En su carta del 31 de enero el doctor Luis René Herrero afirma
que todos los gobiernos desde 1983 han usado las jubilaciones como variables de
ajuste en sus programas económicos, y la endémica crisis económica, lejos de superarse, se
profundiza por la inoperancia y la falta de ideas de los gobiernos que se
sucedieron. Las reiteradas emergencias previsionales y los
centenares de miles de juicios por reajustes de haberes que son su corolario no
existían antes de 1983.
Esta opinión es rebatida por el
doctor Alejandro G. Chiti con el argumento de que el programa de Reparación
Histórica implementado desde 2016 ha permitido la recuperación de haberes de los
jubilados, sin necesidad de iniciar un juicio contra Anses.
Previo a colocar las cosas en
su lugar, debemos señalar que el doctor Chiti, con anterioridad a su
nombramiento, junio de 2016, en el cargo de Secretario de Seguridad Social en
la órbita del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, fue Director de
Sentencias de la Anses, lugar en que trabajaba en la implementación de dicho
Programa.
El referido Plan aprobado
como Ley de Reparación Histórica, resultó ser una auténtica extorsión pues se
ofrece el pago inmediato de las sentencias, con una sustancial rebaja, bajo la
condición de que el demandante acepte una quita del 50% sobre la suma que
correspondiera a la retroactividad y con el agravante de que se comprometa a la
renuncia de futuros juicios previsionales contra el Estado, respecto a su caso.
Inconstitucional, pues nadie puede ser obligado por coerción a renunciar a sus
derechos.
Fue un engaño mayúsculo que
se basó en las demoras que la misma Anses provocaba en los juicios, de 10 a 20
años, lo que obligaba por necesidad a obtener la aceptación del
litigante. Pero no se detuvo aquí el cruel embuste, sino que, sorpresivamente,
Anses comenzó a pagar las sentencias, con la aludida rebaja, sin la aprobación
del litigante, pero siempre con la condición de mantener ese aumento ya
otorgado a la espera de la rendición del jubilado con la aceptación del
Programa mediante abogados, y funcionarios de Anses.
Se dio una fecha de
vencimiento de varios meses, postergada tres o cuatro veces a la espera de la recepción del documento que diera conformidad al Programa, pero si a esa
fecha no se recibía la respuesta, el aumento acordado sería anulado con el
descuento de lo abonado.
Los jubilados menos avisados
que continuaban los juicios en la creencia de que ese pequeño aumento obedecía
a un reajuste menor, se vieron sorprendidos con la disminución de sus haberes y
el descuento progresivo de lo recibido, al vencer la fecha fijada sin que
hubieran manifestado su adhesión.
Como
un agregado contundente a nuestra afirmación, es oportuno recordar el
comentario de Alberto Cibils Madero publicado en La Nación en el año 1986,
titulado "La Increíble Estafa del Sistema Jubilatorio Argentino,"
donde manifiesta sin ambages que este Sistema es la estafa más profunda, más
hábilmente disfrazada y más regresiva que los argentinos hayan soportado
nunca.
Estimamos
que hoy, a 34 años, se expresaría en iguales términos lo que, a no dudar, lo han convertido en el Nostradamus
"previsional argentino"