La angustiosa y rigurosa carta que vamos a transcribir, es una cabal definición del drama que inopinadamente viven nuestros militares bajo la falsa acusación de delitos pomposamente denominados de lesa humanidad. Nada nos hacía pensar que un militar suboficial de las fuerzas armadas podría tronar verdades acusadoras contra sus superiores jerárquicos en frases de cruel autenticidad que revelan descarnadamente verdades imposible de refutar y que no cicatrizan al paso de los años.
Nosotros venimos combatiendo el cómplice silencio de juristas, periodistas, funcionarios gubernamentales, organizaciones internacionales, además de la iglesia, pero jamás tuvimos en cuenta otros silencios quizá más condenables que el autor de la carta nos muestra en su cruda realidad. A ella nos remitimos:
Señores
Generales de la Nación Argentina
De mi mayor consideración:
En mi calidad de Suboficial Mayor Retirado del Arma de Infantería,
prisionero del estado argentino, detenido ilegítimamente, procesado, con ya casi
cuatro años de prisión preventiva, me nace la inquietud de hacerles llegar
estas líneas.
Me dirijo a todos los Generales en actividad tras haberlo hecho en su
momento y en particular con los señores Jefes de Estado Mayor Gral. César Milani y Luis Cúndom, sin
haber obtenido ninguna respuesta. ¿Por qué será así?
Particularmente, a mí se me acusa de haber violado, siendo suboficial –
sargento – los derechos humanos hace 38 años. Todo esto… sin absolutamente ninguna prueba.
Al requerir por mi parte quién me acusa y qué pruebas existen en mi
contra, el “juez subrogante ”(NO JUEZ NATURAL) Eduardo Ariel Puigdéngolas, me manifestó: “A usted no
lo acusa ningunapersona, pero usted estuvo en San Rafael” (?), lo cual deja en evidencia
tanto la completa falta de imparcialidad como el hecho de que ya tenía una decisión tomada y que
era inútil la etapa de instrucción.
Es decir, las “pruebas contundentes” que pesan sobre mí y que me
convierten en delincuente son: Haber pertenecido al Ejército y estar destinado entre los años 1976/1980
en la Sección 144“San Rafael”.
Poseer la Aptitud Especial de Inteligencia y Comando.
Poseer la Aptitud Especial de Comando.
En virtud de tamañas arbitrariedades, hoy insisto en dirigirme a ustedes
dado que me resisto a creer,
o mejor dicho no puedo entender, cómo es posible que a 39 años de haber
librado un combate contra
fuerzas irregulares (entrenadas en el exterior), que tenían como
objetivo eliminar un millón de
argentinos para instalar el marxismo en el país, hoy seamos prisioneros
de aquel enemigo (más de
dos mil detenidos y casi 400 muertos en cautiverio); ¿cómo es posible
que a esta altura de los
acontecimientos y a casi diez años de reiniciarse un plan de venganza
denominado “política de
Estado”, la conducción de las FF.AA. aún continúen comprando el relato
de que cometimos un
genocidio y violamos los DD.HH.? Sí… sí… hubo hechos de exceso. Pero
ello fue la excepción. La
misión sublime de salvar a la sociedad argentina de las garras del
totalitarismo se cumplió
tal cual lo ordenaron.
Me sorprende la falta de dignidad ante los muertos, heridos y prisioneros
que se encuentran abandonados en el ocaso de sus vidas.
Hace casi cuarenta años yo era Sargento, por lo tanto, ustedes bien
saben que los suboficiales notuvimos la mínima posibilidad de planificar,
decidir y menos aún ejecutar ninguna acción que no estuviera debidamente
ordenada de acuerdo a las leyes y reglamentos militares.
“Entregué lo mejor de mi vida al Ejército y a la Patria”.
Hoy, luego de varios años de injusto e ilegal presidio, puedo afirmar:
"Nos entregaron al enemigo",
El Ejército me entregó para redimir “su culpa”. Para ello facilitó mi
legajo a las organizaciones de DD.HH. y al CELS, que preside Horacio Verbitsky.
Se viola la Constitución Nacional, principalmente los artículos 18, 27,
75 inc. 22.
Se invierte la carga de la prueba. Para lograr detenerme se ha realizado
un montaje judicialque pretende hacer creer que somos peligrosos para la
sociedad y que por ello el Estado “hace justicia” al apresarnos.
Se ha destruido el sistema de derecho al incorporar teorías extrañas al
mismo, cargadas deodio, y sólo nos juzgan a nosotros, mientras a los
terroristas los distinguen con cargos públicos.
Se violan, mediante una interpretación sesgada, los Tratados Internacionales
como el Tratado
de Roma, el Pacto de San José de Costa Rica, etc.
Se juzga con una justicia de doble estándar (por ejemplo, “yo, preso;
Milani libre”).
No se juzga con el Código de Justicia Militar. Nos cambiaron todas las
reglas de juego. Jueces que no son los naturales, tribunales especiales,
construcción de la memoria respecto de hechosfalsos…
No puedo creer que las FF.AA. continúen indiferentes ante tamaña
injusticia, haciendo pagar a los cuadros subalternos una fiesta en la cual no
tuvimos la más mínima posibilidad de decidir. No puedo entender cómo la
conducción de las FF.AA. permanece impasible ante las violaciones de
laConstitución Nacional y Tratados Internacionales. (Es lo que percibo desde el
cautiverio). No estoy sugiriendo ningún hecho de violencia, tal como se hacía
en otras épocas. Me sorprende la falta de dignidad ante los muertos, heridos y
prisioneros que se encuentran abandonados en el campo de batalla, más cuando
esos muertos, heridos y prisioneros… están en el ocaso de sus vidas.
No observo un solo gesto de contención, comprensión o solidaridad, ya no
con los presos, pero al menos con los familiares, dado que son quienes más
sufren.
Por otra parte, aún está la sangre pegada en las paredes y los restos
esparcidos por lascalles solitarias, los barrios y los cuarteles, allí mismo
donde cayeron nuestros camaradasbajo las balas asesinas y traicioneras del
terrorismo.
No me voy a detener en describir todas las violaciones e ilegitimidades
a las cuales estamos sometidos, dado que ya es público y notorio y está al
alcance de todo aquel que se interese.
“Ni siquiera se acercaron a nuestras familias para ver si necesitaban
algo”
Quiero expresarles, además, porque es probable que aún no lo hayan
percibido, que los más de 2000 prisioneros (sin olvidar los casi 400 muertos)
permanecemos moralmente enteros.
El Estado “enemigo” argentino no ha podido quebrar nuestra voluntad y,
tal cual nos entregamos enel pasado, hoy estamos dispuestos a morir de pie. Es
probable que cada muerte nuestra signifique en el futuro cientos de luchadores
que pelearán en todos los frentes para revertir la injusticia que hoy se comete
con nosotros.
Señores Generales, es preciso que comprendan que hoy lo que está en
peligro no es MI libertad sino
LA LIBERTAD DE TODA LA SOCIEDAD ARGENTINA. Mañana irán por otros
oponentes que “el modelo” creará.
Esta indiferencia por parte de ustedes, los Generales, se recibe y
percibe no de otro modo que como
TRAICIÓN Y DESPRECIO. Hemos sido entregados al enemigo, dejados
dispersos en el campo de
batalla, heridos, viejos, enfermos, indefensos y desprotegidos,
despojados de todos nuestros derechos
(hasta de ser atendidos en un hospital militar). Somos la carne de cañón
ofrecida por la institución
para redimir un pasado del cual no tuvimos la mínima o nula posibilidad
de decisión.
Esta indiferencia por parte de ustedes, los Generales, se recibe y
percibe no de otro modo que como TRAICIÓN Y DESPRECIO.
Hoy somos discriminados, ignorados y estigmatizados hasta por nuestros
pares. No existe un solo gesto de humanidad ni para con nuestros seres
queridos, que son los que más sufren. De parte de ustedes, los Generales,
nuestras familias no han recibido el más mínimo gesto, ni siquiera una sola
visita a sus domicilios para ver cómo están, qué necesitan, o para llevarles
alguna palabra de aliento a esas personas que ayudaron a sus hijos o a sus
nietos a recorrer la vida militar durante más de treinta años.
Si hoy me tocara partir de este mundo, lo haría mirando al Cielo, de pie
y bien firme, para que se vea la bayoneta traicionera del EJÉRCITO ARGENTINO
clavada en mi espalda, que traspasa hasta el pechoy atraviesa mi corazón..
Le entregué lo mejor de mí al EJÉRCITO Y A LA PATRIA. Treinta y tres
años de vida. Yo, hoy, no necesito probar mi inocencia; SOY inocente.
Sin otro particular, y con el mayor de los respetos y consideración,
saludo a los señores Generales del Ejército Argentino.
(*) Preso Político Argentino – Penal de San Felipe, Mendoza.