sábado, 24 de enero de 2015

Con la Pluma y con la Espada

Leemos en La Nación de hoy, 24 de enero 2015, un excelente artículo del reconocido comentarista político, Julio María Sanguinetti, ex presidente de Uruguay referido al peligro musulmán. Dice:
“Nos explicamos que a Europa, vieja, culta, rica (pese a un mal momento), abroquelada detrás de su cómodo Estado de Bienestar y su tolerante democracia liberal, le costara asumir que está en guerra. Lo entendemos, porque es triste y doloroso.”
Coincidimos con su expresión entre paréntesis “pese a un mal momento” pues delata el debilitamiento de las democracias europeas que se debaten en discusiones bizantinas acerca de la multiculturalidad, los derechos humanos de los inmigrantes, la inconsistencia de las políticas migratorias, las diversas interpretaciones de las libertades de expresión y de prensa, todo bajo tendencias populistas que buscan adhesiones políticas En nuestro blog “Habla la Experiencia” desarrollamos estas situaciones bajo el título “La Enfermedad de Occidente. En otro párrafo leemos:
."Por cierto, Occidente ha cometido disparates como la invasión a Irak, sustentada en un peligro militar inexistente y en la ingenuidad de pensar que se podía democratizar a un país sin la mínima cultura cívica. Y Europa, acobardada por el peligro interno del que adolece, con la misma ingenuidad (¿o cobardía o cinismo?) reconoce la existencia del precario Estado Palestino, en nombre de un derecho a la autodeterminación que el reconocido niega a su vecino Israel. Era cómodo pensar que el conflicto era musulmán-judío, hasta que comenzó la matanza de cristianos, y los degüellos en vivo y directo mostraron que aun ciudadanos franceses e ingleses eran ejecutores de los crímenes.”
Es realista la concepción que le da Sanguinetti a los errores de Occidente, tanto de los Estados Unidos, como de Europa y en este último caso atribuye a ingenuidad, cobardía o cinismo el reconocimiento del Estado Palestino en nombre de un derecho a la autodeterminación que los palestinos niegan a Israel. Además desarticuló el concepto del conflicto musulmán-judío, con la invasión de un terrorismo indiscriminado contra cristianos y no creyentes. Transcribimos un párrafo que es una propuesta:
“La batalla debería comenzar entonces por una real alianza con el mundo musulmán moderado. Alianza no sólo militar, sino doctrinaria, filosófica, educativa, psicológica, dirigida a detener el avance de esa juventud encandilada con el fanatismo.”
Es indudable que la propuesta apela al sentido común y a la necesidad de una unión cultural de dos civilizaciones opuestas. En tal sentido, nuestro parecer es que es una solución utópica, ya que los musulmanes moderados y con nobles intenciones de una integración llevan el estigma de una religión que en última instancia prevalecerá sobre sus conciencias. Mahoma les ordena matar al infiel, y si mueren en la empresa, los recibirá en el cielo con vírgenes a su disposición.
En su último párrafo hay un sutil reconocimiento a la dificultad de llegar a una real alianza, cuando dice con singular elegancia: Si creemos en las libertades y en la razón, en que al "César lo que es del César y a Dios lo que es Dios", debemos usarlas para defenderlas como fue siempre, con la pluma y -desgraciadamente- también la espada.