasado. 

 Alfredo Nobre Leite