Scioli el hombre mediocre que vivió desde el comienzo su vida política mancillando su dignidad y su hombría de bien, intenta sostener su candidatura a presidente con el apoyo, en último extremo, de la que supo degradarlo y menospreciarlo con agravios e insultos durante su gestión de Vicepresidente de la Nación y Presidente del Senado. Las afrentas que soportó de rodillas por parte de Cristina Fernández de Kirchner le valieron el apodo vergonzante de "felpudo".
Los partidarios obtenidos con puestos políticos, dádivas y otras menudencias, a través de sus dos gobernaciones de la provincia de Buenos Aires, mantienen todavía la esperanza de que se defina en contra del oficialismo, única alternativa para entrar en la puja electoral con probabilidades de éxito, pero es más fuerte el síndrome de Cristina y el gobernador le rinde pleitesía con palabras y gestos que demuestren su fidelidad y vasallaje.
En momentos en que se torna difícil la designación del desconocido Carlés como juez de la Corte Suprema, propuesto de forma inconsulta por la Presidente, cuando se considera un verdadero papelón la insólita iniciativa que no será aprobada por la Cámara de Senadores, salta inopinadamente en su defensa manifestando, "estoy de acuerdo y respaldo la decisión de la Presidenta de enviar el pliego de Carlés"
Sobre la opción por el jurista, que tiene 33 años y está alineado con la línea doctrinaria penal del renunciante Eugenio Zaffaroni, Scioli apuntó a las críticas de la oposición que "prejuzgan la juventud" del hombre propuesto por el Gobierno. "Es una persona idónea. Tengo referencias sobre su capacidad profesional", dijo, y pidió que el debate sobre el nombramiento de un nuevo magistrado -y que requiere el tratamiento del Congreso-, "no sea parte" de la coyuntura electoral.
Ademàs, sabiendo del odio visceral que Cristina siente por Elisa Carrió y la poca simpatía, que a veces simula, por el Jefe de Gobierno Mauricio Macri, busca su halago criticando el reciente entendimiento entre ambos, que acordaron competir juntos en las elecciones primarias de agosto. ""Le veo contradicciones obvias", dijo y advirtió que "ya se han probado las dificultades que hay" en la conformación de ese tipo de alianzas. "No puede ser que siempre la Argentina tenga que dar saltos al vacío".
En relación a la intervención del Gobierno en el caso del fallecimiento de Nisman, Scioli evadió opinar sobre el polémico gesto del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien rompió días atrás en conferencia de prensa una nota del diario Clarín. "No voy a calificar las actitudes del jefe de Gabinete ni ningún funcionario del Gabinete nacional, ya bastante tengo con los míos. Quiero llevar tranquilidad, concordia y esperanza", sostuvo con la falsedad que lo caracteriza.
Cuando el Consejo Nacional del Partido Justicialista con la presencia de gobernadores, funcionarios nacionales y legisladores, entre ellos los precandidatos presidenciales Daniel Scioli, Sergio Uribarri y Agustín Rossi y Julián Domínguez, aprobó un comunicado en el que acusaron a "grupos internacionales y nacionales", a medios "concentrados", entre los que citó a Clarín y La Nación, y "a jueces y fiscales con clara vocación opositora" de atacar a la Presidenta "con intención desestabilizadora", se evidenció la lucha interior de Scioli, que llegó tarde a la reunión. pues no estaba de acuerdo con la redacción del documento, pero era a la postre un apoyo a su jefa Cristina. Fue una vehemente defensa de la Presidente Cristina Kirchner frente a la muerte de Alberto Nisman y la acusación de encubrimiento que le había formulado el fiscal en el marco de la causa AMIA.
El marco que enfrentan los candidatos ha sufrido un cambio total con la acusación de la Presidente y su Canciller y la posterior "muerte dudosa" del fiscal acusador.
Los doble discursos, las simulaciones, el populismo, están siendo avasallados por las circunstancias gravísimas que asolan a la sociedad en su conjunto y los políticos candidatos a la presidencia deben moverse con un ritmo muy diferente ya que la ciudadanía está harta de mentiras y promesas y comienza a experimentar y percibir nuevos aires renovadores.
Es muy difícil que Scioli se adapte a las tendencias que parecen asomar en cuanto a la necesidad de afrontar la realidad con firmeza, con dignidad, con moral y con sacrificios. Su humillante sumisión así lo ha demostrado.