lunes, 13 de agosto de 2018

ANSES, YO ACUSO


Moralmente, ya que legalmente pareciera un imposible, asumo la conducta de Emilio Zola (J´Accuse) y acuso al Gobierno de la República Argentina de Genocidio.
Comienzo por decir que a finales de 1946 la Asamblea General de la ONU, recién creada, aprobó la resolución 96 en la que el término genocidio aparece por primera vez en un documento internacional. La resolución lo definió como «una denegación del derecho a la vida de los grupos humanos», independientemente de que estos «grupos raciales, religiosos, políticos o de otro tipo hayan sido destruidos por completo o en parte»
Otra definición es la siguiente: Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
Los fundamentos y los argumentos son lapidarios. El Gobierno por medio de la Anses y del Pami va destruyendo la vida de los jubilados, la mayoría ancianos, en forma sistemática y progresiva llevándolos a la muerte. El maltrato, que ya es tortura, el desprecio, el agravio y las notorias y tremendas injusticias en respetar la resolución de los expedientes judiciales son motivos de graves enfermedades físicas y mentales.
Cuando el Estado dice que no tiene recursos para ajustar jubilaciones, muestra su indolencia al ver padecer y morir a los viejos por simples enfermedades que podían haberse evitado.
Es una violación a los derechos fundamentales de la tercera edad, que van desapareciendo a medida que transcurren sus últimos años.
Los ancianos temen que la marginación y los impedimentos que la vejez trae consigo les haga perder sus derechos y puedan ser rechazados por la sociedad.
Cuando se les arrebata de la caja de jubilaciones centenares de miles de millones de pesos para gastos del gobierno y se advierte que se consumen las rentas del Fondo de Garantía de Sustentabilidad con el riesgo de paralizar los pagos de los haberes, el pánico silencioso, por que no tienen fuerza ni medios para gritar, de los pobres jubilados, afecta su ya deteriorada salud acortándoles indudablemente la vida.
Aparte de la carencia de una buena alimentación y de los medicamentos cada vez más necesarios a medida que avanzan los años, los invade el desconsuelo y la tristeza de verse abandonados, ya que los funcionarios, los legisladores, los periodistas y las instituciones humanitarias desconocen totalmente su existencia. Son el descarte de la sociedad.
El Gobierno está cometiendo un delito que sí es de lesa humanidad, el genocidio que encaja típicamente en la definición :“ Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”
:Tengo pleno conocimiento que una acusación ante los tribulnales de nuestro país, sería rechazada de plano. Las causas judiciales deben aportar pruebas y resulta imposible reunirlas en este caso. ¿Cómo puedo probar que la Presidente una vez agravió a la clase pasiva, imponiéndoles con sorna el apelativo de “buitres y caranchos”. ¿Cómo puedo comprobar que la rapiña de la Caja de Anses es ordenada por los gobiernos de turno, cual es público y notorio? ¿Cómo puedo aportar pruebas de que en los salones de Anses sus funcionarios en repetidas oportunidades celebraron la muerte de litigantes? ¿Cómo puedo probar que el descuento del impuesto a las ganacias fue gestionado por Anses. que apeló los fallos de los jueces previsionales que lo declararon inconstitucional? ¿Cómo puedo fundamentar la acusación de que La Ley de Reparación Histórica fue una extorsión a los jubilados? ¿Cómo puedo demostrar la multimillonaria defraudación a los fondos de Anses, cuando jamás se realizaron auditorías e investigaciones a este organismo, que sigue gozando de una impunidad insólita?
Si la Corte Suprema de Justicia no tuvo el valor de hacer cumplir sus sentencias, reiteradas veces ignoradas por la Anses. ¿Qué papel hago yo presentando esas pruebas en mi escrito que serían incontrovertibles? Sería bochornoso y humillante para el Supremo Tribunal y una demostración de la anarquía reinante en el país.
¿De qué manera puedo presentar pruebas de las muerte de miles y miles de jubilados, por las causas que acabo de detallar?. Sería necesario contar con una estadística jamás llevada a cabo, pues la tercera y cuarta edad no reúnen la importancia que tienen las vacas, los chanchos y los pollos. Todos sabemos esto, pero ¿quién lo dice, quién protesta, quién presta el mínimo interés?
Habría una lejana posibilidad de alegar “eutanasia” que es muerte inducida,en vez de “genocidio”. Pero no resistiría el menor análisis ya que eutanasia es muerte piadosa, una virtud que el Gobierno no posee, mientras el genocidio es muerte provocada pero perversa, una verdadera cualidad gubernamental.
Al acusar al Gobierno acuso también a la sociedad, a los políticos y al periodismo, ya que con su silencio son cómplices de este genocidio.