La creación del denominado "tribunal intermedio de arbitrariedad", que entre otras facultades tendría la tarea de analizar los recursos procesales en causas de corrupción, que hoy son materia de decisión de la Corte Suprema, es el proyecto más indigno que se puede manipular para anular los juicios por corrupción de la Vicepresidente, y viene a ser el reconocimiento explícito de su culpabilidad.
La historia dirá: "Un caso insólito de características anómalas y
aberrantes, se crea un tribunal especial en el Poder Judicial de la Nación para
anular los juicios de la Vicepresidente del país."
¡La oposición dice que se busca impunidad para los exfuncionarios!
No señores, es ni más ni menos que un tribunal especial para juzgar a
una sola persona, un disparate que ni merece discusión.
Tampoco asevera oponer políticas "correctas", el colmo de la
hipocresía, en medio del derrumbe estrepitoso de nuestra democracia.
Por un vez en sus vidas hagan valer los atributos colgantes que les dio
la naturaleza.
Aquí no caben las polémicas jurídicas, las discusiones, los floridos debates, las componendas, ni la tradicional compra de voluntades, la Constitución lo expresa con total claridad en su artículo 18, que reza: "Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales".
El proyecto ni siquiera puede tener entrada en el Congreso. Está todo dicho.
