La perversa
y despiadada carta de la lectora Adriana Taboada publicada en La Nación del día
de hoy, nos llama a la reflexión sobre la moral y los sentimientos impregnados
tras quince años de “relato”en la mente de un gran sector de la sociedad. La
nombrada firma con el título de Perito Psicóloga en causas por delitos de lesa
humanidad.
No es
difícil advertir su militancia y siniestra ideología de neto tinte izquierdista
si nos atenemos a los conceptos vertidos en la misiva que, con desagrado, pasaré a rebatir.
En
principio, da por algo natural el hecho de que, al llegar con una demora de 30
años los juicios de lesa humanidad, los condenados ya atraviesan la tercera
edad. Esta afirmación de neto carácter
temporal ya está justificando una insólita demora judicial, que habla manifiestamente
de su ignorancia, desconocimiento o desinterés en lo puede ser la primera
ilegalidad de tales juicios políticos. Lo pasa por alto sin asumir la importancia de
un principio de derecho penal, como lo es la prescripción.
Agrega que
la edad no borra la responsabilidad sobre la conducta criminal que han tenido y
tienen los procesados, lo cual no constituye ninguna novedad. Pero obra de mala
fe cuando los acusa de negarse a informar sobre el destino de los “desaparecidos”´lo
cual “demuestra que son criminales que han envejecido, nada más. La vejez no
siempre es sinónimo de enfermedad y no hay razón para la prisión domiciliaria.”
Esta bizarra
y personal conclusión, que da al traste con todos los artículos del Código
Penal, no es otra cosa que una expresión de venganza que contrasta cruelmente
con su condición de profesional en psicología.
Son tan
desafortunadas sus declaraciones que llegan a poner en duda sus reales
conocimientos de psicología, en espacial por el cargo que dice ocupar en causas
por delitos de lesa humanidad.
Termina
demostrando su apasionada militancia cuando
cae en la mentira más desvergonzada al afirmar que “el hospital
penitenciario de Ezeiza cuenta con una
amplia atención en especialidades, equipamiento para rehabilitación, buen laboratorio
y farmacia completa, información que relevé personalmente como parte de mi práctica
profesional, Hay servicio de la salud mental. El humanitarismo “que tanto se
proclama” está dado por la garantía de acceso a esos servicios y el cuidado del
paciente”.
La falencia
en este orden es tan conocida, pública y notoria, que se cuenta con resultados
negativos en informes de delegaciones médicas que investigaron las diversas
áreas
Si la señora
Taboada fuera una idónea psicóloga, jamás se hubiera atrevido a escribir
semejante carta que, lejos de darnos una pragmática y elocuente lección de
psicología, ha desnudado la lacra de sus sentimientos humanos que se revelan en
su verdadera dimensión en el último y atroz párrafo de su papiro, que dice
textualmente:
“Respecto de
la muerte en la cárcel de presos de avanzada edad, diremos que la vida cumple
su ciclo, sin importar donde estemos”
A esto le
respondo con toda la imparcialidad que llevo íntimamente y sin ánimo de agravio:
Respecto del
alma, al momento de la muerte, diremos que ahí si importa el ciclo que cumplirá
conforme al juicio divino, el paraíso o el infierno. ¿Adivina el suyo?