Es un momento propicio para actualizar el llamado que publicara el 4 de enero del corriente año.
Hay una corriente favorable que que nos invita a votar por nuestro futuro y aquí lo reproduzco.
Sufrimos el maltrato y la desconsideración del Gobierno porque ya estamos en el período de la vejez, no somos útiles a sus propósitos, no tenemos fuerzas, no podemos obviamente hacer huelgas, no tenemos otros recursos que puedan ayudarnos a llamar la atención de una sociedad sorda y egoísta.
Los años que hemos trabajado para el engrandecimiento del país, aportando además, de nuestros haberes, el dinero necesario para asegurar nuestra vejez, la experiencia ganada que nos da bondad y sabiduría, todo es vilmente despreciado por una generación ambiciosa y corrupta. Es la triste verdad que venimos afrontando.
El ciudadano, al momento de jubilarse, es defraudado deliberadamente, al efectuarse una liquidación menor a lo que corresponde por ley. No tiene otra opción que iniciar por via judicial una acción tendiente a obtener el reajuste de sus haberes. Así ingresa a la dolorosa cofradía de los jubilados. Y así también comienza el via crucis de más de 15 “estaciones”. Los juicios se demoran, se paralizan, se obstruyen maliciosamente, se apelan cuando existe un compromiso internacional de no hacerlo, se desoyen las sentencias judiciales, incluso de la Corte Suprema, y no se pagan las liquidaciones ordenadas.
Los Fondos de Garantía de Sustentabilidad, es decir la Caja de Anses, es saqueada por el Gobierno para financiar Fútbol para Todos, para ayudar al Banco Central, para conjugar el cuantioso déficit de Aerolíneas Argentinas, para frenar la cotización del dólar, para brindar auxilio económico en las catástrofes naturales con la hipocresía de malinformar que los fondos proceden del Tesoro Nacional, para otorgar continuamente “préstamos” al gobierno que nunca son devueltos.
Con ese panorama los jubilados, al vetar la Presidente el 82% móvil, reciben reajustes anuales, una verdadera limosna que se les otorga por gracia monárquica.
El Gobierno toma ventaja de la situación indefensa de una clase pasiva, agobiada por los años y el maltrato a que se ve sometida, insultos y agravios de por medio, buitres y caranchos en boca de la Presidenta. Inexplicable el silencio de políticos, industriales, comerciantes, profesionales, gremios, instituciones y buena parte del periodismo.
La tercera edad existe y no es descartable. La ingratitud y el desprecio hacia los mayores no pueden tener cabida en una sociedad, cualquiera que sea su identidad política o su ideología. Los jubilados han tomado debida nota de estas consideraciones y han asumido la decisión de poner en marcha la fuerza de la clase pasiva. Estamos conformando una red de asociaciones que, gracias a la cibernética, se reproducen muy rápidamente con la meta invalorable de una finalidad común a todos, una justicia reparadora sin discriminaciones étnicas, políticas o religiosas. Somos en el país entre 6 y 8 millones y estamos en contacto con nuestros colegas en el exterior que, para nuestra sorpresa, son no solo una gran cantidad, sino que su entusiasmo nos supera.
No estamos descartados, para nada. Seremos una fuerza considerable en las próximas elecciones. Estaremos preparados para intercambiar ideas y opiniones con plazo suficiente para saber a ciencia cierta a quiénes debemos votar y a quiénes no debemos votar, siempre con el pensamiento puesto en el futuro de nuestros hijos, nietos y bisnietos. El tiempo nuestro es corto, ya lo sabemos, pero bien vale la pena lucharlo. Seguiremos trabajando con la sabiduría que da la experiencia, con los principios morales que no llegaron a corromperse y con el amor que siempre, en todo momento y lugar, hemos profesado a nuestra bien amada patria.
¡Sepa el jubilado votar!