Fuera de todo contexto ideológico o político no puedo dejar de emitir mi
opinión relacionada con nuestros medios periodísticos. La muerte de Fidel
Castro ha sido sin ninguna duda la noticia trascendental del año y en consecuencia
escuché durante varias horas al canal de noticias TN, donde sus periodista iban
detallando las diferentes reacciones en el mundo por tan importante
acontecimiento. Pero insólitamente se interrumpe el programa a las 10:15 hs
para dar paso a la única opinión de un argentino desde Croacia. Se trataba de
Diego Maradona, que se hizo cargo del micrófono ofrecido para expresar durante
siete minutos su sentida emoción por la pérdida de su segundo papá.
Repito, no hay intención ideológica en mi comentario, ni puse atención a
semejante interferencia, sólo me sorprendió la cobertura dada a un ex
futbolista de pésimos antecedentes morales, como el primer ciudadano argentino
consultado sobre un hecho histórico que conmueve al mundo. Al momento le sigue
la reacción del Papa. Desconcertado, continué escuchando el programa de TN,
cuando a la media hora repiten los siete minutos del mismo personaje. Apagué mi
aparato sin poder dar crédito a esta ridícula situación. Fui informado que con
posterioridad se dio a conocer el mensaje de condolencias emitido por nuestro
Presidente.
Ayer también puse por escrito la exposición periodística brindada a
dicho sujeto, durante la transmisión desde Croacia de la copa Davis. Como dije,
en el preciso momento en que nuestro digno deportista del Potro consolidaba su
victoria, la aparición del mencionado payaso abrazando y besando a su pareja en
un arrebato sexual propio de una película pornográfica, me impidió contemplar
la visión de un emocionado festejo.
Cuando se suceden episodios de esta naturaleza, sin solución de
continuidad, en que vemos desfilar individuos desagradables como Hebe,
Maradona, D´Elía, Moreno, y tantos otros, comprobamos con tristeza la pérdida
irreparable de un buen y tradicional periodismo que ha dado paso a un repulsivo
y detestable muestrario de mal gusto, incultura, populismo y cholulismo.
Lamentablemente bien recibido por el vulgo.
El relato, el modelo, la inclusión, la revisión histórica, el
igualitarismo y la cadena nacional quedaron muy adentrados en nuestra fibra
nacional con gran influencia en la educación, la familia y la sociedad en
general. No pudo estar ausente el fenómeno popular de los medios que, por
necesidad, tratan de acomodarse y adecuarse a los vaivenes de un populismo
barato, del cual se hace muy difícil desprenderse, según lo he querido señalar.