Por supuesto que todo el país
estará pendiente del discurso que pronunciará el Presidente Mauricio Macri el
primero de marzo en el Congreso de la Nación
Se especula que puede finalmente informar al pueblo sobre la tremenda
herencia que le dejó su antecesora en todos los órdenes de la Administración
Nacional, tanto en la economía como en la infraestructura, en la educación, en
la Justicia, en las relaciones exteriores, en las Fuerzas Armadas, en la
inflación, en la línea aérea internacional, en los organismos y oficinas
públicas, en la seguridad, en la lucha contra el narcotráfico, todo ello infectado
con la corrupción generalizada en todo el ámbito gubernamental.
Hay opiniones en conflicto
sobre el grado de hecatombe con que se puede informar a la sociedad acerca de una realidad que se
extiende día a día con el hallazgo de nuevos desfalcos, fraudes y estafas de
características alarmantes, como en el caso del PAMI que figuraba la venta de
medicamentos a 7.500 afiliados muertos.
Es comprensible y loable que
el Presidente se extienda en los planes futuros a emprender por el nuevo
gobierno, a fin de encarar la
recomposición económica, cultural e internacional del país totalmente
paralizado por la siniestra acción de su expresidente Cristina Fernández de
Kirchner. Pero hasta qué punto puede llegar sin el riesgo de provocar el
pesimismo de un pueblo castigado por la mentira, la inseguridad, la pobreza, la
droga y el soborno.
¿Existe
un catálogo de prioridades a que debe ajustarse para conformar a toda la
sociedad?. No. Entonces, ¿cuál será el meollo de su primera disertación como
Presidente ante el Congreso Nacional, Poder Legislativo, y el Poder Judicial?
Hay dudas y
desconcierto con respecto a la inclusión del importante tema de los Derechos
Humanos, pues a pesar de que Macri se
refirió al mismo en su campaña, con su recordada frase “terminar con el curro
de los Derechos Humanos”, comportamientos posteriores del secretario de dicho
organismo, el señor Claudio Avruj, dio por tierra con todas las esperanzas. Son
muchos los que consideran sus declaraciones inoportunas y faltas del conocimiento
necesario en la materia. Su innecesaria polémica con el funcionario de Caba, Lopérfido, a raíz de una opinión sobre la cantidad de desaparecidos, y por la cual tuvo la imprudencia de solicitar su cesantía al Jefe de Gobierno de la ciudad, lo colocó en una desairada situación. Para rematar su despropósito tuvo la ocurrencia de asumir como exacta la cifra de 7.800 citada por Lopérfido, pero reiteró la de 30.000 que mantuvo como simbólica
No se
esperaba una amnistía del primer mandatario, ni mucho menos, sólo que cumpliera
con la Constitución y las leyes emanadas, para que los juicios inválidos por
manifiesta ilegitimidad fueran revisados por un tribunal ad hoc a fin de que
simplemente se ajustaran a derecho. Hay declaraciones de reconocidos juristas que prueban su inconstitucionalidad.
Y aquí viene la pregunta obligada; ¿Hablará el
Presidente sobre el mencionado tema que envuelve la vida de miles de presos
políticos acusados de delitos de lesa humanidad? Por lo menos supo recodar a
los presos políticos venezolanos desoyendo agravios de Maduro. ¿Continuará guardando un sospechoso silencio sobre el trágico legado que deja ANSES , organismo que maneja el presupuesto más alto del país y cuya práctica destrucción consistió en la malversación de fondos por sumas millonarias, en la financiación al Estado, al Banco Central, a Aerolíneas Argentinas, a entes privados como Fútbol para Todos, con un abandono total de sus funciones naturales en la protección del dinero de los jubilados y en la substanciación de medio millón de juicios que fueron apelados y obstaculizados con la maliciosa intención de no pagar las sentencias?
Esta opinión puede ser
considerada como un alegato político, en ayuda del nuevo Gobierno y en franco
apoyo al Cambio prometido en la campaña electoral, y se publica cuatro días antes
del importante discurso presidencial, con el compromiso y el propósito de volver
nuevamente para su comentario final.