"Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente.
A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado".
( Dr. Vergerus)
El regreso de Cristina nos recuerda la metáfora de "El huevo de la serpiente" en que el bicho casi formado se ve a través de la cáscara transparente del huevo, ante la mirada distraída de quien lo advierte pero no le presta importancia. Ello ha originado una película alemana sobre el lento proceso de destrucción de la democracia, finalmente sustituida por la dictadura nazista con el Führer Adolf Hitler.Lo mismo ha pasado en nuestro país, en que se preveía la vuelta de la exmandataria al poder, aunque se presumía imposible, pero la indiferencia de la sociedad y el progresivo debilitamiento de sus instituciones provocó el triunfo de la ambición y Cristina salió de la cáscara llevando la destrucción a su paso.
Parece tarde para detenerla, pero sucede que, a diferencia del nazismo en que el proceso fue paulatino e inteligente, con seguros pasos para su asentamiento, en este caso se cuenta con un panorama distinto basado en los anteriores hechos de corrupción por los que están siendo juzgados los anteriores gobernantes con Cristina a la cabeza seriamente comprometida, a lo que se unen sensibles divergencias entre ambos, el apuro desmesurado en lograr la anulación de los juicios de corrupción y no menos la grave situación política que atraviesa Sudamérica en la lucha que sostienen los países democráticos de la región contra los partícipes de la ideología populista que encabeza Venezuela y sus seguidores bolivarianos Maduro, Correa, Morales, López Obrador y Díaz-Canel en Cuba.
Este sería el momento en que Alberto Fernández se decida a romper el pacto espurio con Cristina que lo llevó a la presidencia. Es de público conocimiento que la astucia de los manejos electorales de la expresidente tuvo por resultado el triunfo de la fórmula por ella impuesta, lógicamente sujeto a un pacto que le diera poder presidencial.
Basta ya de acceder a sus caprichos histéricos, ideológicos y delirantes que llevan al país a una ridícula y contradictoria posición internacional.
Argentina está cruzando un precipicio sobre un movedizo cable, sin red, buscando mantener un peligroso equilibrio, culpa de una absurda política populista. Vamos a una inminente caída fatal.
Señor Presidente, está en sus manos evitarlo.