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Los sueldos, las
vacaciones y el bienestar de los empleados públicos lo pagamos todos los
ciudadanos de este querido país, ellos son nuestros “servidores” administrativos
para las gestiones que llevamos a cabo en las oficinas del gobierno,
nacionales, provinciales y municipales..
Este pequeño introito
se debe a que he leído que en la provincia de Buenos Aires los trámites jubilatorios solicitados por una
maestra o profesor demora, en promedio, entre 3 y 4 años. Así que, como mínimo,
los docentes alcanzados por esta medida estarían ese tiempo cobrando casi la
mitad de su sueldo y sin recibir el sueldo anual complementario ni los
incrementos de salario que perciban quienes se encuentran en actividad.
Primero me pregunto
con un grado de imbecilidad que invade mi cerebro, por no ser ducho en este
tipo de manejo de complejo expedienteo, ¿puede durar hasta cuatro años este
trámite? ¿Será que archivar el expediente requiere alta dosis de conocimiento
de aritmética y de abecedario, todavía no alcanzado por nuestros servidores? ¿ ¿No hay adelantos técnico de computación que abrevian y simplifican la tarea burocrática? ¿Habrán pensado, siquiera imaginado, que los años pasan también para ellos y que algún día tendrán que enfrentar esa misma situación?.
Mi intriga se
acentúa cuando rebobino mis 29 años de jubilado en continua lidia con Anses, mi
deudor moroso, que luego de 20 años de sentencia firme ordenada por la Justicia
no hace honor al compromiso y todavía no me paga. Lo atribuyo a un problema
kafkiano cuya demora voluntaria se debe más a malignidad que a ignorancia o
decrepitud.
Es muy probable que
los empleados de marras sean cultores de la literatura clásica y su afición los
haya inclinado a la lectura de Franz Kafka, el gran escritor de las situaciones
absurdas, complicadas e inexplicables y a quien muchos sindican como enemigo de
la burocracia.
Lo que estamos señalando es de rutina en todas las oficinas estatales desde tiempos inmemoriales y nada nos advierte de un cambio razonable. De su sola continuidad, las iniquidades pasan a ser naturales.
Sin embargo, los intereses creados, como decía Jacinto Benavente, gobiernan al mundo y nos encontramos con la extraordinaria eficacia, agilidad y conocimiento del organismo succionador del pueblo, denominado Afip. A contrario sensu de Anses, este colosal órgano tributario, liquida y exige con asombrosa rapidez el pago de los impuestos fijados por el gobierno, los que calcula con tan prodigiosa exactitud que es sólo privativa de aventajados cerebros matemáticos.
Es que el conocimiento de las leyes tributarias y las condiciones y excepciones para su aplicación, merece estudios avanzados de tipo universitario que el vulgar de la gente desconoce o no entiende Hasta existen contradicciones y polémicas entre los mismos doctores en ciencias económicas, que no siempre son zanjadas por los especialistas del organismo.
Además, advirtamos que en la Argentina se pagan los impuestos más altos y numerosos de América Latina.
Un conocido caso especial que traigo a colación se refiere a un ciudadano millonario que adeuda al Estado desde hace 10 años 8.000 millones de pesos que recolectó de los impuestos pagados por las estaciones de servicio y que utilizó para comprar empresas. De unos pocos días de prisión fue liberado por un tribunal, goza de los aires de la libertad y puede acogerse a la moratoria. Se llama Cristóbal López. Otro ciudadano trabajador casado y con hijos, gana 12.000 pesos mensuales y no pudo pagar sus dos últimas cuotas del impuesto a las ganancias. Fue intimado como un criminal y se le embargó el sueldo. Se llama Juan Pérez.
De todas estas consideraciones realistas, que no faltan a la verdad, se deduce que la sociedad, los gobernantes, los legisladores y los funcionarios de la justicia no cumplen con la afirmación que constituye un axioma, "todos los hombres son iguales ante la ley" y agregamos, no sólo ante la ley, sino en el tratamiento que se les brinda en todas sus actividades diarias.
¡Qué lejos estamos de cumplir con tan sencillo aforismo!
Los cuatro años de espera para el trámite inicial de una jubilación, los veinte años de espera para el cobro de un juicio, el goce de la libertad de un personaje que se burla de las leyes, el inmediato castigo al humilde deudor de un impuesto, las desmesuradas demoras en los trámites de sencillos expedientes en las oficinas oficiales, la indiferencia por indolencia de los medios de opinión que ignoran estos vicios arraigados en la sociedad, en lugar de combatirlos en sus editoriales, son un síntoma de males mayores que somos incapaces de erradicar.
Ante este severo y penoso panorama, ¿Estamos en condiciones de salir a debatir problemas de gran trascendencia para futuras generaciones, como el aborto, leyes civiles y penales, sistema integral jubilatorio y todo lo que se relaciona con el sexo? La improvisación, la política partidaria, las ideologías modernas, la carencia de educación, de responsabilidad y de respeto al prójimo, son obstáculos que nos llaman a la necesidad de sedimentar las pasiones. Es el paso obligado frente al peligro de comprometer el futuro, y no es imposible su concreción, por el contrario, como decía mi abuelo, sólo falta saliva, empeño y buena letra.
Lo que estamos señalando es de rutina en todas las oficinas estatales desde tiempos inmemoriales y nada nos advierte de un cambio razonable. De su sola continuidad, las iniquidades pasan a ser naturales.
Sin embargo, los intereses creados, como decía Jacinto Benavente, gobiernan al mundo y nos encontramos con la extraordinaria eficacia, agilidad y conocimiento del organismo succionador del pueblo, denominado Afip. A contrario sensu de Anses, este colosal órgano tributario, liquida y exige con asombrosa rapidez el pago de los impuestos fijados por el gobierno, los que calcula con tan prodigiosa exactitud que es sólo privativa de aventajados cerebros matemáticos.
Es que el conocimiento de las leyes tributarias y las condiciones y excepciones para su aplicación, merece estudios avanzados de tipo universitario que el vulgar de la gente desconoce o no entiende Hasta existen contradicciones y polémicas entre los mismos doctores en ciencias económicas, que no siempre son zanjadas por los especialistas del organismo.
Además, advirtamos que en la Argentina se pagan los impuestos más altos y numerosos de América Latina.
Un conocido caso especial que traigo a colación se refiere a un ciudadano millonario que adeuda al Estado desde hace 10 años 8.000 millones de pesos que recolectó de los impuestos pagados por las estaciones de servicio y que utilizó para comprar empresas. De unos pocos días de prisión fue liberado por un tribunal, goza de los aires de la libertad y puede acogerse a la moratoria. Se llama Cristóbal López. Otro ciudadano trabajador casado y con hijos, gana 12.000 pesos mensuales y no pudo pagar sus dos últimas cuotas del impuesto a las ganancias. Fue intimado como un criminal y se le embargó el sueldo. Se llama Juan Pérez.
De todas estas consideraciones realistas, que no faltan a la verdad, se deduce que la sociedad, los gobernantes, los legisladores y los funcionarios de la justicia no cumplen con la afirmación que constituye un axioma, "todos los hombres son iguales ante la ley" y agregamos, no sólo ante la ley, sino en el tratamiento que se les brinda en todas sus actividades diarias.
¡Qué lejos estamos de cumplir con tan sencillo aforismo!
Los cuatro años de espera para el trámite inicial de una jubilación, los veinte años de espera para el cobro de un juicio, el goce de la libertad de un personaje que se burla de las leyes, el inmediato castigo al humilde deudor de un impuesto, las desmesuradas demoras en los trámites de sencillos expedientes en las oficinas oficiales, la indiferencia por indolencia de los medios de opinión que ignoran estos vicios arraigados en la sociedad, en lugar de combatirlos en sus editoriales, son un síntoma de males mayores que somos incapaces de erradicar.
Ante este severo y penoso panorama, ¿Estamos en condiciones de salir a debatir problemas de gran trascendencia para futuras generaciones, como el aborto, leyes civiles y penales, sistema integral jubilatorio y todo lo que se relaciona con el sexo? La improvisación, la política partidaria, las ideologías modernas, la carencia de educación, de responsabilidad y de respeto al prójimo, son obstáculos que nos llaman a la necesidad de sedimentar las pasiones. Es el paso obligado frente al peligro de comprometer el futuro, y no es imposible su concreción, por el contrario, como decía mi abuelo, sólo falta saliva, empeño y buena letra.