Ante la
increíble y sacrílega imposición otorgada por el Papa Francisco, de beatificar
al militante guerrillero Monseñor Angelelli, y que pese a la enorme cantidad de
críticas bien fundadas que se levantaron en todo el país, se efectiviza, con
menosprecio de opiniones vertidas por consagrados obispos y miembros del clero
además de juristas y magistrados, es oportuno aclarar que el desgraciado
despropósito se basó en una mentira que la Justicia Argentina descartó sobre un
hecho accidental convertido en asesinato. El Sumo Pontífice es cómplice de lo que constituye un delito por
falsedad. Prevaleció, sin atenuantes, su apoyo a los “curas del tercer mundo” sacerdotes
de ideología comunista. Para conocimiento y difusión transcribimos el trabajo de
la ex jueza Silvia Marcotulli sobre el
aspecto judicial del caso.
BREVE RESEÑA HISTÓRICO-JURÍDICA DEL CASO ANGELELLI.
Este
asunto judicial tuvo un azaroso trámite: Fue abierto tres veces: En la primera
inmediatamente después del suceso, expte. 5090-6, fue cerrado por no resultar
delito alguno, por el juez Rodolfo N. Vigo. En la segunda oportunidad se inició
una causa por denuncia efectuada en el año 1983 (expte 23.350/86) intervinieron
sucesivamente el juez Aldo Fermin Morales y la Cámara Federal de Apelaciones de
Córdoba. Terminó con un sobreseimiento provisorio por haberse agotado la
producción de pruebas sin resultados (20/4/90). La tercera: en el año 2010 se
reabre la anterior y concluye con una condena a los imputados sobrevivientes
Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella, de fecha 5/7/14. 1) Primer
proceso: El día 4 de agosto de 1976, regresando desde Chamical hacia La Rioja,
siendo aproximadamente las 15 hs., a la altura del km. 1058 de la ruta nacional
38, cercanía de Punta de los Llanos se produce el accidente en que perdió la
vida el obispo de La Rioja. Viajaba en una camioneta Fiat 125, acompañado por
su vicario el entonces sacerdote Arturo Aído Pinto; éste resulto herido. 2) En
el sumario labrado en forma inmediata, luego de medidas de prueba - autopsia,
pericia accidentológica, fotos en el lugar del suceso, declaración confusa
(como fueron las posteriores) de Pinto alegando pérdida de la memoria y estado
de shock, se archivó la causa que en su momento se caratuló “Angelelli,
Monseñor Enrique A. s/fallecimiento”, expte. 5090-6; no existiendo datos sobre
la intervención de terceras personas. 3) Segundo proceso:En 1983, casi siete
años después, fray Antonio Puigjané (el mismo personaje que varios años después
intervino en el copamiento del regimiento de La Tablada) practicó una denuncia
en Neuquén (jurisdicción extraña, algunos lo atribuyen al apadrinamiento del
obispo De Nevares) sobre que, en realidad, se trató de un asesinato. Los
tribunales neuquinos, como corresponde, derivaron la denuncia a La Rioja donde
se labró un sumario, declarando el juez interviniente Aldo Fermin Morales,
después de varios años de sumario que, efectivamente, se trató de un hecho
intencional. 4)Con fecha 29 de julio de 1988, el diario La Prensa publica una
declaración de Monseñor Bernardo Witte, entonces obispo de La Rioja, diciendo:
“Nos sorprendimos de que la misteriosa muerte de Monseñor Angelelli, haya sido
caratulada de asesinato sin que se tengan las pruebas suficientes”. El 27 de
setiembre del mismo año, ante la negativa del juez Morales que calificó de
homicidio al hecho, de tomarle declaración al único testigo del mismo Raúl
Alberto Nacuzi, Mons. Witte, recibió en el obispado la declaración de esa
persona que dijo haber presenciado el accidente, quien manifestó que había
recibido amenazas de muerte para que no declarara y también intento de soborno.
El obispo, certificando la autenticidad del testimonio que acababa de recibir,
lo remitió al testigo a una escribanía para que quedara a su resguardo el sobre
con el sello del obispado con la declaración, mediante acta de intervención
número 0.266.666. 2 5) El contenido de ese testimonio, en lo sustancial, es el
siguiente: Que se encontraba encaramado en un poste de la línea de alta tensión
que une la localidad de Patquía con Chamical, efectuando la reparación de la
misma. Que aproximadamente en el km. 1057 de la ruta nac. 38, la camioneta (de
los sacerdotes) se desvía de la ruta hacia la derecha sin disminuir la
velocidad recorriendo más de cien metros con las dos ruedas derechas sobre la
banquina, alejándose del centro de la ruta, hasta que en determinado momento el
conductor en una brusca maniobra, como si se despertara, trata de volver al
centro de la ruta, oportunidad que se escucha un reventón de la cubierta, ve un
giro hacia la izquierda, apertura de la puerta derecha, expulsión de un cuerpo
vestido de negro y posterior vuelco de dirección a la banquina opuesta, donde
el vehículo queda de costado en dirección opuesta a la que venía”. “Que la
persona que acompaña al conductor es la que queda tirada en el suelo. El que
conduce permanece en el vehículo hasta que el mismo termina su recorrido”. “Que
en el momento no se encuentra ningún otro vehículo sobre la ruta ni tampoco
circulando por la misma”. “Que en agosto de 1986 en el obispado y por
indicación del Sr. Obispo relató lo mismo al juez Morales y quedó a la espera
de ser citado al juzgado para ratificar lo expresado, lo que nunca ocurrió.”.
“Que posteriormente a la entrevista recibió ofertas de dinero para no decir lo
que sabia y amenazas si llegaba a hablar”. “Que el 18 de agosto recibió la
última llamada en que le ofrecen 50.000 dólares”. “Que la presente declaración
la realiza por entera voluntad y en el temor de que se cometa un atentado para
evitar que pueda declarar ante el juez que instruye la causa”. 5) Avocada a la
resolución del proceso la Cámara de Apelaciones de Córdoba, por disposición de
la CSN, por resolución de fecha 20/4/90 se pronunció, previo dictamen del
fiscal en el mismo sentido, declarando que: “Se practicaron numerosas medidas
tendientes a esclarecer el hecho…. No obstante todo lo actuado resulta
imposible asegurar que el hecho haya sido consecuencia de un accionar doloso.
Está probado que la muerte se produjo como causa de un accidente pero a esta
altura de la investigación que se considera agotada, no hay elementos
suficientes que permitan afirmar que el accidente haya sido provocado”. Y
sobreseyeron provisionalmente la causa.
6) TERCER Y ÚLTIMO PROCESO: (Expte.
97000411/2014): i En el año 2010 se reabre la causa, sin que se sepa que
hubiera habido un nuevo elemento de prueba, específicamente relacionado con el
suceso, su modo de producción o sus protagonistas, que no se haya conocido
antes y que motivó el sobreseimiento. Con fecha 5/7/2014, es decir, treinta y
ocho años después del hecho, el tribunal integrado por los vocales José Camilo
Quiroga Uriburu, Carlos Julio Lascano y Juan Carlos Reynaga, condenó a los
imputados sobrevivientes Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella
como coautores mediatos de la muerte de Enrique A. Angelelli y las lesiones de
Arturo A. Pinto, calificando el hecho de homicidio doblemente calificado por el
concurso premeditado de dos o más personas respecto del primero y el mismo
delito en grado de tentativa respecto del segundo, y condenándolos a prisión
perpetua. Los items de este juicio, sintéticamente expuestos, son los
siguientes: 6.1) EL HECHO que fija en su acusación el Fiscal, base del juicio,
se consigna al final del trabajoii . En lo que específicamente se refiere al
suceso determina: “ En este 3 contexto, se planificó, ordenó e instrumentó el
atentado de fecha 04.08.1976 con la finalidad de eliminar al Obispo de La Rioja
Mons. Enrique Angelelli, quien junto al sacerdote Arturo Pinto partió ese día a
las 14.30 hs., munido de una carpeta con información sobre el homicidio de los
sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville ocurrido días antes,
desde Chamical con destino a la ciudad de La Rioja, al mando del utilitario
Fiat 125 Multicarga, modelo 1973, motor 125 BTO38-688807, por la ruta nacional
38, en dirección norte, tomando el camino viejo para evitar el conocimiento de
su viaje por parte de los miembros del CELPA. En proximidades del mojón que
indica el Km. 1.056, luego de trasponer una elevación de terreno (bordo), a
unos 6 Km. después de pasar la localidad de Punta de los Llanos, se le acercó a
gran velocidad un vehículo de color claro –presumiblemente modelo Peugeot 404-
conducido por personas que no han podido ser individualizadas hasta la fecha,
que circulando en el mismo sentido de dirección alcanzó a la camioneta por su
izquierda, encerrándola hacia la derecha con una maniobra intencionalmente
brusca, momento en que se produjo una explosión, saliendo de la camioneta del
asfalto e ingresando a la banquina en forma de un semicírculo, para luego ingresar
de nuevo a la ruta, donde se produjo su vuelco, que trajo como resultado la
muerte de Mons. Angelelli y lesiones en Arturo Pinto, aproximadamente entre las
15.15/15.30 horas, no consumándose la muerte de este último por razones ajenas
a la voluntad de los acusados”. El resto de la acusación, como se puede leer
más abajo, se refiere al contexto político de la época, particularmente en el
objetivo de aniquilar la subversión a la que el gobierno consideraba ligado al
obispo de La Rioja. 6.2) LAS PRUEBAS: 6.2.1) Testimoniales: a) Los únicos que
presenciaron el accidente, fueron, uno en calidad de testigo -Raúl Alberto
Nacusi- y Arturo Aído Pinto. El primero, que falleció tiempo antes de iniciarse
este proceso y cuya declaración guardada en la escribanía producida años antes
ante el obispo Witte, fue introducida al juicio por su lectura, fue desestimada
por el tribunal por considerarlo testigo dudoso. En cambio la del ex sacerdote
Pinto fue tenida por veraz no obstante que lo único que recordó en cuantas veces
declaró fue que “los perseguía un auto blanco” y respecto de toda otra
circunstancia, en toda otra oportunidad que declaró, adujo amnesia y estado de
shock. En realidad, técnicamente, no debió haber declarado como testigo con la
obligación de decir verdad porque, como se verá más adelante, en realidad se
estaba defendiendo por su posible autoría en el suceso y, por consiguiente, se
viola su propio derecho de defensa y además sus dichos son de relativa
veracidad. b) Los tres testigos que aparecieron inmediatamente después del
accidente son dos tractoristas que portaban leña, Primitivo Reynoso y Aber
Fabio Luna y un automovilista Carlos Alberto Argola. Todos afirman no haber
visto ningún otro vehículo en el lugar del accidente. c) El resto de las
numerosas testimoniales, que constituyen el grueso de la actividad probatoria
del juicio oral que llevó muchos meses de producción y de la propia sentencia
de más de 500 fojas, se refieren a circunstancias anteriores y posteriores al
hecho y estuvieron encaminadas a acreditar la mala relación entre las
autoridades militares y las eclesiales de esa época, lo que, a criterio de los
juzgadores, sería demostrativo de la animosidad de estas últimas contra la
víctima fatal y, a la postre, llevó al tribunal a suponer con certeza que ellos
serían los autores mediatos. 6.2.2.) Periciales: TODAS las pericias -autopsia,
mecánicas y accidentológicas - que se realizaron en el momento y los informes
que se practicaron muchos años después sobre los elementos aportados por
aquéllas y que constan en la sentencia, afirmaron que la muerte de Angelelli y
las lesiones de Pinto fueron causadas 4 por el accidente y TODAS expresaron que
no pueden aseverar la existencia de rastros de otro vehículo. 6.2.3) Secuestros
e identificación de autores inmediatos: Nunca fue habido ni visto el auto
blanco envistiente -salvo la versión de Pinto- ni identificado su supuesto
conductor. Descartándose un auto blanco que apareció posteriormente conducido
por el vecino Carlos A. Argola, que fue quien dio conocimiento a las
autoridades del siniestro.
6.3) Evaluación de los elementos de juicio: Al no
haber prueba directa que acredite la existencia de un auto que intencionalmente
realizara la maniobra de paso y acercamiento lateral a más de 110 kms
(velocidad que llevaba el auto de Angelelli) hacia su derecha para “acorralar”
y al mismo tiempo pasar al auto de las víctimas, ante el cuadro probatorio que
se presenta, solo cabe recurrir a las presunciones que el sentido común y el
orden natural de las cosas indican sobre qué es lo que ocurre ordinariamente.
Hay dos elementos de juicio que parecen corroborar el testimonio de Nacusi, es
decir, que el tal automóvil envistiente no existió: (1) la actitud suicida de
un chofer de arrimarse a 120 o 130 km. por hora, tal como se describe en la
fijación del hecho del escrito acusatorio, salir exitoso e indemne del intento
y casi literalmente “evaporarse” en el aire, ya que nunca fue habido ni el
vehículo ni el conductor; (2) la imposibilidad de que Angelelli, que según
Pinto manejaba la camioneta, pudiera salir despedido por la izquierda, en un
vuelco hacia ese sentido, tratándose de un hombre corpulento, aprisionado entre
el volante y el asiento, y que el auto siguiera dando vueltas hacia ese mismo
costado; resulta más razonable la versión de Nacusi de que, en la brusca
maniobra de retorno al pavimento, se abrió la puerta derecha y que la que salió
despedida era la persona que estaba en ese costado (Angelelli), mientras que
“el otro” (Pinto), el que conducía, quedó dentro del auto; esa composición de
la situación hace comprensible la reticencia en sus declaraciones por parte del
ex sacerdote Pinto y la inconsistencia de su dicho de la existencia de un
automovilista homicida-suicida que salió ileso de la maniobra y pudo escapar:
sencillamente es dable sospechar que él se está defendiendo de una imputación
por homicidio culposo (por imprudencia) como conductor del automotor
siniestrado. Lo expresado es demostrativo de que, no solo habría dudas sobre la
existencia del hecho homicida (de por sí suficiente para absolver a cualquier
imputado) sino que, en realidad, no hay elementos de juicio ni si quiera con
grado de probabilidad, como se reconoció en los dos procesos anteriores. Sin
embargo el tercer tribunal los condenó como autores mediatos con grado de
certeza. En otros términos: treinta y ocho años después del suceso, sin prueba
de una acción deliberada de alguien para producir el accidente -y, por lo
contrario, indicios suficientes de que fue un accidente- ni, consecuentemente,
la existencia de un autor inmediato, se condenó a los imputados como autores
mediatos de homicidio y tentativa de homicidio, respecto de Angelelli y Pinto.
7) AUTORÍA MEDIATA EN LOS APARATOS ORGANIZADOS DE PODER: Para incriminar a los
imputados se les atribuyó la autoría mediata del suceso. Sobre este tema tengo
escrito un trabajo cuya tesis es que no habiéndose descubierto nunca -aunque lo
hubiera habido- quién fue el autor inmediato del homicidio, no es posible
atribuir a persona alguna autoría mediata con el solo argumento de que debieron
ser ellos por la animosidad -odio- previamente existente de los imputados hacia
las víctimas. Para no abundar sobre el tema me remito al contenido de ese
estudioiii .
8) OMISIÓN DE FIJACIÓN DEL HECHO COMPROBADO: 5 A los vicios señalados
en los puntos 6.2 y 7, se suma un tercero igualmente importante: al finalizar
la relación de los “considerandos” de la sentencia, el tribunal omitió cumplir
con la obligación impuesta en el art. 277 inc. c) del Cód. Proc. Penal de
“hacer una determinación precisa y circunstanciada del hecho que estima
acreditado”. Esta obligación es bajo pena de nulidad. ¿Ignorancia u Omisión
deliberada? Si fuera lo primero es inadmisible y si fuera lo segundo sería
igualmente inadmisible pero comprensible: CON LA FALTA DE PRUEBAS NO TENÍA COMO
FIJAR EL HECHO. CONCLUSIONES: 1) No solo no se acreditó como y quien o quienes
fueron los autores del supuesto ilícito por el que se condenó a los procesados,
sino que toda la prueba sobre el suceso indica que se trató de un accidente por
caso fortuito o imprudencia del conductor del vehículo lo que, por otra parte,
fueron las conclusiones de los dos procesos anteriores por el mismo hecho, el
segundo ya en pleno gobierno constitucional. 2) Contra Derecho se condena como
autores mediatos a los imputados cuando no se ha probado la ocurrencia del
hecho homicida; más aún: aunque efectivamente se hubiera acreditado que se
trató de un homicidio, al desconocerse quien fue su autor inmediato no se puede
atribuir delito a persona alguna como autor mediato. 3) La sentencia no ha
cumplido con el deber procesal fijado por el art. 277 inc. c) del CPP -bajo
pena de nulidad absoluta por afectar el derecho de defensa- de determinar
precisa y circunstanciadamente quienes y como lo cometieron. 4) Cualquiera de
estos vicios judiciales es suficiente para considerar írrita o fraudulenta la
cosa juzgada; los tres juntos son una aberración judicial. Este trabajo es de
libre circulación.
Silvia E. Marcotullio. Ex juez de Cámara Penal. Río Cuarto, junio de 2018.
Silvia E. Marcotullio. Ex juez de Cámara Penal. Río Cuarto, junio de 2018.