No fue improvisado el acto de abrir los archivos de la dictadura que el
Papa Francisco dispuso últimamente. Ya desde hace cuatro años viene trabajando
pausada y pacientemente con esta finalidad.
El Episcopado argentino adoptó la decisión de ordenar los archivos en
noviembre de 2012, cuando la asamblea plenaria de obispos aprobó el documento
“La fe en Jesucristo nos mueve a la verdad, la justicia y la paz”, en el que la
Iglesia manifestó su disposición a comprometerse con el estudio de toda la
documentación en su poder y a seguir colaborando con la justicia.
Cinco meses después de ese documento, Jorge Bergoglio se convirtió en
papa Francisco y, desde el lugar de máxima responsabilidad dentro de la
Iglesia, comenzó a impulsar en el Vaticano la decisión de la Iglesia argentina
de desclasificar los archivos y ponerlos a disposición de los interesados, tal
como se anunció oficialmente.
El 11 de julio de 2013 el Papa Francisco publicó un 'Motu Proprio' por
el que elimina la cadena perpetua en el Vaticano, que es sustituida por una
pena máxima de 30 a 35 años, según ha informado la Oficina de Prensa de la
Santa Sede.Otros capítulos especifican y establecen penas a los delitos de
pedofilia. También se han introducido figuras criminosas relativas a los
delitos de lesa humanidad a los que se dedica un título aparte.
En medio de esa larga lista de modificaciones, se incluyeron apartados
fundamentales para echar luz sobre la dictadura argentina. En varios artículos
cambiados se prevé una asistencia especial a la justicia. Por lo tanto, con una
solicitud judicial de Argentina se puede ingresar a los archivos llamados
secretos, aunque en realidad son privados del Vaticano; ahí se puede obtener
información sobre algún caso preciso.
En junio la Santa Sede aportó dos documentos en su poder relacionados
con el asesinato del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, en 1976. Se trató
de una carta y un informe enviados por el propio prelado al entonces nuncio
apostólico en Buenos Aires, Pío Laghi, pocos días antes de su muerte el 4 de
agosto.
Los papeles custodiados por casi 40 años en los archivos vaticanos y
sacados a la luz a instancias de Francisco, se convirtieron en pruebas clave
que aseguraron la condena de prisión perpetua a los militares Luciano Menéndez
y Luis Estrella.
Luego de las visitas de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela
de Carlotto, al papa Francisco en el Vaticano, el Sumo Pontífice se comprometió
a ordenar la apertura de los archivos secretos de la Santa Sede para ayudar en
la búsqueda de datos de personas desaparecidas durante la última dictadura
militar.
Las precisiones sobre esta apertura fueron acordadas el 6 de febrero de
2014, luego de una audiencia privada, promovida por la cancillería, donde el
Papa recibió a la procuradora general de la Nación Alejandra Gils Carbó, junto
a otros 4 funcionarios, para establecer mecanismos de cooperación a partir del
decreto firmado por Francisco.
En este contexto, resulta interesante conocer los comentarios del
profesor Lori Zanatta, prestigioso ensayista italiano de la universidad de
Bologna y un estudioso de la historia argentina y latinoamericana. Sólo
citaremos tres párrafos de un reporta
“El peronismo es una traducción secularizada de una visión del mundo, y
por eso el peronismo percibe la secularización como un daño, como un mal, se
percibe a sí mismo no como una ideología o un partido entre ideologías, sino
como "la" ideología de la Nación, y por lo tanto, tiene una legitimidad
superior. Por eso le cuesta muchísimo al Papa aceptar que los argentinos
votando en elecciones eligieron otro Gobierno.
La idea de pueblo para el Papa es una idea de comunidad orgánica, donde
el individuo está sometido a la colectividad. Los gobiernos de tipo populistas
reflejan una identidad histórica del pueblo en la visión del Papa, porque
tienen virtudes evangélicas. Nunca ocultó que tiene mayor simpatía, casi
excluyente, a favor de estos modelos populistas
Por suerte el Papa en Europa y en el mundo está visto como un gran líder
universal, el jefe de la Iglesia Católica, por lo que sus pequeños desvíos son
para ocuparse de la política argentina. Por supuesto, eso a nadie le interesa
ni le parece importante en Europa."
Retomando finalmente la ilación que sobre la inédita decisión del Parpa
Francisco estamos analizando, podemos señalar que en los años 1976/83 se
registraron numerosas entrevistas con miembros de la curia, y solicitudes de
audiencias en el Vaticano por parte de asociaciones de derechos humanos,
abogados, y familiares de las víctimas del terrorismo buscando ayuda
espiritual.
Es de público conocimiento de que durante el terrorismo desplegado en
todo el país, el pánico de los habitantes por los crímenes, secuestros y
bombardeos indiscriminados, influyó para la búsqueda de refugio y ayuda en la
iglesia. Se elevaron oraciones en misas celebradas en las parroquias, rogando a
Dios misericordia para las víctimas y su divina intervención para la finalización
de la extrema violencia.
Es de suponer que esto debe figurar en los archivos de nuestras
iglesias, parroquias, Episcopado, Nunciatura y Vaticano. Sería del caso abrir
estos archivos, de modo que se utilicen los dos platillos de la balanza de la
Justicia y de ese modo cumplir con el precepto de dar a cada uno lo suyo.
Con el comienzo de los juicios de lesa humanidad durante los primeros años del siglo XXI, a los militares que
habían derrotado al terrorismo, los presos
políticos, denominación debida a la polémica desatada por la alegada ilegalidad
de los juicios, sus familiares, colegas, amistades y víctimas del terrorismo,
se manifestaron solicitando justicia y trato humano a los confinados en
cárceles insalubres y sin atención médica.
Las visitas a numerosos miembros prominentes de la curia eclesiástica
por delegaciones y familiares, que prosiguen hasta nuestros días, se supone
deben estar asentadas en los libros, expedientes y archivos de las distintas
oficinas y organismos católicos. Una oportunidad más de la iglesia y el
Vaticano para que en un plano de igualdad e imparcialidad, ordenen su apertura,
que también pueden necesitarla los jueces y fiscales.
Es un principio de justicia que el Papa Francisco no ignora desde el
momento que uno de sus primeros sorprendentes actos en la Santa Sede fue la
modificación del Código Penal, suprimiendo la pena de muerte y fijando penas
severas para la pedofilia.