A l leer esta noticia publicada en Total News sentí una gran frustración por el elevado concepto que
tuve siempre de la diputada Elisa Carrió. No he escatimado elogios a su persona
por su integridad, su honestidad y sobre todo por la lucha que sostiene en
defensa de la democracia, de las instituciones y de los principios
republicanos. Nadie ignora la cantidad de denuncias contra la corrupción presentadas
a la justicia desde hace muchos años, aún en las épocas de un kichnerismo
intolerante y vengativo.
Triste impresión me causó el solo título del artículo: “Carrió armó otra reunión sobre
Malvinas para destrozar a Malcorra.” A esa reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores que
preside, invitó a los ultrakirchneristas la ex embajadora en Londres Alicia Castro y
Daniel Filmus, con los que se deleitó mortificando a Malcorrea, para debatir sobre
su política por Malvinas.
El solo hecho de dar participación a dos opositores enemigos
del nuevo gobierno, en la reunión de su Comisión en Diputados, con la finalidad
de destruir a su enemiga, no responde a la imagen que tenemos de su persona, de
ninguna manera, con mayor razón cuando la información nos habla de que también
fueron invitados a escuchar el debate ex
combatientes condecorados de las Malvinas . Causa la impresión de que se
hubiera querido armar un teatro en la misma Cámara, algo que escapa a la
seriedad, el protocolo y las buenas costumbres.
La embajadora fue dura en sus conceptos al calificar
el acuerdo firmado como “un tremendo desacierto”. Al lamentarse que Malcorra no haya querido
participar de la reunión anterior en la que se debatió el tema por primera vez,
Carrió aprovechó el pie para terminar de blanquear su encono: "No fue así.
Pasa que no la invité", dijo, despertando la risa de los presentes.
Otra actitud inapropiada que se manifiesta claramente como una burla y que provoca hilaridad en el recinto.
Carrió ha hecho de Malcorra uno de sus blancos fijos y la castigó tanto
por su política de apaciguamiento de Macri en su crítica al régimen de Nicolás
Maduro, como en su política hacía Malvinas, como recientemente en su fallida
apuesta por Hillary Clinton. Todos fracasos en los que embarcó al Presidente.
Es bien conocido su carácter independiente y la franqueza con que emite
públicamente sus opiniones, aunque sean opuestas o contradictorias a las del Presidente,
lo cual valoramos como virtudes propias
de una digna ciudadana al servicio del país, pero la actitud de franca enemistad
que le cupo en esta emergencia, con actos que podríamos calificar de improcedentes y en cierto modo
desafortunados, nubla el panorama que se tenía o se tiene de su personalidad.