Resulta inexplicable en los hombres, en las
sociedades y en los gobiernos la
indiferencia que se observa sobre ciertos hechos de suma importancia que son
ignorados o menoscabados sin razones valederas que lo justifiquen. Puede ser
que el miedo, el interés o la complicidad de ambos incidan en la producción de
este fenómeno. Ultimamente se ha manifestado en el silencio oficial, político y
periodístico sobre el ente gubernamental
Anses. Es realmente llamativo y lo hemos tratado profusamente en las redes
sociales desde hace poco más de dos años, especialmente en nuestro blogspot “Habla
la experiencia”
Hoy tenemos otra
comprobación; en un artículo de La Nación Hugo Alconada Mon relata la mudanza kirchnerista,
silenciosa y atribulada.
En uno de
sus párrafos dice que "las máquinas trituradoras funcionan a pleno en algunas oficinas de la
Casa Rosada, al igual que los procedimientos para eliminar archivos
informáticos. También en el Ministerio de Economía -donde las bolsas con papel
triturado y los canastos de mudanza son ya algo común-, la Casa de Moneda
-donde también se acumulan bolsas gigantescas de papel trozado, al igual que en
la unidad antilavado (UIF)- y la Administración Federal de Ingresos Públicos
(AFIP), según testimonios coincidentes de funcionarios, empleados y testigos
casuales que acumuló LA NACION. También en el PAMI, según denunció la
legisladora porteña Graciela Ocaña".
Ese ruido obsceno de las
máquinas destructoras de la documentación más perniciosa y corrupta de la
historia . contrasta con el silencio en la sede del organismo más perverso del
gobierno, la Anses, ya que el periodista no lo nombra, compartiendo el sigiloso
mutismo universal que se guarda sobre una institución fantasma de la
administración pública. En efecto, lo venimos señalando en todos nuestros artículos que inundan las redes sociales.
Anses no existe, tanto para el periodismo, como para los políticos, los
gobiernos, pasados, actuales y futuros. Es un ente invisible que contiene en su
seno la caja más rica del Estado, que da de comer a más de 20 millones de
personas, que posee la mayor cantidad de sedes diseminadas a todo lo ancho y
largo del país.y que cobija la friolera de más de medio millón de juicios por
actualización de haberes. Pero todos callan.
Sería necesario agregar al
interesante artículo del periodista que el motivo de que no trabajen las
máquinas trituradoras es que están destinadas solamente a pulverizar los
derechos de los jubilados y que son
tantos los documentos comprometedores de los saqueos y desfalcos a la caja, que
únicamente una poderosa explosión nuclear podría eliminar los rastros de una
corrupción congénita.