El Presidente Alberto Fernández encabezó este miércoles (19/02) la puesta en valor del Centro Recreativo Nacional, ubicado en las localidades bonaerenses de Ezeiza y Esteban Echeverría.
En su breve discurso se complació abiertamente en continuar el ejercicio de la mentira, cada vez más acentuada en su propósito de que se convierta en un relato inculcado por repetición dogmática en la mente de la castigada ciudadanía. ¿Qué otra cosa puede pensarse de la frase que pronunció con total desparpajo al referirse al congelamiento de los haberes jubilatorios? Reafirmó la decisión que tomara en lo que denominó ¡el aumento por decreto de las jubilaciones! cuando todavía está caliente su firme promesa de aumentar un 25% toda a todos los pasivos, sin excepción, el mismo dia 10 de diciembre al asumir el mandato.
Dijo textualmente: “No dejo de pensar en los jubilados, que han trabajado toda una vida y les cuesta el día a día; en la Argentina del presente y con mucho esfuerzo vamos mejorando la situación de los que peor están, y lo hacemos con la tranquilidad de hacer lo que prometimos”. Otra mentira.
Es decir, está ratificando que hizo lo que prometió, para luego agregar :
“Podrán criticarme por mis errores, pero nunca por haberles mentido".
Asegura que nunca nos mintió. lo que nos lleva a suponer que sufrió un lapsus mental, un fallo en la memoria, en el discurso que, según Freud revela una interferencia de la parte inconsciente de la mente en el comportamiento, o bien que nos miente deliberadamente. Me inclino por lo último, pues se hace difícil la producción de tantos fallos seguidos.
"Dije que iba a llegar aquí para preocuparme por los que peor están, para poner más igualdad en la sociedad argentina y eso es lo que voy a seguir haciendo".
De modo que va a seguir poniendo más igualdad en la sociedad argentina, lo que equivale a nivelar todas las pirámides, típica enseñanza comunista de Gramsci.
"Y tengo la tranquilidad de tener a Cristina a mi lado, acompañándome con la misma decisión".
La tranquilidad reside en aliviar culpabilidades en compañía de un cómplice.
En verdad éste es un caso complejo que merece un estudio freudiano, porque no se puede negar que nuestro presidente pasa por un estado de confusión, de contradicciones, de mentiras, de curiosas indecisiones, muy seguido y acentuado.
Llama la atención su comportamiento en la gira por Europa, aceptable y sin mayores errores, opuesto al de su llegada al país, donde la cercanía e influencia de la vicepresidente, lo afectó visiblemente.
Ella lo "colocó" en el cargo mediante un pacto que desconocemos, eso parece claro y suponemos que en ello debe jugar fuerte la impunidad que se hace cada vez más difícil debido al avanzado estado de los juicios y a la numerosa cantidad y calidad de las pruebas que obran firmes en los expedientes.
Es una situación insostenible a medida que pasa el tiempo, ya que la vuelta al poder del kirchnerismo lleva el sello de la venganza y el repetido slogan del "vamos por todo".