Los
artículos publicados en este blogspot Habla la Experiencia, bajo los títulos “El Vaticano, la iglesia y el terrorismo” del
25/10/2016 y “La apertura de los archivos de Francisco” del 27/10/2016
merecieron una razonable difusión en las redes sociales, lo cual marca un
renovado interés popular en traer a la memoria una historia reciente de varios
años de enfrentamiento armado que nunca fue digno de un análisis imparcial y
verídico.
La decisión
papal de Francisco y la Conferencia Episcopal Argentina que dispuso la
desclasificación y apertura de los archivos existentes en la Santa Sede, en la
Nunciatura, en las iglesias y parroquias de nuestro país, trajo como lógica
consecuencia un inesperado interés en el estudio de ese infausto y doloroso
acontecimiento que dividió y divide a los argentinos.
Nos ha
llegado una declaración de un organismo “Colectivo para la defensa de los
derechos humanos de las personas privadas de la libertad y acceso a la justicia”,
así denominado, que nos resulta muy interesante por su ponderable contenido social y jurídico que, precisamente, hace referencia a las diversas
interpretaciones que merece la decisión eclesiástica.
Autorizan su
libre difusión, por lo que lo transcribimos para conocimiento de nuestros
lectores y contactos.
Conferencia episcopal Argentina: comentarios sobre la apertura de los
archivos del período de la dictadura militar (1976-1983)
En dos documentos, que asignan a la información el
carácter de oficial, la Conferencia Episcopal Argentina y de la Santa Sede,
hacen mención de la apertura de los archivos relacionados con la última
dictadura militar. Uno es el Comunicado conjunto Santa Sede -
Conferencia Episcopal Argentina[U1] y el otro, el artículo
publicado por la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), titulado: Archivos de la dictadura: la CEA
asegura que servirá para la reconciliación[U2]
La presentación realizada por el episcopado sobre
la apertura de esos archivos abre muchas esperanzas pero también numerosas
inquietudes. Si bien podrán tener acceso las “víctimas y familiares directos de los desaparecidos
y detenidos y, en el caso de religiosos o eclesiásticos, también sus Superiores
mayores”, en ese mismo acto la Iglesia ignora a
otras personas que fueron víctimas de las organizaciones terroristas en los
períodos 70’. Esas “otras víctimas”, olvidadas y silenciosas, no son reconocidas
ni por la justicia, ni por el gobierno argentino, ni por la Iglesia Católica.
La declaración “No
hay que tenerle miedo a los archivos de la dictadura” debe hacerse realidad porque lo contrario
significaría que verdad, paz y justicia no tienen el mismo valor o no son
iguales para todos los ciudadanos ante las autoridades religiosas.
La preocupación mayor es que las informaciones
parciales, selectivas, determinadas en un espacio preciso[1], de imposible
validación, pueden contribuir aún más a dividir la sociedad. Para algunos
confortará su comprensión cristina, humanista, y para otros aumentará la idea
de injusticia y de revancha. Es un futuro incierto y nadie puede asegurar lo
contrario. Numerosas fueron las reservas, críticas [U3]
negativas y hasta acusaciones[U4] de
representantes de las ONG autodenominadas de derechos humanos con la apertura
de esos archivos.
La agencia Aica, precisa que Monseñor Malfa,
puntualizó: “Hemos
privilegiado la relación entre la documentación que se dispone, el material de
archivo, con las víctimas, con un sentido de reparación. Esto tiene un alto
sentido de reparación, para la búsqueda de su verdad y de su historia, además
de la historia nacional”. ¿Cuál es el
significado de esas afirmaciones? Sabiendo que las personas a quien están
destinados estos archivos, ya se beneficiaron de reparaciones económicas, se
les reconoció socialmente su historia y hasta su verdad judicial, sin las
exigencias que requieren las ciencias jurídicas y sociales. ¿Es una deuda que
la Iglesia tiene únicamente con un sector de la sociedad argentina?
Si bien esa metodología, determina un tratamiento
de diferenciación con las “otras víctimas” que no están integradas como
beneficiarias en esta apertura de los archivos, la Iglesia Católica
(CEA/Vaticano), puede unilateralmente reconocerlas como víctimas para que sus
historias, sus vidas, puedan encontrar un sentimiento de justicia, que tendrá
un valor mucho más profundo, que las indemnizaciones que los beneficiarios de
estos archivos de la dictadura, recibieron por parte del gobierno. Ese
reconocimiento, sería hacer realidad las palabras de Monseñor Arancedo: “Es una historia que está por hacerse”, fijemos los primeros pilares, pasando
al acto.
El comunicado CEA-Vaticano, dice: “Se desea subrayar que este trabajo
se ha desarrollado teniendo como premisa el servicio a la verdad, a la justicia
y a la paz, continuando con el diálogo abierto a la cultura del encuentro en el
pueblo argentino”. En ese documento los firmantes
reconocen un contexto conocido por todos pero que los gobiernos sucesivos
niegan: existe un desencuentro del pueblo argentino por una situación jurídica
y política de mentira, de injusticia y de conflicto social. La división de la
sociedad es una realidad, entre el poder judicial, el gobierno nacional y
numerosos prisioneros políticos (agentes del estado, sacerdotes, magistrados,
profesiones liberales, esposas…)
representando la sociedad y las instituciones del Estado de los años 70’ a
quienes se les violan sus derechos humanos y son ilegalmente perseguidas por la
justicia. El silencio de la iglesia es preocupante porque también conciernen
valores de justicia, que contribuirán a la verdad de la historia.
Además, el comunicado declara un deseo, porque no
se puede afirmar de continuar con algo que jamás se inició. No existe
públicamente con la CEA-Vaticano un diálogo que involucre todas las partes del
conflicto (incluyendo los prisioneros políticos), que se reúnan para
conversaciones directas, sin condiciones, con el objetivo verdadero de
pacificar la sociedad argentina y así poner en práctica la cultura del diálogo
y del encuentro.
Monseñor Arancedo declaró que no se puede hablar de “complicidad”
de la Iglesia con la dictadura militar, pero
reconoce que “la
Iglesia no hizo todo lo que pudo y, eso es cierto, y pedimos perdón”. Nadie puede poner en duda la acción pastoral de
la Iglesia, el aporte de valores humanos, morales, educativos…en la
construcción del Estado-Nación, y del pueblo argentino. Pero, tampoco se puede
afirmar la ausencia de una complicidad pasiva, involuntaria o por omisión.
Además, fuera de un análisis bíblico, filosófico o jurídico, el auto-perdón no
exculpa de responsabilidades, ni es causalidad en un proceso de falta-justicia.
Si perdonar tiene un significado de disculpar a alguien que nos ofendió, el
perdón viene del otro, que deja pasar una ofensa ¿A quién la Iglesia solicita
el perdón y cuáles son las faltas o actos cometidos? Hacemos votos para que las
víctimas en general otorguen el perdón solicitado.
Finalmente, si la verdad es un camino a la justicia y a la
reconciliación:
·
Porque los archivos no pueden ser
públicos, generales, que incluyan períodos de gobiernos democráticos de los
60-70, donde se ponga a disposición la documentación correspondiente a la
relación de la CEA, de las autoridades eclesiásticas, con el gobierno militar
del período que menciona los archivos.
·
Así como la iglesia tuvo muchas heridas, muchas muertes dentro de la propia Iglesia que la sociedad y la historia debe conocer,
también en nombre de "un
servicio a la Patria, para la reconciliación de los argentinos", se debe conocer los miembros de la iglesia
católica que participaron en la lucha armada o apoyando a organizaciones
armadas clandestinas. En otros países de América Latina muchos fueron los casos
conocidos.
·
Que impide a la CEA/Vaticano, la
iglesia católica, desde sus valores éticos, morales, reconocer como víctimas a
las personas que fueron el blanco de las organizaciones terroristas de los años
70’. No sería ni un reconocimiento jurídico ni político.
·
Porque si el Vaticano y las
autoridades de la iglesia católica en sus respectivos países, intervienen en
los conflictos internos, por ejemplo Venezuela, el acercamiento de Cuba con
USA, esas mismas autoridades no tienen análogas voluntades en el caso
argentino.
“…la verdad siempre ilumina, aunque duela”
siguiendo las palabras del Cardenal Poli.
Buenos días, 27 octubre 2016
[1] Se ignora por ejemplo los archivos de la
CEA/Vaticano en relaciona a las victimas que dejó la violencia armada durante
los diversos gobiernos (de facto y constitucionales) de los 70’.
[U1] Comunicado conjunto Santa Sede - Conferencia
Episcopal Argentina http://www.episcopado.org/portal/actualidad-cea/oficina-de-prensa/item/1333-comunicado-conjunto-santa-sede-conferencia-episcopal-argentina.html
[U2]Archivos de la dictadura: la CEA asegura que
servirá para la reconciliación http://www.aica.org/25738-archivos-de-la-dictadura-cea-asegura-que-servira-para-reconciliacion.html
[U3]Horacio Verbitsky No me parece que el
episcopado se muestre arrepentido” http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/25/argentina/1477422862_969604.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-312633-2016-10-25.html
[U4]Carlotto: "El Vaticano tuvo nefasta
complicidad en la entrega de personas" http://www.clarin.com/politica/Carlotto-Vatican