sábado, 23 de mayo de 2015

UN PERSONALISMO DEVASTADOR

No es noticia novedosa que Cristina Fernández de Kirchner maneja a su país como la dueña de una estancia. No vemos el momento de que al término de su mandato  se reintegre finalmente al lugar que le corresponde.  La enumeración de los hechos que son testimonio de este comentario sería demasiado extensa y por demás conocida, pero no resisto el impulso de resaltar los últimos episodios de esta larga saga que la coloca en la verdadera dimensión de su equivocado concepto de propiedad.
En efecto, justificando su decisión personal  de ausentarse de los tradicionales Te Deum en la Plaza de Mayo, que todos sabemos se debió a su manifiesta enemistad con el ex Arzobispo de Buenos Aires, hoy el Papa Francisco, Cristina optó de nuevo este año encabezar el Te Deum en el interior bonaerense por "razones afectivas". "La motivaron su fuerte devoción a la Virgen de Luján y el recuerdo de que el tedeum del Bicentenario en ese templo histórico fue la última celebración religiosa que compartió con Néstor Kirchner".
 ¿En algún momento tomó en consideración el pensamiento y los deseos del pueblo? De ninguna manera,  prima su voluntad y su afección personal sobre todas las motivaciones históricas. tradicionales y protocolares que han regido los actos públicos de la Nación.
Es tal el error de ubicación y del conocimiento cabal de sus funciones como presidente de un país democrático, que llegó a ordenar a la banda militar del regimiento Granaderos de San Martín la ejecución del Himno Nacional al ritmo de una cumbia, para bailarlo en medio de la Plaza de Mayo con la ondulación de sus caderas al estilo propio de una vedette.
Por su cuenta y riesgo ordenó en varias oportunidades al capitán del avión presidencial, en vuelo oficial, efectuar escalas imprevista fuera de la agenda programada, al solo efecto de satisfacer sus deseos personales por razones turísticas, económicas, o antojadizas de otro orden.
En su viaje de regreso de la China dio órdenes terminantes  para que no se informara oficialmente  la fecha, hora y lugar de aterrizaje en  el país. Semejante insólita decisión fue obedecida hasta por los medios privados, que silenciaron su arribo. La obligada difusión de los actos oficiales, la diplomacia, el sentido común  fueron dejados de lado, una verdadera ofensa a la opinión pública, a los funcionarios del gobierno, a las representaciones extranjeras, en especial a la embajada china que debió esperar su regreso, como corresponde, sin que se brindara una explicación  sobre los motivos  de esta insólita medida.. Dio pábulo, naturalmente, a rumores sobre cierto “exceso de equipaje” que llenaba las voluminosas bodegas del Boeing presidencial.
Es evidente que su comportamiento es propiamente el de la viuda de un estanciero puesta a administrar con soberbia y petulancia y sin  la capacidad e idoneidad necesaria una herencia recibida de improviso

Esta falta de criterio se une a un erróneo entendimiento de autoridad, que ha confundido en forma permanente con autoritarismo, de modo que la conducción del país se ha transformado en el capricho de las veleidades de una advenediza imbuída de ambición y de poder.