Menos mal que todavía conservo los recuerdos de mi niñez y adolescencia durante mis años escolares. El 20 de febrero de 1813 se enfrentaron las tropas patriotas al mando del Gral. Belgrano y las realistas comandadas por el Gral. Tristán. La Batalla de Salta - la victoria más importante dentro de suelo patrio librada en pos de la independencia.
El 25 de Mayo de 1913 se inauguró el artístico monumento en el lugar de la batalla.
Aunque muchos ciudadanos obstinadamente y con buenas intenciones y propósitos lo nieguen, ha triunfado lamentablemente la revisión histórica pergeñada por la Presidente. Hoy no leemos en ningún medio una sola palabra rememorando uno de los hechos más trascendentales de nuestra independencia. Es difícil entender una omisión de esta naturaleza, ya que debo suponer que el Ejército Argentino lo habrá conmemorado y aunque más no sea esa noticia debió publicarse.
¡Honor a nuestros patriotas olvidados que dieron paso a Castro, Chávez y Kirchner, bazofias enquistadas en la historia triste de América!
Nunca hubiera cabido en nuestra imaginación que por obra de un gobierno nacional se llegara a profanar la verdad histórica de nuestro nacimiento y crecimiento como nación libre e independiente.
Con la pusilánime aquiescencia de un pueblo sometido, creció un relato malicioso y falsario que fue destruyendo los hechos históricos, los próceres de nuestra independencia, los símbolos patrios y la vocación de los argentinos para continuar edificando una república democrática, a la faz de un mundo que nos admiraba y respetaba.
El olvido de este hecho que hoy recuerdo, como de tantos otros que siempre he rescatado, si resulta explicable en un gobierno autoritario y populista que voluntariamente lo impulsa con una planificación ad hoc, me resulta incomprensible y condenable en el periodismo que se tilda de imparcial e independiente. ¿Acaso no he sido testigo en mi juventud de publicaciones conmemorativas de todos los diarios de mi época, recordando y resaltando en grandes titulares y artículos de escritores e historiadores, los jalones de nuestra historia patria?
Tengo presente (y archivado) un muestrario de las cartas que he dirigido a los directores de los principales periódicos del país, con referencia a estos "olvidos" inexplicables y no se han publicado ni he recibido respuesta. Ignoradas. Como esas cartas constituyen un crítica, si bien respetuosa y razonable, reciben una censura del filtro editorial, pues resultaría vergonzosa su difusión. El periodista nunca se equivoca, pero si lo hace, hay que ocultarlo.
Como lo señala el título, es éste el cuarto artículo que dedico al periodismo que calla. Con el tiempo el criptograma se va resolviendo y la experiencia me hace recurrir a viejos axiomas que me aclaran el panorama, ellos son: No hay que remar contra la corriente, no hay que escupir al cielo, se ruega no irritar al ciervo,en boca cerrada no entran moscas, the sunny side of de street, hay que caminar del lado soleado de la calle, el silencio tiene su precio, la libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oir. Son consignas que los trabajadores intelectuales de los prestigiosos diarios cumplen religiosamente.