Pocas veces he sentido una sensación de
desengaño como la que me produjo la lectura
de un artículo escrito por Nicolás Márquez, joven historiador y politólogo, con
quien he compartido opiniones a través de las columnas Facebook y a quien
felicité por su libro “Perón el fetiche
de las masas”, obra trabajosa y de gran valor por la frondosa investigación y
la copiosa bibliografía consultada. Presencié su conferencia en la ciudad de
Córdoba sobre el izquierdismo y el comunismo durante la presentación del libro
que escribió con Agustín Laje “El libro
nuevo de la nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural.”
Compartí varios de sus columnas en defensa de la democracia y su libro “La otra
parte de la verdad”, denunciando a los terroristas del la década del 70. “El
canalla,la verdadera historia del Che” fue una publicación muy bien documentada
que le significó la censura y persecución de fanáticos militantes. Coincido,
además, con sus ideas liberales que en mi época llamábamos conservadoras.
Necesité
explayarme sobre el concepto que tengo sobre este escritor, porque la crítica
que formula del fallecido fiscal Nisman en su artículo titulado “El sirviente
del hampa”y que publicara en el diario Prensa Republicana, del cual es director,
me dio la impresión de leer algo escrito por otra persona. Reconozco
sinceramente que me dejó un sabor amargo ese ataque despiadado al que no le
encontré sentido ni razón alguna. Sólo me provocó la necesidad de una réplica
que espero pueda leer y comprender.
Interpreto
que la fuerte adhesión popular y periodística que mereció la decisión de la
Justicia para reabrir el caso Nisman, tanto su documentada acusación, como la
investigación de su accidentada muerte, provocó una reacción negativa del
escritor que dejó reflejada en su insólita gacetilla.
Sólo me resta decir, al transcribir el citado
artículo, que si consideráramos sirvientes del hampa a todos los magistrados,
funcionarios y empleados públicos que fueron designados en los últimos quince
años por el gobierno corrupto kirchnerista, no sería justo ni razonable.
El sirviente del hampa. Por Nicolás Márquez
Esta semana se cumplieron dos años de
la muerte (¿asesinato?, ¿suicidio inducido?) del Fiscal Alberto Nisman,
personaje que hoy se reivindica como una suerte de héroe de la justicia habidas
cuentas de la “quijotesca” labor que se le adjudica, motivo por el cual habría
acabado muerto víctima del poder corrupto y corruptor kirchnerista que él había
“valientemente” denunciado horas antes de su deceso.
Ahondemos un poco más ante esta
cómoda y redundante simplificación propagandística.
En puridad, Natalio Alberto Nisman no
sólo no luchó contra las mafias sino que sirvió a estas. El reconocido
delincuente Néstor Kirchner lo nombró desde el inicio de su presidencia como
dilecto colaborador suyo y uno de los oficios al servicio del régimen más
corrupto de la historia que Nisman impulsó como fiscal fue el de perseguir
opositores, tal el caso del pedido de detención de Carlos Menem en 2008 o la
persecución librada ante el ex juez Juan José Galeano: pero los cables de la
embajada estadounidense en Buenos Aires revelados por Wikileaks confirmaron que
la decisión de Nisman de perseguir al ex Presidente Menem fue un intento
para congraciarse con la entonces presidente Cristina Kirchner. Pero en
esta labor, sin dudas su apuesta más obsecuente consistió en impulsar
el procesamiento de Mauricio Macri (entonces jefe de gobierno de la ciudad
de Buenos Aires) y otros funcionarios disidentes, en el marco de la persecución
política kirchnerista en la cual se usaba al sumiso aparato judicial para
acosar periodistas y políticos opositores: posteriormente se confirmó la
inocencia de Macri y se demostró una vez más la funcionalidad de Nisman al
servicio de una banda que detentaba el poder del Estado a merced de un
latrocinio sistemático y generalizado. A lo dicho, cabe señalar que es de
público conocimiento que para estas maniobras, Nisman contaba con el espionaje
de la Secretaría de Inteligencia que el fallecido malviviente Néstor le puso a
disposición.
Podría argumentarse que sobre varias
de las personas que Nisman perseguía pesaban elementos de sospecha como para
impulsar determinadas investigaciones, pero llama mucho la atención que jamás
durante todo este tramo de su “heroica labor judicial” Nisman haya
solicitado procesamiento o detención de ninguno de los delincuentes que por
entonces abundaban en los Ministerios y Secretarías del delincuencial aparato
gubernamental al que él obedecía a cambio de jugosos beneficios crematísticos.
Pero no fue la de un simple
funcionario perseguidor o extorsionador de opositores la obra destacada del
solícito Nisman, sino el hecho de que éste fuera premiado por el propio
Kirchner en el 2004 como Fiscal especial, al otorgársele la causa del atentado
terrorista contra el edificio de la AMIA (único atentado terrorista que los
alcahuetes de la justicia kirchnerista investigaron dado que los perpetrados
por el ERP y Montoneros fueron bochornosamente exculpados).
La cercanía para con el hampa
gubernamental de la que Nisman gozaba era tan amigable, que como fiscal
especial se lo premió con un salario privilegiado (era más alto que el del
Presidente de la Nación) y estaba exento del impuesto a las ganancias.
Paralelamente, el régimen lo volvió a consagrar tras nombrarlo docente en la
Universidad de Buenos Aires.
Pero el infatigable becario no
sólo usó sus contactos para disfrute propio sino para fomentar el nepotismo:
hizo nombrar como jueza a quien por entonces fuera su mujer, la abogada Sandra
Arroyo Salgado (con quien tuvo dos hijas), dama beneficiada como cabeza del
juzgado federal de San Isidro. Nuevamente, ni ella ni él tenían ningún
inconveniente moral en gozar de las mieles de un poder corrupto y trepar en el
escalafón del maloliente Estado kirchnerista, es decir del mismo Estado y
gobierno al que hoy la Jueza supérstite acusa de haber asesinado a su ex marido
mediante “grupos de tareas”. Nosotros no negamos ésta última posibilidad pero:
¿el kirchnerismo era bueno cuando me nombraba jueza y malo cuando mataba al
padre de mis hijas?
La historia reciente es conocida.
Tras la muerte de Néstor en 2010,
Cristina Kirchner decidió cambiar el rumbo investigativo del atentado
terrorista a la AMIA y esta tendencia iba en desmedro de las teorías que venía
esbozando Nisman desde su acaudalada dependencia, la cual no sólo nunca avanzó
seriamente en la investigación de marras sino que el propio interesado fue
acusado de malversar fondos públicos y utilizar dinero de estatal para
disfrute de sus habituales juergas nocturnas y correrías eróticas de tinte
prostibulario.
Ante el golpe de timón del PEN,
Nisman salió a la palestra denunciando mediáticamente a Cristina Kirchner de
pretender pactar impunidad con el terrorismo internacional y acto seguido, el
ubicuo burócrata apareció misteriosamente muerto en su departamento en el
lujoso edificio Le Parc de Buenos Aires.
No sabemos aun si esta denuncia puntual contra la pérfida CFK era del todo
consistente o no, pero aunque lo fuera1: ¿ello borra el lamentable e inmoral
derrotero del malogrado tránsfuga?
Quiérase o no, Nisman fue
socio/empleado de la delincuencia kirchnerista durante más de una década, hasta
que por ajustes de cuentas en el seno del mismo hampa al que él servía, éste
fue suicidado por la misma gavilla que lo benefició tanto en lo personal como
en lo familiar.
Desde estas líneas no celebramos su
muerte pero tampoco glorificaremos la figura de quien fue largamente
colaborador, cómplice o copartícipe del crimen institucionalizado: así paga el
diablo a quien bien le sirve y más allá de los misterios policiales que
ensombrecen toda esta sórdida trama, la historia de Nisman podría resumirse
abrevando en la sabiduría popular:
El que mal anda mal acaba