Derechos Humanos en Argentina 2016 : Distintos ante la ley
publicado a la(s) 28 ago. 2016 15:58 por Julio Mendoza
Claudio Avruj, Secretario de DDHH de Argentina
“Si mañana a Alfredo Astiz, por cumplir 70 años, le dan la domiciliaria,
también la objetaremos, porque además de la edad hay que ver su estado de
salud, si es peligroso o no. Figuras como Astiz o la de Etchecolatz nos
provoca, como a toda la sociedad, un rechazo. Por lo que hizo y por lo que
representa…” le dijo Claudio Avruj, mandamás de la Secretaría de Derechos
Humanos de Argentina a un periodista hace unas horas.
Avruj es funcionario, claro, y tiene la sartén por el mango, como decía
mi abuelita… yo apenas soy un mortal ciudadano que un día de hace mucho tiempo…
se preguntó ¿por qué?
¿Por qué algunos sí y otro no? ¿Por qué unos presos y otros libres? ¿Por
qué unos tan ángeles y otros tan demonios? ¿Por qué algunos tanto… y otros tan
poco? ¿Por qué unos con tanta prensa, y otros sin voz?
Curiosamente, cuando entré al primer piso del Hospital Penitenciario de
la Cárcel Federal de Ezeiza, no vi “figuras”, no vi “símbolos”, no vi
“emblemas”, no vi “asesinos” ni vi “genocidas”… vi hombres viejos de huesos gastados
llevando como podían enfermedades imposibles de tratar en una cárcel.
No vi números… vi personas. No vi expedientes, vi rostros.
Vi a un hombre atrapado en un cuerpo inmóvil que no podía subir a su
silla de ruedas, porque eran las diez de la mañana y nadie lo ha ido a sacar de
la cama. Vi un anciano encorvado al que le habían pasado varios otoños más los
respectivos inviernos después de 80 abriles, caminando con una sonda
arrastrando por el piso su bolsa de pis... y más lejos, vi a un viejito muy amable
saliendo de su habitación, saludar a las visitas, y preguntarle a cada una la
misma pregunta: ¿qué día es hoy?.
Vi a dos ancianos, casi tres, ayudando a subir a una silla de ruedas a
un hombre corpulento con sus dos piernas amputadas.
Y en medio de ese triste espectáculo, vi pasar mil veces un señor muy
mayor en camiseta y calzoncillos hablando con su sombra.
Un espectro de piel y huesos caminando agarrado de las paredes hasta un
teléfono público que no funciona, eso también vi.
Pero Avruj mira con ojos de funcionario… y yo apenas con ojos de mortal
ciudadano común, que no deja de preguntarse: ¿por qué?
Avruj ve “símbolos” o “emblemáticos apellidos”… yo veo ancianos enfermos
muriéndose de abandono.
Avruj es cómplice de los que murieron, de los que mueren, y de los que
morirán abandonados por la política y la justicia.
Yo, apenas un testigo que grita en medio del silencio atroz.
Horacio Palma
Escribidor contumaz...