viernes, 18 de marzo de 2016

BARACK OBAMA Y CLAUDIO AVRUJ

La reinserción en el mundo, en la democracia y en los mercados internacionales es la prioridad del nuevo gobierno, de igual o mayor importancia que otros acuciantes temas surgidos luego del desastre moral, económico y político heredado de la anterior administración kirchnerista.
Así lo han entendido las nuevas autoridades que hace cien días asumieron el poder. Las relaciones con los países tradicionalmente amigos de la Argentina se están restableciendo con muestras claras de un cambio fundamental asentado en la llegada de mandatarios y funcionarios extranjeros y en el reconocimiento mundial a los esfuerzos y medidas iniciales que vuelven a estrechar lazos que nunca debieron romperse. La reciente designación de embajadores idóneos y cultos para el cumplimiento de su misión es un claro testimonio de que nuevamente tenemos un Ministerio de Relaciones Exteriores, inexistente durante más de una década.
La próxima visita del presidente Obama a nuestro país abre las puertas para renovados vínculos de amistad y colaboración con el país del norte. En tal sentido, es interesante advertir el entusiasmo observado en todos los estratos oficiales y privados, con excepción de las conocidas minorías antiyanquis motorizadas por militantes del gobierno anterior.
Sin embargo, hay un detalle que empaña este augusto acontecimiento, ya que aparece un capítulo olvidado del relato kirchnerista. en boca nada menos que de un funcionario jerárquico del equipo gobernante.
Se trata de Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos-Cultural de la Nación, que ya en otras oportunidades ha evidenciado su mirada parcial y tendenciosa que hemos señalado puntualmente, llegando a pedir la renuncia a su cargo. Pero si bien esos temas se pueden cocinar entrecasa, dicho vulgarmente, esta vez su insidiosa imprudencia se manifiesta tomando ventaja de la visita de Obama para proseguir su política de corte populista con la bandera de los derechos humanos, enarbolada como una incitación a que un presidente extranjero, en nuestra propia casa, agite el dedo acusador sobre los militares verdugos y asesinos de los años 70.
 En un artículo publicado el día 17 de marzo, en vísperas de la anunciada visita nos dice que” la desclasificación de los archivos de la época de la Dictadura es una necesidad para continuar con los juicios a los militares “y que “es un paso adelante en nuestro objetivo de cumplir con los postulados de Memoria, Verdad y Justicia, con el afán de revisar nuestra historia”. “Es además otra muestra de una nueva relación que hemos decidido encarar con la comunidad internacional. Agradecemos la voluntad de cooperación del gobierno de Barack Obama y reiteramos nuestro deseo de solidificar un vínculo mucho más provechoso con los Estados Unidos y con el resto de los países del mundo”.
Esta declaración expresada públicamente por un funcionario oficial que se identifica con el título que ostenta, ¿se puede considerar como la comunicación oficial del Presidente de la Nación, Mauricio Macri?
Obligadamente, debemos continuar con una interpretación concisa del escrito de Avruj. Quiere decir que Obama nos ayudará a condenar a nuestros militares y a cumplir con los postulados de Memoria, Verdad y Justicia, que según él se refieren sólo al bando de los montoneros. Que ése es el vínculo mas provechoso con los Estados Unidos.
Nos dice “con el afán de revisar nuestra historia”, que suponemos ha de ser el mimo afán de la expresidente en su revisionismo histórico.
Al principio de este artículo nos referíamos a la saludable decisión del nuevo gobierno en el restablecimiento de las relaciones internacionales, en general, y en particular con los Estados Unidos. No era nuestra intención particularizar  nuestros comentarios sobre un escrito aparecido en forma imprevista e inconsulta que compromete realmente al gobierno y en especial a nuestro presidente.
Daremos difusión a ésta, nuestra respuesta dirigida al secretario de los Derechos Humanos e inclusive a los organismos nacionales, con la sana finalidad de que pueda corregirse el rumbo torcido y desviado que se pretende dar a las relaciones internacionales de nuestro país.
 No olvidemos que la bandera de los derechos humanos ya fue usada perversamente en forma proselitista, por el matrimonio Kirchner, al igual que la revisión histórica.

Y no olvidemos que la muerte en cautiverio de casi 400 presos políticos es una mueca siniestra, resultado de esa política populista.