miércoles, 2 de noviembre de 2016

OPINIONES SOBRE LEGALIZAR CUPO FEMENINO


El 7 de octubre en el artículo “Ley de cupo femenino “me referí a la “inclusión” que con el relato incorporó el cristinismo a la vida pública del país y que se viene concretando mediante leyes discriminatorias que imponen cupos femeninos en perjuicio de la idoneidad y del derecho que tiene todo ciudadano a competir libremente para el ejercicio de un cargo público. Adelanto que ésta es uno de las tantas “inclusiones” e “igualitarismos” surgida del citado relato que brega por imponer una igualdad que en la realidad no existe.
Se han producido y se siguen produciendo con mayor frecuencia polémicas que giran alrededor de opiniones a favor y en contra de estas disposiciones legales que, por nuestra parte, catalogamos de fuerte extracción populista. Estas diversas opiniones nos permiten observar una curiosa incoherencia que se manifiesta en el hecho de hay hombres que apoyan la ley de cupo femenino y mujeres que se oponen a la misma. Nuestra opinión ya es conocida por anteriores artículos publicados en este Blogspot.
Es muy interesante leer y analizar los variados argumentos que se exponen para dar valorización a los criterios sustentados, teniendo en cuenta que algunos provienen de gente común y otros de personas letradas, de organizaciones públicas o centros de estudios. Precisamente esta diversificación nos permite comprobar que muchas veces el sentido común es más convincente que explicaciones de carácter didáctico o basadas en razonamientos engorrosos.
Comenzamos con la opinión del profesor de Derecho Constitucional de la UBA José Miguel Onaindia que manifiesta:
“Hoy la Corte, que ha vuelto a su número original de cinco miembros, sólo está integrada por una mujer y en la cobertura de vacantes producida este año por el nuevo gobierno, no se tuvo en cuenta el género ni en el Presidente. que propuso y designó, ni en el Senado que prestó el necesario acuerdo para los nuevos integrantes. La situación evidencia una injusticia flagrante pues es el derecho una de las áreas del saber que cuenta con una presencia de mujeres descollantes en sus diferentes ramas. Basta observar el importante número de titulares de cátedra de las múltiples facultades de derecho, la cantidad de matriculadas en los colegios públicos que ejercen la profesión de abogadas con destacada eficacia y las magistradas que ocupan cargos en los tribunales inferiores.
Esta injusticia debe cesar. Las fuerzas políticas deben comprometerse a respetar la paridad de género en la Corte.”
Antes de continuar con lo que opina la lectora Inés Menéndez Behety queremos señalar que no nos parece coherente que un profesor de Derecho Constitucional proponga la implementación de leyes que son inconstitucionales. Inés nos dice:
“La llamada ley de cupo femenino es un verdadero insulto a la mujer. Desconociendo la posibilidad de que pueda acceder a un cargo sobre la base de sus aptitudes profesionales e intelectuales, por su capacidad, en sana competencia con los hombres, se la desvaloriza y subestima otorgándole el "beneficio" de poder hacerlo sólo por su condición de mujer. Esto sin duda es una ofensa, un menoscabo, un desprecio hacia todas las mujeres. Es creer que no pueden equipararse al hombre cuando tanto se habla de equiparación. Angela Merkel o Michelle Bachelet, por citar sólo algunos ejemplos, no necesitaron de ningún "cupo" para llegar a donde están.
Lamento que los legisladores pierdan su tiempo tratando temas como éste, cuando hay otros mucho más importantes que reclaman su atención.”
Es una opinión personal de buen sentido común expresada con sencillez. El editorial del diario La Nación emite un juicio negativo:
“El caso de la ampliación -del actual 30% al 50%- del cupo femenino en Diputados, vuelve a agitar un debate nunca del todo cerrado e incluso callado durante mucho tiempo por considerárselo políticamente incorrecto. Nos referimos a qué es lo que se debe privilegiar a la hora de postular un candidato a la Cámara baja como a cualquier otro cargo público o privado: si el género o la idoneidad. En 1991, cuando se sancionó la denominada "ley de cupos" se llegó a hablar de "discriminación positiva" para justificar esa supuesta necesidad de incorporar un mínimo de 30% de mujeres en las listas electorales, con la aclaración de que se las debía incluir en lugares expectables, es decir, con posibilidades de resultar elegidas. Temían por entonces las defensoras del cupo que sus compañeros varones concentraran ese porcentaje hacia el final de las nóminas, sin posibilidad cierta de acceder a cargos.
Ya para entonces, desde estas columnas decíamos que ninguna discriminación puede ser considerada positiva. Poner un piso mínimo de bancas termina traduciéndose en un techo, pues, cumplida la exigencia, muchos podrían pensar que el objetivo ya fue alcanzado. Que no hace falta que sean más. O podría transformarse en una injusticia: si el día de mañana hay más mujeres que hombres en Diputados, ¿se deberá poner un cupo para que no se discrimine a los varones?”
Trascribimos por último otro criterio desfavorable publicado en Cartas de Lectores, correspondiente a la señora Zulma H. Hernández:
“En la Legislatura bonaerense se propone la obligatoriedad del 50% de cupo femenino en las cámaras. Jamás me sentí más humillada. Siempre pensé que los logros debían obtenerse por mérito, no por sexo. No me importaría tener un Congreso conformado por un 100 por ciento de mujeres o un 100 por ciento de varones si fuesen los mejores. En la Argentina, por ejemplo, ni Alicia Moreau de Justo, ni Lilita Carrió, ni Margarita Stolbizer, ni Graciela Camaño, ni María Eugenia Estenssoro, ni Norma Morandini, ni Florentina Gómez Miranda, ni Graciela Ocaña, ni María Eugenia Vidal necesitaron cupo para ocupar espacios. La peor discriminación que he visto es la que se hace por sexo. ¿Tendremos un Congreso formado por mujeres cuyo mérito será el parentesco?
Pido por favor que no aprueben semejante mamarracho y que, si lo hacen, la gobernadora lo vete, para que no borre con el codo el cambio que prometió en campaña.”
Dice sentirse humillada por la peor discriminación que se hace por sexo y basa en el mérito la obtención de logros.

Pensamos que la decadencia del populismo como política de gobierno abre camino a la libre expresión de ideas despojadas de tal sistema, programa o partido. Es así como paulatinamente veremos ir anulándose o modificándose leyes que fueron promulgadas al calor de un progresismo engañoso que no responde a la realidad social y política de un país democrático.