El ciudadano Carlos Alberto Galvalizi peticiona al nuevo Gobierno el cambio del nombre Kirchner al original, del histórico monumental edificio del Correo Argentino, a partir del 15 de diciembre del corriente año. La exposición de sus argumentos al que me atreví agregar uno de mi autoría se puede leer a continuación. Lo considero un testamento político de una veracidad inapelable y un valioso antecedente para que se proceda a la limpieza de nombres asignados a calles, avenidas, edificios, centros culturales, etc que atentan contra la dignidad de una nación.
EL NOMBRE DE LOS DEGRADANTES DE LA NACIÓN, DE LOS LADRONES DE SU DIGNIDAD, DE LOS VEJADORES DE LA DEMOCRACIA, DE LOS VIOLADORES DE LAS INSTITUCIONES, NO PUEDE SER PERPETUADO EN MONUMENTOS, ESCUELAS, RUTAS NI NADA.
Es cierto que han habido muchos, pero es hora de empezar. Para que los futuros imitadores tengan una advertencia firme. Y hacerlo con este político corrupto como pocos es el mejor comienzo, pues sus antecedentes y su obra justifican ampliamente esta iniciativa. Veamos:
Como gobernador de Santa Cruz, Néstor Carlos Kirchner sometió a la Justicia, cambiando la composición de la misma y nombrando presidente del Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz a un amigo afín (Zannini); hizo de la obra pública una permanente fuente de fondos para su riqueza personal y su campaña política; sacó de la provincia - y del país – quinientos millones de dólares correspondientes a las regalías petroleras provinciales, dineros de los que nunca dio explicación fehaciente sobre su destino y evolución; puso al frente de Río Turbio a sindicalistas cuyo único título avalante era la adhesión a su persona; mediante una ley ad hoc que hizo sancionar a la legislatura que controlaba removió a un fiscal que estaba investigando la evolución de su patrimonio; desoyó, desobedeció e hizo desobedecer reiteradamente sentencias firmes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que ordenaban reponer a dicho fiscal; promovió el hostigamiento y persecución de periodistas y políticos opositores; y, como todo lujurioso de poder, forzó reformas constitucionales que le permitieran eternizarse en el poder.
Con ESTOS y OTROS antecedentes ascendió a la Presidencia de la Nación. En su discurso de asunción declaró que no iba a dejar de lado sus principios. Cumplió con creces, superando cualquier expectativa: Nunca la Democracia e Instituciones de esta Nación saqueada y empobrecida fueron tan vejadas, tan degradadas, tan vapuleadas, como bajo su gobierno y el de su esposa, a quien impuso a dedo como inicio de un proyecto dinástico que su muerte interrumpió.
Hizo de la Democracia una parodia vergonzante imponiendo las llamadas "candidaturas testimoniales", consistentes en candidatos que se incluína en primeros lugares de la lista para arrastrar votos, pero que renunciaban inmediatamente permitiendo el ascenco de adictos no tan conocidos.
No dejó recurso sin expoliar para aumentar el flujo de fondos utilizado por su gobierno y el de su esposa con fines pocas veces bien explicados.
No titubeó en faltarle el respeto a la decisión soberana de la ciudadanía de la Ciudad de Buenos Aires, denigrando al candidato opositor triunfante, en la misma noche de las elecciones 2007.
Llevó al país al desabastecimiento energético y petrolero, hecho jamás visto en más de cincuenta años aún estando en guerra de Malvinas.
Forzó el mantenimiento del tipo de cambio artificialmente bajo, generando a lo largo de los años pérdidas de mercados por encarecimiento relativo de los precios de nuestras exportaciones, haciendo retroceder a nuestra Nación en el comercio internacional.
Quiso extremar el saqueo impositivo al campo argentino y, cuando la rebelión de este le frutró el intento en Julio de 2008, tuvo el coraje de decirle a su esposa, ya presidenta, que "esta Nación no nos merece".
Hizo intervenir el INDEC por sus esbirros para mentirle recurrente y cínicamente a la Nación sobre la real situación de la inflación que su gestión había comenzado a desatar, sobre el nivel del Producto Bruto y del desempleo y sobre otras variables tergiversadas a su conveniencia.
Enmascaró el pago de la deuda con el FMI con la careta de la soberanía financiera cuando, en realidad, los hechos dicen claramente que lo hizo para poder manejar arbitrariamente la economía, por ejemplo con la intervención del INDEC.
Este agregado es de mi autoría:
Expolió a la clase pasiva saqueando él y su mujer la caja más fuerte del país, la Caja de Jubilaciones de la Anses, dejándola al filo de la quiebra.Consiguió que sus fondos se fueran incrementando periódicamente al vetar su mujer el 82% móvil aprobado por unanimidad en el Congreso.y al ordenar perversos procedimientos de obstaculización a los juicios de los jubilados por la actualización de sus haberes , apelando sus fallos en contravención al compromiso firmado ante organismos internacionales y llegando al límite de no pagar sentencias ordenadas por la Justicia.
Su desmedida ambición de riqueza no reparó en llenar sus alforjas robando el dinero de ciudadanos ancianos e indefensos que habían aportado mensualmente toda su vida para tener una digna jubilación en sus últimos años de existencia. Hablan y pontifican hipócritamente sobre los derechos humanos y cometen el mayor delito de lesa humanidad que registra la historia argentina.
Por estas y muchas razones más no podemos permitir que este político pase a la historia de nuestra Nación como un benefactor de tintes apostólicos. Debemos recordarlo como lo que fue: la quintaesencia de las perversiones que nuestra política ha generado y no podemos tolerar más.