El país está viviendo un trastocamiento total de sus valores ciudadanos, institucionales, políticos y morales, consecuencia de quince años de corrupción e inmoralidad, nunca vistos, y que a dos años de la liberación siguen enquistados en su seno.
Estamos presenciando a una ex presidente con cientos de procesos por corrupción, malversación de fondos en su provecho, enriquecimiento ilícito, traición a la patria, a quien se le concedió el placet para asumir como senadora nacional.
Podrá ser inocente o culpable, eso lo dirá la justicia, pero es irracional desde todo punto de vista el desempeño de sus funciones y la jura de su cargo en el Congreso.
Se da el caso patético, inadmisible en un país civilizado, que a pocos días de su ingreso a la Cámara de Senadores se lanza a pedir el juicio político del magistrado que la está juzgando.
No existe en la historia antigua, moderna y contemporánea un acto de insensatez tan absurdo como el que se presenta ante nuestros incrédulos ojos y oídos, mientras la sociedad, funcionarios, políticos y periodistas, parecen asumirlo como un hecho natural que no los sacude ni les provoca ninguna reacción adversa.
Un país en el deseado reingreso a la democracia, reconoce el principio de la separación de poderes, pero no puede observar con indiferencia el desvarío que supone el ataque de un miembro del poder legislativo a un miembro del poder judicial por motivos personales que corresponden a su enjuiciamiento. En efecto, es un senador que acusa a un juez para lograr su separación y evitar su consecuente condena.
Por otro lado, chocamos con un presidente votado no sólo por sus méritos y antecedentes, sino por los desméritos del kirchnerismo en la persona de su mentora, dueña de la cadena nacional y de un relato mentiroso y agobiante.
Su campaña electoral tuvo la propuesta de un "cambio" total y el slogan fue "cambiemos". Entre sus promesas tuvieron gran aceptación, la de terminar con el curro de los derechos humanos y la de la defensa del trato a los jubilados.
Los votantes confiaron esperanzados en ellas, pero no imaginaron que el cambio se iba a producir en su entusiasta propulsor que acaba de enviar al Congreso un proyecto de reforma económica que los castiga con la reducción de sus haberes para tapar el déficit fiscal.
En el mismo lapso. a pesar del enorme acumulación de problemas y de tareas condicionadas por los importantes debates de la OMC, que se llevan a cabo en Buenos Aires, bajo su flamante presidencia, encontró espacio para lanzar un Plan Nacional de derechos humanos que desvirtuó sus iniciales promesas.
Sorprendió con el carácter populista del acto, su mención de seguimiento de los juicios de lesa humanidad y sobre todo por el apoyo y justificación a la política kirchnerista sobre esta materia que había sido la industria de los derechos humanos para el beneficio de los Kirchner Todo ello quedó reflejado en los folletos impresos y distribuidos durante las disertaciones.
Fue un acercamiento a las ONG del país y del extranjero, las mismas que actuaron en connivencia para incitar al desorden y a la violencia en los casos fraguados de Milagro Sala y Maldonado.
El nuevo gobierno ha contribuido con su política de gradualismo en la toma de decisiones, en el apaciguamiento a la desmedida violencia de militantes opositores y en la debilidad con la exigencia
de los piqueteros y últimamente de los mapuches, ha contribuido, como decimos, al acrecentamiento de la debacle moral a que fuimos sometidos.