Continuamos con la interesante tarea asumida de haber detectado y difundido el asombroso paralelo político entre España y Argentina.
Varios artículos dimos a conocer sobre esta singular similitud, que más abajo reproducimos en links para su lectura.
Hoy nos encontramos con dos casos más que vienen a sumarse a los señalados, que son:
El Gobierno español populista de Pedro Sánchez se ha abonado a la fórmula del decreto ley como la iniciativa más rápida de imponer los designios del Ejecutivo, dejando el mínimo espacio para el debate por el poder parlamentario. Con solo un año y medio de actuación es el presidente que más utiliza el decreto ley, con medio centenar en dieciocho meses.
El presidente Alberto Fernández goza de la misma virtud, al punto que ha merecido el fallo en contra de este procedimiento por parte de la Corte Suprema de Justicia.
Llevan el mismo espacio de tiempo en la gimnasia de los decretazos ley con desconocimiento de las funciones legislativas.
La otra consiste en la hipocresía de ambos; Alberto manifestando que sus decretos no son anticonstitucionales y Pedro afirmando justo al lado de nuestro presidente, ante la pregunta de periodistas sobre las restricciones a las comunidades autónomas, que "una ley ordinaria no va a sustituir nunca a la constitución española, esto es primero de Derecho".
Un cachetazo dado involuntariamente a su colega, dado que los dos son adalides de un populismo a ultranza, aunque la semejanza entre ellos guarda otra faceta de un degradante comportamiento, dado que Pedro Sánchez obraba bajo las directivas de su vice fanático chavista Pablo Iglesias, y nuestro títere Pinocho obedece, por leonino contrato a su titiritera Cristina Kirchner.
Por lo tanto, el estruendoso descalabro de Iglesias en las últimas elecciones por la presidencia de la Comunidad de Madrid, ante Isabel Díaz Ayuso, de centro derecha, puede ser el presagio de una semejanza más, en las próximas elecciones en nuestro país si se produce la derrota del cristinismo.
No hay que olvidar que la triunfante Isabel derrotó a todos los partidos de izquierda, dando un vuelco total a la política populista. del izquierdismo.