jueves, 7 de mayo de 2015

UN TOQUE DE ATENCIÓN (II)



En el artículo de mismo título publicado el 2 de mayo ppdo. transcribí el discurso pronunciado por el parlamentario holandés Geert Wilders en el Hotel Four Seasons de Nueva York porque me impresionó fuertemente y lo consideré un toque de atención a ser tenido en cuenta.
La invasión islámica en Europa es un grave problema que empieza a inquietar a los países europeos, cuando debieron haberlo considerado y enfrentado muchos años antes. ¿Comienza la decadencia de la civilización occidental? ¿Existe una real conciencia del avance planificado del islamismo?
Otro interesante comentario transcribo de la periodista Luisa Corradini, referente a Inglaterra. Es un poco extenso, pero no hallé forma de resumirlo dado el cuidadoso detalle de su desarrollo.
La primera transcripción fue calificada de "escalofriante," aunque yo diría cruda y realista, emanada de un parlamentario sobre su propio país. La segunda, de la periodista Corradini, podría considerarse más objetiva, pero de cualquier manera preocupante.
Antes de proceder a su lectura me atrevería a sugerir un repaso a mi primer artículo con el fin de tener un panorama más claro de la gravedad del asunto.

Polvorín: Luton, la ciudad británica marcada por el extremismo y la intolerancia
Por Luisa Corradini
Diario La Nación

LUTON, GRAN BRETAÑA.- El viernes 11 de enero de 2013, un baldazo de agua helada estropeó el sacrosanto desayuno de los británicos: todos los noticieros del país anunciaron que, después de Londres, los blancos habían pasado a ser una minoría en otras tres importantes ciudades del país. Y, para colmo, que la tendencia no hacía más que empezar.
"La proporción de white british [británicos blancos] es oficialmente inferior al 50% en Leicester, Luton y Slough", habían descubierto los investigadores de la Universidad de Manchester. "Y lo mismo sucederá a fines de la década en Birmingham, la segunda ciudad del país", advertían.
Según el estudio -confirmado desde entonces por numerosas fuentes-, Slough tenía la menor proporción de blancos de Gran Bretaña (35%), mientras que en Leicester y en Luton esa cifra era de 45 por ciento.
"La proporción de white british [británicos blancos] es oficialmente inferior al 50% en Leicester, Luton y Slough"
Aquel día, Nigel Farrace y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), su formación populista y antiinmigración, ganaron varios miles de votos.
Hoy, dos años después, uno de cada cinco residentes de Luton es de origen paquistaní o bengalí. Una proporción que aumenta sensiblemente en el barrio musulmán de esa ciudad de 200.000 habitantes, ubicada 50 kilómetros al norte de Londres. Entre tanto, el UKIP pasó del 3,2% de los votos en las elecciones parlamentarias de 2010 al 11% de intenciones de voto para hoy.
Visitar Luton es una experiencia única, rara. Como si el piloto del avión, en vez de aterrizar en su aeropuerto low-cost -allí mismo donde nació la aerolínea Easy-Jet- hubiera girado hacia el este del mundo para terminar posándose en Islamabad.
A primera vista, Luton es como cualquier ciudad de una región asiática: misma atmósfera exótica y tensa, misma línea inagotable de negocios halal, de agencias de viaje y de transferencia de dinero hacia Paquistán, boutiques de venta de alfombras de Cachemira y bazares orientales, todo escrito y hablado en árabe, en urdu o en bengalí. Los hombres visten de blanco, con túnica y taqiyah (gorro islámico); las mujeres, de riguroso negro, con niqab.
Luton es como cualquier ciudad de una región asiática: misma atmósfera exótica y tensa
Pero no todo es oriental en esa antigua ciudad obrera, que en el pasado se enorgullecía de su gigantesca fábrica de autos Vauxhall, cerrada en 2002. Algunas cosas recuerdan al visitante que, en realidad, Luton está en el vientre de esa Inglaterra olvidada por gobiernos de derecha e izquierda, despreciada por las elites, segregada y sin futuro. Por ejemplo, esas ininterrumpidas filas de casas de ladrillo colorado y puertas blancas, anodinas, y sacudidas a intervalos regulares por estridentes Airbus naranja a punto de aterrizar.
Con su 25% de musulmanes, sus 25 mezquitas, su concentración de extremistas y de blancos exasperados, Luton se ha transformado con el tiempo en un polvorín. También se convirtió en un campo privilegiado para Prevent, el programa de "prevención del extremismo violento", desarrollado por el gobierno después de los atentados suicidas en el subte de Londres en 2005, perpetrados por un puñado de "locos de Alá".
Peter May es uno de esos blancos desesperados. Para no tener que decirlo cada vez que abre la puerta de su modesta casa de Guilford Street, colgó un cartel en medio del pasillo de entrada: "Welcome to hell" (bienvenidos al infierno).
Se convirtió en un campo privilegiado para Prevent, el programa de "prevención del extremismo violento", desarrollado por el gobierno después de los atentados suicidas en el subte de Londres
A los 45 años, ese hombre robusto, que ingresó en la empresa nacional de ferrocarriles a los 16, perdió su puesto hace 36 meses y, agotados todo sus derechos al seguro social, se ve obligado a recurrir a los bancos de alimentos. "Nunca imaginé semejante humillación, después de haber trabajado toda mi vida", confiesa, mientras abre una alacena. "¿Estas pastas? ¿Este aceite? ¿Estos ravioles en lata? Yo como gracias a las ONG. Cuando Gran Bretaña, con sólo 6% de desocupados, tiene una de las tasas de desempleo más bajas de la Unión Europea", se lamenta.
Según el Trussell Trust, una de las asociaciones más importantes de gestión de bancos de alimentos de Gran Bretaña, el número de personas que recurrieron a esa ayuda sólo en su propia red pasó de 128.697 en 2011-2012 a 913.138 en 2013-2014.
En un informe publicado en diciembre pasado, el arzobispo de Canterbury se alarmó por el creciente número de británicos golpeados por el hambre y denunció el deficiente sistema de ayudas sociales y la exigüidad de los salarios.
"Hay gente que no puede comprar comida en este país", destacó, a su vez, el informe de Feeding Britain, una comisión formada por parlamentarios de todos los partidos.
Mientras tanto el número de candidatos a la inmigración podría duplicarse este año. En 2010, 252.000 ciudadanos procedentes de la UE y de otros países entraron legalmente al país, y batieron todos los récords. Este año, a pesar de las promesas del primer ministro conservador David Cameron de reducir la inmigración "a unas pocas decenas de miles", los especialistas estiman los arribos en unos 300.000.
En el terreno de los indocumentados, las perspectivas no son mejores, según el director de la UK Border Force: "Mientras unos 18.000 ilegales intentaron ingresar entre 2013 y 2014, la cifra podría alcanzar al récord de 30.000 en los primeros diez meses de este año".
Mientras unos 18.000 ilegales intentaron ingresar entre 2013 y 2014, la cifra podría alcanzar al récord de 30.000 en los primeros diez meses de este año
"La exclusión social, la desigualdad y las dramáticas distancias entre sectores de la población son los culpables de la xenofobia, el racismo y la intolerancia", señalan los responsables de Trussell Trust. "Las primeras víctimas son, naturalmente, los inmigrantes", insisten.
En la vasta sala de plegarias del centro islámico Al-Hira, Kebir Masud, hijo del imán que administra el sitio, de 18 años y taqiyah turquesa en la cabeza, se presenta como una pieza esencial del dispositivo Prevent.
El programa comenzó durante el gobierno del premier laborista Tony Blair, "como una operación destinada a espiar a los musulmanes y recuperar informaciones sin preocuparse de la situación en el terreno", dice. Según él, "desde 2010 las comunidades participan mucho más".
Kebir afirma tener "buenas relaciones" con los dos policías de Luton a cargo del programa. Ambos visitan periódicamente la mezquita y van a informarse de las novedades. "Nos piden que colguemos afiches recordando a las familias que deberían señalar a sus miembros que parten a Siria a hacer la Jihad [guerra santa]", dice.
"Es en nuestro propio interés hablarles: mi religión no enseña el odio", dice el joven, que también participa en la campaña Notinmyname, lanzada por los musulmanes que desean desmarcarse del terrorismo jihadista. Esa convicción no le impidió, sin embargo, ir a manifestar frente a Downing Street, sede del premier británico, contra los dibujos de Charlie Hebdo "que insultan a los musulmanes, propagan el odio y ponen a prueba la paciencia", afirma.
En todo caso, Kebir pasa parte de su tiempo tratando de dialogar con los jóvenes que parecen perdidos o con padres totalmente desamparados que no consiguen controlar a sus vástagos, embriagados por las mentiras que los movimientos radicales difunden por Internet
El centro también organiza entrenamientos de fútbol o actividades sociales, muchas financiadas por Prevent. Pero la acusación nunca está lejos: en el papel, el programa tiene por objetivo todas las formas de radicalización. "Pero todos saben que los grupúsculos neonazis preocupan al gobierno menos que los jihadistas", dice Hadmed al-Oudy, amigo de Kebir.
"Seamos honestos", dice Amjad Khan (su nombre ha sido cambiado), coordinador del proyecto. "La verdadera amenaza es el islamismo radical, no la extrema derecha." La exigencia de anonimato, así como la obstinada negativa de la municipalidad de Luton a hablar sobre la cuestión confirman el clima de tensión que existe en torno a ese programa. Sus animadores, todos musulmanes, son incluso tratados de "traidores" en ciertas zonas de la ciudad.
Pero ¿en qué consiste concretamente Prevent? "Se trata de identificar aquellas personas vulnerables e impedirles que hagan el camino que las conducirá al terrorismo", explica Khan, hijo de inmigrantes paquistaníes que en algún momento se sintió atraído por la Jihad. Al principio, el gobierno distribuía subvenciones a unas 60 municipalidades con importante población musulmana. Pero los delegados locales no sabían realmente qué hacer con ese dinero y terminaban montando proyectos absurdos con el argumento de luchar contra el extremismo.
Se trata de identificar aquellas personas vulnerables e impedirles que hagan el camino que las conducirá al terrorismo
En 2010, el gobierno de Cameron denunció esas prácticas, modificó el dispositivo y fijó como objetivo no sólo el paso al acto, sino también la ideología islamista.
Promulgada en febrero, la nueva ley contra el terrorismo trata de recentrar el programa y reforzarlo, haciéndolo obligatorio. Una forma de superar la oposición de los principales agentes (profesores, trabajadores sociales o imanes), que en el terreno bloquean a veces la acción por temor a "estigmatizar" a los musulmanes.
Uno de esos críticos es Jonathan Russell, responsable del círculo de reflexión Quilliam, una extraordinaria fábrica de ideas de la lucha contra la islamización, creada por dos extremistas arrepentidos. Para él, protegidos por la sacrosanta libertad de expresión religiosa que rige en Gran Bretaña, los grupos de presión islamistas aprovechan las fallas del sistema para adoctrinar.
Russell señala como ejemplo el reciente escándalo de algunas escuelas en Birmingham, donde enseñantes pagados con fondos públicos discriminaban a las niñas, denunciaban a otras religiones y amenazaban a los recalcitrantes.
Para Amjad Khan, a pesar de las resistencias, las cosas avanzan. "Nuestro trabajo también pasa por el diálogo para desarmar la «victimización»", señala. "A los jóvenes les digo: «Vivís acá, tenés los mismos derechos que los demás ciudadanos británicos, las mismas oportunidades laborales». Es un argumento eficaz, porque tenemos ejemplos de progreso en muchas familias", agrega.
No es fácil, sin embargo, imaginar el éxito de Prevent en una ciudad donde el islamismo -si bien minoritario- se muestra a la luz del día. Luton es la cuna del movimiento Al-Muhajirun, del imán Anjem Chudary, conocido por sus manifestaciones callejeras, donde reclama la aplicación de la sharia (ley islámica) en Inglaterra. "El que insulte a un profeta debe ser condenado a muerte", afirmó impunemente en Londres poco después de la matanza en Charlie Hebdo.
Luton es la cuna del movimiento Al-Muhajirun, del imán Anjem Chudary, conocido por sus manifestaciones callejeras, donde reclama la aplicación de la sharia (ley islámica) en Inglaterra
Luton conoció incluso un ambiente de guerra civil en 2009, cuando unos 50 "barbudos" insultaron a los soldados británicos que regresaban de Irak y desfilaban por las calles aclamados por el público. Frente a las banderolas "Gobierno británico = terrorista" o "Soldados ingleses, carniceros de Basora, váyanse al infierno", se izaron banderas de "No a la sharia" y "El pueblo está harto". Así nació la English Defense League (EDL), milicia de cráneos rapados antimusulmanes. Una mezquita terminó incendiada.
Para muchos especialistas, sin embargo, los manifestantes no eran extremistas.
"Esa reacción ilustra la cólera y la frustración de la comunidad musulmana que no consiguió moderar la política exterior de Gran Bretaña en Irak o en Afganistán", afirma Rizwaan Sabir, especialista de extremismos religiosos en la universidad de Nottingham. "Esa gente no soporta más la humillación cotidiana de iraquíes y afganos. Para ellos, el ejército es el símbolo de la sociedad imperialista británica y occidental", añade.
"Podría haber terminado en catástrofe. Había que hacer algo", recuerda el pastor Lloyd Denny, presidente del grupo Luton in Harmony, que promueve relaciones intercomunitarias a través de acontecimientos festivos. Después de varios enfrentamientos callejeros, la tensión parece haber cedido el paso a una aparente serenidad.
Mucho ayudó que Tommy Robinson, líder de la EDL y residente de Luton, renunciara en forma espectacular a la organización en 2013 después de haber dialogado con un imán moderado en una emisión de la BBC. Simultáneamente, el gobierno prohibió el movimiento del imán Chudary, aun cuando resucita periódicamente con diversos nombres.
En enero, luego de la masacre de Charlie Hebdo, los responsables del MI5, los servicios de inteligencia internos, advirtieron que un ataque terrorista en Gran Bretaña era "altamente probable". Aunque no lo digan, Luton es uno de esos puntos rojos que titilan en el mapa del islam radical en este país.
Población
Ubicada 50 kilómetros al norte de Londres, Luton tiene una población de unos 200.000 habitantes, un cuarto de ellos de origen musulmán
Kamikazes
La ciudad fue señalada como el lugar en el que se conocieron los cuatro kamikazes que atentaron en 2005 contra el sistema de transporte de Londres, cuando hubo 56 muertos
Plan
Luton se convirtió en un campo privilegiado para Prevent, el programa de "prevención del extremismo violento" desarrollado por el gobierno