Diciembre de 2015
Resulta inexplicable en los hombres, en las sociedades y en los gobiernos la indiferencia que se observa sobre ciertos hechos de suma importancia que son ignorados o menoscabados sin razones valederas que lo justifiquen. Puede ser que el miedo, el interés o la complicidad de ambos incidan en la producción de este fenómeno. Ultimamente se ha manifestado en el silencio oficial, político y periodístico sobre el ente gubernamental Anses. Es realmente llamativo y lo hemos tratado profusamente en las redes sociales desde hace poco más de dos años, especialmente en nuestro blogspot “Habla la experiencia”
Hoy tenemos otra comprobación; en un artículo de La Nación Hugo Alconada Mon relata la mudanza kirchnerista, silenciosa y atribulada.
En uno de sus párrafos dice que "las máquinas trituradoras funcionan a pleno en algunas oficinas de la Casa Rosada, al igual que los procedimientos para eliminar archivos informáticos. También en el Ministerio de Economía -donde las bolsas con papel triturado y los canastos de mudanza son ya algo común-, la Casa de Moneda -donde también se acumulan bolsas gigantescas de papel trozado, al igual que en la unidad antilavado (UIF)- y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), según testimonios coincidentes de funcionarios, empleados y testigos casuales que acumuló LA NACION. También en el PAMI, según denunció la legisladora porteña Graciela Ocaña".
Ese ruido obsceno de las máquinas destructoras de la documentación más perniciosa y corrupta de la historia . contrasta con el silencio en la sede del organismo más perverso del gobierno, la Anses, ya que el periodista no lo nombra, compartiendo el sigiloso mutismo universal que se guarda sobre una institución fantasma de la administración pública. En efecto, lo venimos señalando en todos nuestros artículos que inundan las redes sociales. Anses no existe, tanto para el periodismo, como para los políticos, los gobiernos, pasados, actuales y futuros. Es un ente invisible que contiene en su seno la caja más rica del Estado, que da de comer a más de 20 millones de personas, que posee la mayor cantidad de sedes diseminadas a todo lo ancho y largo del país.y que cobija la friolera de más de medio millón de juicios por actualización de haberes. Pero todos callan.
Sería necesario agregar al interesante artículo del periodista que el motivo de que no trabajen las máquinas trituradoras es que están destinadas solamente a pulverizar los derechos de los jubilados y que son tantos los documentos comprometedores de los saqueos y desfalcos a la caja, que únicamente una poderosa explosión nuclear podría eliminar los rastros de una corrupción congénita.
Hoy tenemos otra comprobación; en un artículo de La Nación Hugo Alconada Mon relata la mudanza kirchnerista, silenciosa y atribulada.
En uno de sus párrafos dice que "las máquinas trituradoras funcionan a pleno en algunas oficinas de la Casa Rosada, al igual que los procedimientos para eliminar archivos informáticos. También en el Ministerio de Economía -donde las bolsas con papel triturado y los canastos de mudanza son ya algo común-, la Casa de Moneda -donde también se acumulan bolsas gigantescas de papel trozado, al igual que en la unidad antilavado (UIF)- y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), según testimonios coincidentes de funcionarios, empleados y testigos casuales que acumuló LA NACION. También en el PAMI, según denunció la legisladora porteña Graciela Ocaña".
Ese ruido obsceno de las máquinas destructoras de la documentación más perniciosa y corrupta de la historia . contrasta con el silencio en la sede del organismo más perverso del gobierno, la Anses, ya que el periodista no lo nombra, compartiendo el sigiloso mutismo universal que se guarda sobre una institución fantasma de la administración pública. En efecto, lo venimos señalando en todos nuestros artículos que inundan las redes sociales. Anses no existe, tanto para el periodismo, como para los políticos, los gobiernos, pasados, actuales y futuros. Es un ente invisible que contiene en su seno la caja más rica del Estado, que da de comer a más de 20 millones de personas, que posee la mayor cantidad de sedes diseminadas a todo lo ancho y largo del país.y que cobija la friolera de más de medio millón de juicios por actualización de haberes. Pero todos callan.
Sería necesario agregar al interesante artículo del periodista que el motivo de que no trabajen las máquinas trituradoras es que están destinadas solamente a pulverizar los derechos de los jubilados y que son tantos los documentos comprometedores de los saqueos y desfalcos a la caja, que únicamente una poderosa explosión nuclear podría eliminar los rastros de una corrupción congénita.